Según el plan revelado por Gendelman, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) buscan:
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Tomar y retener territorios estratégicos dentro de Gaza.
Forzar el desplazamiento de civiles hacia el sur del enclave con el argumento de garantizar su seguridad.
Cortar el acceso de Hamás a la ayuda humanitaria internacional, lo cual ha sido criticado por diversas organizaciones como una forma de castigo colectivo.
Lanzar ataques masivos y sostenidos contra infraestructuras clave y centros de mando del movimiento islámico.
Esta escalada se produce en un momento en que las tensiones internacionales sobre el conflicto han vuelto a alcanzar un punto crítico. La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, ha insistido en la necesidad de una tregua humanitaria y en la liberación de rehenes. Sin embargo, según Netanyahu, los ataques continúan debido a la negativa de Hamás a aceptar el plan de alto el fuego propuesto por Washington.
Consecuencias humanitarias y geopolíticas
El anuncio de este nuevo plan ha provoca preocupación humanitaria. El traslado forzado de civiles —aunque presentado por Israel como una medida de protección— puede constituir una violación del derecho internacional si implica desplazamiento forzoso sin garantías de retorno o condiciones dignas.
Desde el inicio de esta nueva fase de la ofensiva, la noche del 18 de marzo, las FDI han intensificado los bombardeos sobre distintas zonas de Gaza. El gobierno israelí ha reiterado que no cesará hasta lograr la liberación de los rehenes y la desarticulación total del aparato militar y político de Hamás.
(Con información de Sputnik)