En pocos días, casi 100 facultades fueron tomadas, y las protestas se extendieron por todas las provincias del país, con epicentro en la UBA. Clases públicas, asambleas pasivas y otras formas de resistencia marcaron un cambio notable en la dinámica política, ya que muchos de los jóvenes que participan en estas manifestaciones ni siquiera tenían experiencia previa en el activismo. Un aspecto llamativo que mencionó Bonfante fue el caso de estudiantes que, habiendo votado a Milei en las últimas elecciones, se sienten ahora traicionados y expresan públicamente su descontento.
Protagonistas en la escena política nacional
Este despertar estudiantil no se trata de una protesta aislada, sino de un fenómeno que, según Bonfante, irrumpió en la escena política con características particulares. Su dinamismo y capacidad de movilización, sumado a la diversidad de participantes —muchos de ellos jóvenes que votaron por Milei pero que ahora ven afectada la educación pública—, transformaron al movimiento estudiantil en un actor importante en la resistencia a las políticas del gobierno.
La fuerza de este movimiento demuestra la capacidad del estudiantado argentino para reactivar una agenda de defensa de la educación pública en un momento trascendental. Las universidades, que son históricamente pilares de la democracia y la igualdad de oportunidades en Argentina, se encuentran nuevamente en el centro del debate político. La irrupción de este sujeto colectivo en la escena política desafía las medidas de recorte presupuestario y reconfigura el escenario social y político en el país.
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