El Caribe fue la subregión donde estos costos fueron más elevados en 2022, alcanzando 3,83 % del PIB, seguida por Centroamérica (3,46 %), la Región Andina (3,22 %) y el Cono Sur (3,2 %), indicó el BID.
En tanto, en 2022, los gastos en seguridad por parte de las empresas privadas representaron el 47 % del costo total del crimen, mientras que el gasto estatal en su prevención representó el 31 % y la pérdida de capital humano el 22 %.
Un "obstáculo" para el desarrollo
De acuerdo al BID, en las últimas dos décadas la tasa de homicidios en América Latina y el Caribe fue mayor que en las otras regiones del mundo, con 20 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022, cifra que más que triplica la tasa observada a nivel mundial (5,6).
"El crimen y la violencia representan un obstáculo para el desarrollo en América Latina y el Caribe, afectando a individuos, empresas y gobiernos", señaló el BID en la publicación.
Asimismo, sostiene que los gastos que genera esta problemática frenan el progreso de la región: "La evidencia muestra que, más allá de los costos directos —mayormente estáticos— que pueden cuantificarse de forma relativamente precisa, existe otro tipo de impactos del crimen y la violencia, que desaceleran el ritmo del crecimiento económico de mediano y largo plazo, y afectan el desarrollo económico y social".
“Algo más que recursos”
Para Ilan Goldfajn, presidente del BID, combatir el crimen y la violencia "requiere algo más que recursos", ya que se necesita una "voluntad política inquebrantable, la acción coordinada entre sectores y una fuerte cooperación internacional".
"América Latina y el Caribe puede y debe romper el ciclo de la violencia, desbloquear su pleno potencial y construir un futuro más justo, seguro y próspero para su gente , manifestó Goldfajn.