Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Mundo

Museo de la Liberación

París inaugura museo a 75 años del fin del yugo nazi

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Hace 75 años, las palabras del general Charle de Gaulle (1890-1970) anunciaron el fin del yugo nazi en la capital francesa:” ¡París ultrajada! ¡París resquebrajada! París martirizada! Pero París liberada”

Detrás del grandilocuente discurso de aquel 25 de agosto de 1944 pronunciado por un líder que acaba de retornar de un exilio de cuatro años en Londres, se encuentran miles de historias de militares y civiles que estuvieron a la vanguardia del movimiento de oposición a la ocupación alemana.

Algunas de esas historias se cuentan en el Museo de la Liberación inaugurado en un lugar emblemático de la Resistencia en el sur de París.

En el subsuelo de un pabellón construido  a fines del siglo VXIII para servir de puesto aduanero, el operario Henri Tanguy, líder de la movilización en la capital, instaló la sede general a partir de la cual se llevó a cabo la supervisión del levantamiento. En seis días (del 20 al 25 de agosto) y con la colaboración decisiva de soldados franceses, españoles y estadounidenses en las ultimas horas, el motín llevaría a la rendición germánica.

Instalado a más de 20 metros de profundidad en bunker puede ser visitado. No quedó casi nada del mobiliario y de los equipos de comunicación utilizados por los insurgentes, pero está el “generador de ciclos” utilizado para producir energía y alimentar el sistema de ventilación por ejemplo.

El escondite se había sido construido en  vísperas de estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en 1938, con el propósito de albergar el comando de los servicios municipales de limpieza y  tratamiento del  agua en el caso que París se convirtiera en  foco de bombardeos como efectivamente sucedió o de ataques de gas. La función, nunca logró cumplirse.

Cien escalones por encima, el resto del museo presenta dos figuras clave de la Resistencia nacional: en las filas civiles, Jean Moulin (1899-1943) un alto funcionario del gobierno francés encargado por De Gaulle de coordinar los diversos grupos de rebeldes.

En el ala militar se muestra la actuación de Philippe de Hauteclocque(1902-1947) quien se conocería como el general Leclec, encargado de combatir el Eje en el frente africano (especialmente las posiciones italianas en Libia) y  engrosar la adhesión en las colonias de Francia ecuatorial(como gabón y Chad)  a la causa de Francia Libre.

Pero además de las referencias a la valentía del dúo, bastante conocido y reverenciado por el francés promedio, lo que más le interesa al museo son los retratos, carteles,  grabaciones de audio y video, documentos, objetos y ropa que intentan reconstruir el clima de una ciudad y un país en estado de sitio.

Los carteles  con el cordial nombre de “Venga a ser embajador de Francia de calidad  en Alemania” esconden el envío forzado de 600.000 trabajadores transfonterizos.

Menos efusivos, otros anuncios, y comunicados esparcidos por muros y calles prometen castigo, inclusive pena de muerte a quien no colaborara con el gobierno de Vichy  de Berlín.

Las vitrinas recogen también diarios clandestinos y tratados de los grupos insumisos que desdé noviembre de 1940 organizaron protestas y actos de sabotaje a equipamientos nazis y empresas locales que contribuyeron a la guerra alemana.

La penuria de los parisinos delante de la falta de gasolina, carbón, cuero y hasta comida se encuentra estampada en las libretas de racionamiento.

De 1941 a 1944 la porción de carne bovina destinada a cada habitante de la capital se redujo de 250 gramos para 90 gramos (eso, si la carne no faltaba)

El recorrido termina con la celebración del 25 y 26 de agosto ( hubo un desfile en la avenida Campos Eliseos) a la espera de que un ama de casa cosiera un vestido con los colores de la bandera francesa y con los diseños del monumento de París.

La pieza se encuentra expuesta al lado de una instalación audiovisual que revive la euforia en las calles de Paris pero también su antítesis perversa: la humillación pública de mujeres sospechosas de colaborar o mantener relaciones afectivas con militares alemanes.

Muchas de ellas tuvieron la cabeza rapada o fueron marcadas con esvásticas sufriendo una forma de ultraje no limitado solamente a grupos nazis.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO