Brasil alcanzó entre 2023 y 2024 los niveles más bajos de pobreza y pobreza extrema desde que existen registros, según la Síntesis de Indicadores Sociales divulgada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El informe muestra una reducción significativa del número de personas que viven con ingresos inferiores a los parámetros establecidos por el Banco Mundial.
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Entre ambos años, la proporción de brasileños en situación de pobreza cayó del 27,3% al 23,1%, lo que significa que 8,6 millones de personas dejaron atrás esa condición. La pobreza extrema también se redujo, pasando del 4,4% al 3,5%, con 1,9 millones de personas menos en el estrato de mayor vulnerabilidad.
Programas sociales, clave para evitar un repunte de la pobreza extrema
El estudio destaca el rol central de los programas sociales: sin la red de asistencia, la pobreza extrema treparía al 10% y la pobreza general al 28,7%. El mantenimiento del Bolsa Familia en niveles superiores a los de prepandemia y la recuperación del mercado laboral fueron claves para sostener la mejora.
Aun así, persisten profundas desigualdades. El Nordeste sigue siendo la región más afectada, con un 39,4% de su población en pobreza, mientras que en el Sur esa proporción es del 11,2%. Las brechas raciales también son marcadas: negros y mestizos presentan tasas de pobreza muy superiores a las de la población blanca. Entre las mujeres, la incidencia es del 24%, por encima del 22,2% registrado entre los hombres.
El informe subraya además el impacto de la seguridad social en la vida de los adultos mayores: sin jubilaciones y pensiones, más de la mitad de las personas de 60 años o más serían pobres.
Brasil sigue entre los países con mayor desigualdad
Pese a los avances, Brasil continúa entre los países más desiguales del mundo y lidera el ranking de “trabajadores pobres” de la OCDE, con un 16,7% de empleados que, aun teniendo trabajo, viven en hogares con ingresos insuficientes. La informalidad y los bajos salarios siguen marcando especialmente a las regiones Norte y Nordeste, donde la pobreza laboral se mantiene como uno de los principales desafíos sociales del país.