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Mirar una luz roja durante 3 minutos tiene increíbles efectos para la salud visual

La visión cromática tiende a atenuarse con la edad, pero un reciente trabajo científico ha dado con una solución de baja tecnología, económica y sencilla de aplicar.

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Hasta ahora siempre había asociado a las luces rojas con cosas secretas, oscuras o prohibidas: los semáforos, las viejas salas de revelado fotográfico, los locales de “dudosa” reputación, etc. Pero resulta que hay una característica “saludable” asociada a las luces rojas para paliar uno de los problemas visuales más comunes asociados con el envejecimiento: el de la pérdida de la capacidad para distinguir ciertos colores.

En efecto, la visión cromática tiende a atenuarse con la edad, pero un reciente trabajo científico ha dado con una solución de baja tecnología, económica y sencilla de aplicar, que podría ayudar a que nuestras retinas siguieran disfrutando de la diversidad de colores que nos ofrece el mundo, con una simple exposición de tres minutos a la semana a la luz roja.

La idea de crear un dispositivo emisor de luz roja, que pudiéramos aplicarnos durante tres minutos una vez por semana (idealmente en un momento cualquiera de la mañana) se la debemos a un hallazgo realizado en 2020 por un equipo de investigadores del University College londinense.

En base a aquel descubrimiento, los investigadores han realizado ahora un pequeño ensayo, en el que han participado 24 personas sanas con edades comprendidas entre los 34 y 70 años, en el que se les pidió a los colaboradores que miraran una linterna de luz roja con su ojo dominante, durante tres minutos cada día y que repitieran la experiencia por dos semanas. Los resultados se acaban de publicar en Scientific Reports (nature.com)t.

Las pruebas sobre percepción del contraste cromático que les efectuaron tras acabar el ensayo mostraron que el rendimiento de los participantes cuya edad superaba los 40 años había mejorado. Esto solo podía indicar que la función de los conos de las retinas se beneficiaba de la exposición a la luz roja. ¿Por qué? Os preguntareis. La respuesta la tenemos en las mitocondrias, esas partes de la anatomía celular que en la escuela nos explicaban como la “central eléctrica” que suministraba la energía necesaria para todos los procesos llevados a cabo por la célula.

A medida que envejecemos, las mitocondrias de la retina comienzan a descomponerse a un ritmo más elevado que en otras partes, lo que explica por qué sufrimos ese declive (particularmente en los conos) que nos lleva a la pérdida gradual de nuestra habilidad para distinguir los colores. Sin embargo, la buena noticia es que las mitocondrias parecen absorber algunas formas de luz – incluyendo el rojo profundo – que ayudan a su “recarga”, lo cual a su vez mejora las funciones de toda la célula. Esta capacidad es especialmente útil con las células que componen las retinas (los conos) ya que cuentan con un número muy elevado de mitocondrias.

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