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Sociedad

MARCELO ABDALA

Pecho ’e fierro

Marcelo Abdala construyó un largo e intenso camino de confianza, amistad y sinergia con Fernando Pereira durante los años en los que compartieron -desde distintos lugares- la conducción de la política sindical del Pit-Cnt. Hoy a cartas vistas y con un referéndum a la vuelta de la historia, fuimos a dialogar con Abdala para que nos hablara, en espacio de ideas y reflexión, sobre el futuro del movimiento sindical y los desafíos por asumir.

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Producción: Viviana Rumbo

Allá abajo, se amontonan cajas, volantes, revistas y diarios viejos. Un piano disfónico resiste el paso de los aporreos de ocasión, de quienes buscan y nunca encuentran las notas redundantes de la sonata Para Elisa, ni mucho menos a Chopin. Allá abajo es espacio de encuentro con la historia. Las paredes recuerdan y explican los cimientos de la unidad sindical y su épica defensa de la democracia, en todos los tiempos posibles y también en los imposibles. Allá abajo, en el anfiteatro Idea Vilariño-Mario Benedetti, la música, el teatro y la poesía se suelen abrazar con charlas sobre feminismo, tecnología, industria, deporte, hambre, violencia, racismo, educación, vivienda, paz, política, turismo, gastronomía o cooperativismo. Allí abajo está el Pit-Cnt. Construyendo un camino silencioso, de ideas y reflexión y propuestas y futuro. También allí abajo se preparan canastas y cajas y envíos solidarios repletos de alimentos para las y los compatriotas que el neoliberalismo descartó alegando falta de méritos. Allí está el alma de la central sindical. Un poco más acá, entre urgencias y micrófonos, con o sin conferencia de prensa, las cámaras van y vuelven en busca de definiciones, respuestas y posibles titulares que ocuparán portadas ansiosas que -posiblemente- rechinarán a editorialistas -más o menos conspicuos- de esos que esconden inconfesables aspiraciones por llegar a ocupar un lugar en algún panel de la TV y ser trending algo. Mientras tanto, allí abajo, en días de agendas recargadas por la preparación del congreso, Marcelo Abdala habló de los desafíos que enfrenta el movimiento sindical y particularmente de su nuevo rol en la conducción; del trabajo colectivo, la construcción de la unidad y la búsqueda del diálogo, «siempre». A punto de recibirse de licenciado en Sociología y a punto de otras cosas -también importantes en su vida y en la del movimiento sindical- Abdala habló de su confianza feroz, inquebrantable, pura, dura y persistente, en el futuro.

 

La movilización del 15 de setiembre marcó -entre otras cosas- el encuentro del campo y la ciudad detrás de una plataforma bastante más amplia y abarcativa que la ya conocida del movimiento sindical. ¿Cómo crees que está leyendo el gobierno este nuevo escenario?

No lo sé, pero claramente a través de algunas declaraciones y señales, se notó mucho nervio y molestia por parte de algunos voceros del gobierno. Creo que ellos parten de la base de que el campo en general, en abstracto, es parte de su base social y yo creo que se equivocan, porque el campo no es una cuestión uniforme. Las clases sociales y su disputa es algo que existe en todos lados. Una cosa son los asalariados rurales, los productores empobrecidos por la primarización, por la extranjerización de la tierra o el agronegocio como tendencia dominante a la supeditación del país al mercado internacional y otra cosa muy distinta es la realidad de los grandes capitalistas. En este país, hubo una terrible reforma agraria de carácter capitalista y nosotros tiramos una mano porque el movimiento obrero lucha por una nueva forma de convivencia en la sociedad uruguaya, un nuevo contrato social, en cuyo seno está el trabajo de todos y todas, y obviamente eso incluye a asalariados rurales, aspirantes a colonos, colonos, productores agropecuarios familiares, entre otros. Son parte de una alianza objetiva con la población asalariada.

 

Esa movilización del 15 tuvo cierto tono de celebración, con bailes folclóricos, mucha musicalidad. ¿Fue un acto reivindicativo pero en el que se defendió la alegría?

Sin duda. Eso fue lo que reflejó y es una pena que la respuesta oficial haya sido el enojo. Lo lógico hubiera sido que el gobierno incorporara las diferentes visiones para generar caminos democráticos de estudio y negociación. El nuevo estado de ánimo masivo que quedó reflejado en la movilización. Allí se vivió una jornada reivindicativa en un clima de felicidad, de alegría del reencuentro, de mano tendida al arte, a la historia con Artigas, a los sectores laboriosos del campo, con las ollas populares. Toda esa buena energía pudo haberse leído favorablemente por el gobierno. Sin embargo, es una pena que se hayan agudizado algunos planteos antisindicales que ya se venían manifestando con anterioridad. Es una lástima que la respuesta haya sido esa pero nosotros seguiremos por el camino de las propuestas, ideas y por supuesto, la celebración de la alegría de encontrarnos codo a codo en las calles.

