Como enseña la geopolítica (conocida también como geografía política), la magnitud geográfica es determinante en la configuración de los niveles de poder de un país. A mayor extensión territorial, mayor disposición de tierras fértiles, riquezas naturales y otras fuentes de riquezas varias. Rusia ha sido, es —y lo será aún más en un futuro inmediato— una potencia enorme porque, en la vastedad de su territorio, tiene prácticamente de todo y en enormes cantidades. La política soviética de convertir un imperio de analfabetos en uno de los pueblos más educados del mundo ha hecho el resto. Los comunistas chinos siguieron esos pasos, convirtiendo a China en lo que es. En India ha ocurrido algo similar, aunque sin la radicalidad de soviéticos y comunistas chinos, lo que explica los enormes desequilibrios internos existentes, pero ello no hace demérito del nivel de desarrollo general alcanzado.
Es pertinente aclarar que la extensión no lo es todo. Canadá, el segundo país del mundo por dimensión territorial, es rico por sus recursos naturales. Sus principales exportaciones son petróleo crudo (123.000 millones de dólares), gas de petróleo (24.300 mdd), petróleo refinado (17.200 mdd) y oro (14.700 mdd), exportaciones dirigidas casi todas a EEUU (79 % del monto). Por otro lado, el 90 % del territorio canadiense está deshabitado y la casi totalidad de su población vive en la frontera con EEUU, lo que explica, en buena medida, que este país sea, realmente, un mero apéndice de EEUU.
Irán
Irán posee 1.780.000 kilómetros cuadrados, casi la extensión de México, con 90 millones de habitantes y una geografía múltiple que permite una diversidad de desarrollos, desde el agrícola y pesquero hasta el científico-técnico, apuntalado en sus vastos yacimientos energéticos. Irán produce la mayor parte del armamento del país y ha logrado —a base de inversión en ciencia y tecnología— convertirse en el país musulmán más desarrollado. Todo ello a pesar de las brutales sanciones económicas impuestas por el Occidente colectivo.
De Irán puede afirmarse, sin dudar ni exagerar, que es la mayor potencia de Oriente Medio y Próximo a partir de este dato esencial: goza de una enorme autonomía militar, científica, técnica, industrial y energética. Son esos los elementos que determinan el poder real de un país y los que hacen la diferencia entre los que son potencias derivadas o adminículos de una potencia mayor y real, de los países que son potencias genuinas. Irán es una potencia. Israel, un adminículo. Sin EEUU detrás, delante, abajo y arriba, Israel es un caniche ladrando a un león.
Ser potencia o aparentarlo
Vamos a ampliar la explicación de lo que es ser potencia y lo que es aparentarlo. Arabia Saudita tiene una montaña, casi una cordillera, de recursos económicos procedentes de sus inmensos yacimientos energéticos, de los mayores del planeta. Pero Arabia Saudita es sólo eso, una montaña de dinero. Todo su armamento proviene de EEUU y, en minúscula medida, de otros países atlantistas. Para usarlo, necesita del permiso de EEUU. Por su geografía desértica, importa prácticamente todo, desde cemento hasta cebollas.
De su debilidad estructural dio cuenta su criminal invasión de Yemen que, además de terminar en derrota (fue su Afganistán: armas modernísimas contra guerrillas dotadas de armas básicas), debió pararla cuando los drones yemenitas empezaron a destruir sus oleoductos y terminales petroleras. En Riad fue despertar a una pesadilla. No sólo que la guerra era carísima, pues hasta el último cartucho disparado era de importación, sino que los yemenitas podían dañar gravemente su única fuente de riqueza. La guerra terminó. A causa de cuatro centenares de drones relativamente baratos.
Explicado lo anterior, bajemos ahora a Israel. Tiene, hemos dicho, 26.000 kilómetros cuadrados y 7,5 millones de habitantes judíos (oficialmente; en la realidad son menos pues, en el último año, más de medio millón de judíos han retornado a sus países de origen; después del último ataque de Irán, es de suponer que otro número largo tomará la ruta del retorno). En ese exiguo territorio no hay minerales, apenas se dispone de suficiente tierra fértil, el agua es un bien sumamente escaso y, lo peor, eso lo deben compartir con ocho millones de palestinos. ¿Van agarrando la seña? Dejados a sus propias posibilidades, en Israel apenas tendrían para mal comer. Es el diluvio de fondos externos lo que les permite mantenerse vivos con respiración asistida. Dicho de otro modo, Israel es un país artificial, que existe por la masiva ayuda externa.
¿De dónde llega el dinero?
