Hombres como Fidel nacen una vez cada mil años. Amado por muchos y respetado incluso por sus adversarios, llevaba la armadura de sus principios morales y dedicó su vida a trabajar por los pobres del mundo.
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Su magnetismo era innegable. Viéndolo en la televisión, ya fuera calmando huracanes para proteger su isla o discutiendo asuntos profundos sobre lo humano y lo divino, siempre estaba adelantado a su tiempo, mucho más allá de la comprensión de los mortales comunes.
Cuando la biotecnología era aún una novedad en los países desarrollados, Fidel ya abogaba por su desarrollo en Cuba. Previó y actuó para proteger a su pueblo de la peor pandemia de nuestra generación mucho antes de que llegara.
Fidel era como un padre con grandes sueños para sus hijos. Entendía que la educación y la ciencia eran las claves para una sociedad mejor. Era accesible, cálido y humano. Cada cubano y revolucionario del mundo sentía una conexión personal con él.
Fidel inmortal, Fidel por siempre
Para comprender a Fidel, hay que considerar todo su recorrido, desde sus primeras rebeldías en Birán, su defensa de los desposeídos, hasta su concepción de la lucha armada en la Sierra Maestra. Sus contribuciones abarcaron la política, la cultura, la economía, la agricultura, la ciencia, la educación, la salud y el deporte, donde defender la bandera nacional siempre fue una cuestión de honor.
Cada faceta estuvo influenciada por los principios del apóstol cubano José Martí sobre la independencia, la unidad latinoamericana, el antirracismo y el antiimperialismo. Fidel adaptó hábilmente el marxismo-leninismo a las tradiciones históricas de Cuba y Latinoamérica.
Una y otra vez, los pensamientos de Fidel ofrecen orientación y actúan como una brújula moral. Sus discursos, entrevistas e intervenciones son el más concreto ejemplo de un líder inquebrantable.
"La historia de los pueblos la hacen los hombres leales, los hombres que perseveran, los hombres que no desertan de su causa", afirmó el líder revolucionario a los 34 años, ya trazando el camino para un país en transformaciones profundas y soberanas que recordaremos cada día de su natalicio.