 

En el mundo hay quienes hablan de «la derecha histérica» que dispara alaridos y bombas de humo en shows de la TV e incluso en los ámbitos parlamentarios, para evadir los problemas reales de la gente. ¿Crees que ese fenómeno comienza a ganar territorio acá?

Sí, absolutamente. Inclusive en los días previos y cuando se olfateaba que la movilización iba a ser enorme, el presidente de la República pretendió debatir con la plataforma y con la perspectiva ubicada allí, estableciendo una obviedad de que se trataba de un paro político. Yo creo que esa fue una señal de debilidad. Porque es evidente que el movimiento social interviene en el quehacer político cuando se pronuncia sobre las políticas públicas. El movimiento social establece posturas e ideas que, todavía como borrones, implican otra visión, otro proyecto de país. Sorprenderse por esto es no entender la característica de la democracia uruguaya. Es decir, en Uruguay hay un rol central de los partidos políticos y de la institucionalidad que defendemos a rajatabla. Aunque quisiéramos transformar en un sentido de profundizar la democracia, porque también está la democracia capilar, la democracia desde el pie, la democracia desde abajo, la de la olla popular, la de la compañera en el plenario intersindical que realizó una colecta para resolver el ómnibus que ayudó a que la gente que venía de lejos tuviera qué comer. La democracia de los sindicatos, del movimiento obrero, que se constituye cada día como un actor de peso en defensa del trabajo y del salario. Todo esto parece que algunos integrantes de la coalición de gobierno que no lo logran entender. Y creo que también por ello es que se llevaron tamaña sorpresa cuando logramos las 800.000 firmas. No entendieron que en Uruguay hay otra cosa distinta a lo que algunos creen. No es magia, es el papel de las masas.

 

El gobierno ha comenzado su campaña en defensa de la LUC, señalando que si triunfa el Sí, habrá que liberar y sacar a los presos a las calles. ¿Cómo hay que leer este tipo de argumentos? ¿Crees que se planteará una campaña desde el grotesco?

Esos argumentos son la brocha gruesa, la cuestión fácil de asustar y tratar de espantar. Creo que estaría bueno que el gobierno afinara sus argumentos. A mí no me molesta que el Poder Ejecutivo intervenga en el debate porque fue el que impulsó la LUC. Pero, reitero, sería deseable que afinara un poquito sus argumentos, porque la población se merece un debate de ideas y no de estas bolazos. Pero yendo al fondo, la coalición establece como defensa central de la LUC la cuestión de la seguridad. Y creo que es razonable que nos preguntemos si se puede construir una sociedad más segura desde un punto de vista humano. Cuando yo hablo de seguridad me refiero también a la seguridad en el trabajo, de seguridad social y de derechos sociales. Esa base de derechos es la que posibilita confrontar la realidad del delito. Por supuesto que reconozco que el delito debe reprimirse pero también sabemos que la cárcel como institución no sirve para rehabilitar prácticamente a nadie. Hoy hay una enorme discusión desde el punto de vista de los DDHH en la cárcel. Por tanto, hay mucho para dialogar sobre estos temas y también hay algunas cuestiones que no están en discusión.

 

¿Por ejemplo?

El total respaldo a la Policía. Eso no está en debate, es claro. Como hay que respaldar la convivencia ciudadana y la paz de los seres humanos. Y no debería estar en discusión que una política solamente represiva, que no apuesta al trabajo de la gente, ni a la educación, ni a valores culturales, puede ser solución a los problemas de seguridad. Pero posiblemente es una discusión que tengamos que dar y me parece bien que lo hagamos como sociedad. Porque el discurso de la seguridad está directamente relacionado con otros capítulos de la LUC, particularmente sobre la regla fiscal que impide que el Estado desarrolle políticas contracíclicas en medio de una pandemia. La falta de inversión en educación genera inseguridad, la utilización de la regla fiscal genera inseguridad, esa es la discusión que queremos dar sobre la LUC. Obviamente desde una perspectiva jurídica con respecto a los 135 artículos que queremos que se vote sí a su anulación, pero con una perspectiva política de cuál es el proyecto de país que le conviene a las y los uruguayos.