Empecemos con Alemania. En 1952 fue firmado el Acuerdo de Luxemburgo, por el cual, además de establecerse relaciones diplomáticas, se acordaron los pagos de reparación alemanes a Israel. Desde entonces y hasta 2021, los pagos de Alemania a Israel habían ascendido a más de 80.000 millones de euros. Al margen de esos pagos directos, Alemania quedó comprometida a proporcionar asistencia económica y técnica a Israel para fines múltiples, entre ellos —y en plano principal—, fortalecerlo militarmente. Los submarinos que posee el régimen sionista han sido todos donados por Alemania, que, en el presente, está comprometida a donar otros tres submarinos, mucho más modernos, a 3.500 mdd cada uno.
Vamos con EEUU. Desde 1948 Israel ha recibido 330 mil millones de dólares sólo en asistencia militar de EEUU. Es, con absoluta diferencia, el mayor receptor del mundo de ‘ayuda’ exterior estadounidense. Cada año, Israel recibe más de 3.000 mdd en asistencia militar de EEUU, como aporte fijo, al margen de la ‘ayuda’ que recibe en casos de emergencia.
Recientemente, el Senado de EEUU aprobó un proyecto de ley de ayuda exterior por un monto de 95.000 millones de dólares, de los cuales 14.000 millones serán para Israel. Según The Times of Israel, alrededor de 5.200 millones se destinarán a sistemas antimisiles y otras amenazas aéreas. Otros 4 mil millones se utilizarían para adquirir sistemas antimisiles de corto alcance para el sistema de defensa antimisiles «Cúpula de hierro».
Desde el 7 de octubre de 2023, Israel ha recibido apoyo militar masivo de EEUU en toda su amplia gama. Para diciembre de ese año, EEUU había enviado 230 aviones de carga y 20 barcos con armas y equipo militar. Según un informe de The Wall Street Journal de ese mes, las municiones enviadas estaban compuestas por:
• Más de 5.400 bombas MK84 y 5.000 bombas MK82 no guiadas.
• 1.000 bombas de pequeño diámetro GBU-39 y unas 3.000 municiones de ataque directo conjunto.
• 15.000 bombas y 57.000 proyectiles para artillería, enviadas en aviones de carga C17.
• En los últimos meses de 2024, según Al Jazeera, EEUU ha enviado más 1.000 bombas MK82 de 500 libras (227 kilogramos) y municiones de ataque directo conjuntas KMU-572, que pueden convertir municiones no guiadas en bombas guiadas.
• Según otros informes periodísticos, Washington habría enviado también espoletas para bombas FMU-139, por valor de decenas de millones de dólares.
• EEUU ha facilitado aproximadamente 21.000 misiles guiados de precisión desde octubre de 2023, según los informes de los medios.
• También se han enviado diversos tipos de municiones y armas variadas, entre las que se incluyen decenas de miles de proyectiles de artillería de 155 mm, miles de municiones rompe-búnkeres y 200 drones kamikazes.
A todo eso debe agregarse el enorme despliegue militar de EEUU y de sus aliados atlantistas en la región, que, considerando lo que cuesta este despliegue (una hora de patrullaje de un F-35 puede costar hasta 45.000 dólares), EEUU se estaría gastando cientos de millones de dólares por mes para amedrentar a los enemigos de Israel. Podríamos seguir y no pararíamos de contar.
¿Qué es, entonces, Israel?
Israel es un apéndice de EEUU, no una gran potencia militar autónoma. La idea de que es «la mayor potencia militar de la región» es una construcción propagandística sin ningún asidero real. Israel es, en Oriente Próximo, el Estado ficticio que pone las tropas que, si no existiera, tendría que desplegar EEUU. Al apoyar, financiar, armar y, de cualquier forma, sostener la existencia de un Estado ficticio, lo que EEUU hace es sostener y defender a su principal portaaviones terrestre en la región del petróleo y del gas. En ese sentido, Israel juega un papel similar al de Taiwán, al que Eisenhower llamó «el principal portaaviones de EEUU frente a China».
El papel de Israel como guardián de los intereses estadounidenses se ha visto revalorizado por la deriva de Arabia Saudita hacia China, hoy su principal cliente, y la creciente alianza entre Rusia e Irán.
Resumen: Israel aguantará lo que aguante EEUU. Cuando el poder estadounidense termine de diluirse, Israel seguirá los pasos del Reino Cruzado. Así son las cosas. Hoy, como hace mil años, eso producen las oscilaciones del poder. Hoy arriba, mañana abajo. Un Estado judío en Australia sería una buena opción. Mejor que en Canadá. Es más fácil domar canguros que osos polares.