"Los resultados demuestran de forma contundente que el lugar donde vivimos puede acelerar nuestro envejecimiento, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo y funcional. En un país con desigualdades como Brasil, estos hallazgos son sumamente relevantes para las políticas públicas", afirma Eduardo Zimmer, profesor de la UFRGS y uno de los autores del estudio.
Según los investigadores, un envejecimiento más rápido puede estar asociado a factores como: niveles de ingresos más bajos, mala calidad del aire, desigualdad de género, problemas migratorios, falta de representación política, libertad partidista limitada, derechos de voto restringidos y democracias frágiles.
Priorizar la reducción de las desigualdades
Los países con altos niveles de corrupción, baja calidad democrática y poca transparencia presentan tasas de envejecimiento más altas. Un extracto del estudio afirma que la confianza en el gobierno se asocia con una mejor salud. Mientras tanto, la desconfianza y la polarización política aumentan la mortalidad y debilitan las respuestas de salud pública.
Los científicos sugieren que las personas expuestas durante largos periodos a un gobierno inestable pueden sufrir estrés crónico, deterioro cardiovascular y deterioro cognitivo.
Los europeos (Francia, Alemania, Suiza, entre otros) y los asiáticos (China, Corea del Sur, Israel e India) experimentaron un envejecimiento más lento, mientras que los africanos, como Egipto y Sudáfrica, experimentaron un envejecimiento más rápido.
"Antes de centrarse en los riesgos individuales, las autoridades sanitarias deberían priorizar la reducción de las desigualdades sociales y el desarrollo regional para promover un envejecimiento poblacional más saludable", afirma Lucas da Ros, de la UFRGS, también participante del estudio.