 

¿Crees que la discusión se va a dar en esos términos? Te lo pregunto porque hay distintos episodios que parecen ir por otros carriles. Los que involucraron al entonces presidente de la Cámara de Representantes, Martín Lema, mandando callar a una diputada que hablaba de violencia machista, y recientemente la vicepresidenta Beatriz Argimón mandando callar a los gritos a un senador de la oposición no parecen ser de un espíritu muy dialoguista que digamos.

El diálogo que nosotros tenemos es por abajo, es con cabeza grande y con tres millones de uruguayos. Si algunos quieren hacer el ridículo, allá ellos.

 

¿Cuánto pesa que en el panorama político actual que un senador del gobierno diga que le preocupa que el Pit-Cnt intente socavar la democracia?

Es una estupidez que alguien diga eso. Además, demuestra no conocer la mejor historia del país. Cuando aquí se lesionaron las instituciones, fue la clase trabajadora quien respondió de inmediato con la huelga general en defensa de la democracia, una decisión que por otra parte había sido analizada y discutida siete años antes, para que caso que hubiera un quiebre institucional. Así que, es exactamente al revés de lo que sugiere ese senador. No existe forma de un camino de prosperidad para la clase trabajadora y de las grandes mayorías del pueblo, si no es por la carretera ancha de la democracia profunda. El movimiento obrero, por definición, es constructor de democracia. Decir otra cosa es ser ignorante desde el punto de vista de la historia.

 

El Pit-Cnt cuestiona las privatizaciones, denuncia el desmantelamiento de las empresas públicas y la entrega del puerto a un monopolio privado internacional. Desde tu visión, ¿Uruguay está viviendo un proceso similar al de los años 90?

Yo creo que quieren hacer lo mismo que a principio de los 90 pero con una táctica mucho más fina. Personalmente creo que quien la formuló de manera más clara y al detalle fue el doctor Julio María Sanguinetti cuando dijo que «hay que desplumar al pollo de a poquito para que no grite» (sic). Él lo decía para cuestiones más generales pero creo que en este caso es lo que están haciendo. El problema es que de continuar por este camino está en juego la propia viabilidad del país. En un mundo pos pandemia, cada día más desigual, con una enorme grieta geopolítica entre la economía norteamericana -que va perdiendo peso relativo en el mundo- y el ascenso de China, aquí en América Latina tenemos que optar: si creemos que estamos condenados a tener un papel supeditado en la economía internacional o podemos abrir caminos que resuelvan simultáneamente desarrollo económico y más igualdad. Eso es lo que está arriba de la mesa y creo que una de las fortalezas que tenemos en Uruguay para desarrollar el aparato productivo, es con las empresas públicas. Si pensamos solo desde una perspectiva mercantil o de negocios transnacionales, no vamos a poder desarrollar un territorio en el que podamos caber todos.

 

Todas las cifras oficiales demuestran que en Uruguay se incrementó la pobreza. ¿Cómo se sale de este escenario actual con 100.000 nuevos pobres, con las inequidades en el reparto de la riqueza que se siguen acentuando?

Los datos de nuestro país convergen con los datos universales. Estamos en un capitalismo cada vez más concentrador y excluyente. Creo que hay que tomar el toro por las guampas. Se trata de pensar y construir las condiciones de una sociedad nueva y una convivencia nueva entre los seres humanos. Si coincidimos que este es el objetivo, lograr un nuevo proyecto de país, se debe armar un programa y ese creo es el desafío central del próximo congreso: un programa y una estrategia que permita elaborar ese programa a las grandes mayorías de nuestro pueblo, casi sin exclusiones, donde queden fuera solamente aquellos que están interesados en mantener sus privilegios actuales.

 

El movimiento sindical contribuyó a sostener las ollas populares. ¿Qué es lo que más duele del hambre?

Para mí la peor cara del hambre y de la desigualdad es ver los pies descalzos de los gurises en el asentamiento cuando hay mucha agua y hace mucho frío. No deberíamos tolerar que nadie viva en esa condición. Y también es la cara de tristeza del laburante que se ganó la vida permanentemente en el trabajo y que para llevar algo de sustento a su familia, está haciendo la cola en una olla popular. Te das cuenta de que allí hay un trabajador, hay esa dignidad que te da el trabajo y cuando no tienen más remedio que acudir a la olla para alimentar a sus familias, ves la verdadera cara de tristeza de la gente. Eso es acalambrante, es terriblemente duro.

 

Hubo actores políticos del gobierno que sospecharon de la gente que se alimenta en las ollas de «comer mucho» y repetir dos platos.

Se ha dicho cualquier disparate pero desde la ausencia. Por suerte, hay reservas en la sociedad uruguaya que organizaron la solidaridad, pero si me decís qué tipo de Estado, y conducción del país queremos debería ser con un gobierno junto -casi un socio- de los movimientos sociales en la organización y potenciación de la solidaridad. Pero para esas cabezas en donde si no sos malla oro no existe nada, los resultados de hambre en una pandemia que extrema la desigualdad, son tan solo daños colaterales.

 

¿Se está pensando en abrir más espacios de encuentro de cara al congreso?

Sí, y es lo que preanunció la movilización del 15. No es casual que hagamos un despliegue territorial para dialogar con 3 millones de compatriotas, para que voten el Sí a la derogación de la LUC, sin preguntarles a qué candidato votaron. ¿Cómo se llamara eso? No importa el nombre. Pero será algo similar al Congreso del Pueblo. Y también tiene que ver con cumplir a cabalidad las tareas defensivas mientras el gobierno intenta procesar un ajuste del gran capital contra el trabajo.

 

¿Cómo se está procesando la transición de cara al congreso?

Creo que el centro es la discusión estratégica sobre cuál es el camino que habrá de tomar el movimiento sindical a partir del congreso. Lo vinculado a la orientación, al programa, a ir montando una organización adecuada, ya en la segunda década del siglo XXI para organizar a la gran mayoría del pueblo trabajador. Dije pueblo trabajador y no dije asalariado a propósito, porque hoy emergen nuevas formas de relación con el trabajo que a veces pueden estar en el límite de considerarse asalariados, aunque son trabajadores dependientes. Como lo que sucede a partir de las aplicaciones, por ejemplo. Precisamos un movimiento sindical que organice, nuclee, convoque y haga la autodefensa de cientos de miles de compatriotas que hoy no están en el movimiento sindical, muchas veces porque no pueden. Creo que será un congreso sumamente trascendente. Va a montar la estrategia de cómo defender los derechos frente a la contra ofensiva del capital y la pérdida de derechos. Y va a buscar el ángulo para rodearse de pueblo, de alianzas para retomar la iniciativa. Todos los congresos son importantes, pero este es clave porque responde a las nuevas condiciones de un momento nuevo.

 

Más allá de todo eso, también hay cierta expectativa en otros aspectos. Hay analistas que te colocan como el nuevo presidente. ¿Cómo lo ves?

Definida la orientación, los elementos de programa, la organización es decir, el congreso, elije una dirección. Yo creo y apuesto firmemente al criterio de dirección colectiva y responsabilidad individual. Creo que hay que generar la condición para que la Mesa Representativa sea cada vez más conducción del movimiento sindical. Y eso pasa no solamente por su integración sino por el método de trabajo, por las responsabilidades, los mecanismos de gestión y el control de desarrollo del plan; cómo las compañeras y compañeros de la Mesa Representativa están, no solamente a la hora de discutir la resolución o la orientación, sino de implementarlas, todos involucrados en un equipo de dirección.

Es notorio que nosotros estamos perdiendo un militante de primera línea, un ser humano excepcional, un amigo en el caso personal, como es Fernando, cuya principal virtud -además de expresar siempre sus puntos de vista de manera fraterna y clara- es que siempre y en todo momento fue cuidadoso de la unidad en la diversidad de este movimiento. Y trabajó en equipo conmigo en todas las horas. Evidentemente que aspiramos a que la construcción de la dirección colectiva logre resolver las cuestiones que Fernando ayudaba a resolver. En ese cuadro, no tenemos problema de asumir la responsabilidad que el equipo entienda. Sin endiosar las responsabilidades porque la ideología dominante habla de la «cúpula» del Pit-Cnt y es al revés, nosotros tenemos una pirámide invertida, la cúpula es el congreso, la cúpula es la clase trabajadora y al congreso se supedita la MR y el Secretariado.

 

¿Por qué estás tan rodeado de jóvenes en el trabajo en la central? ¿Qué rol crees que tienen que cumplir?

Es el dinamismo, es lo nuevo, la práctica, la comunicación y la visión del siglo XXI. Una de las labores de una dirección es preparar una dirección mejor, es decir, todos nosotros tenemos la responsabilidad de construir relevo, en cada uno de nuestros sindicatos y a nivel del Pit-Cnt en general. En ese sentido la juventud trabajadora cumple un rol central a todo nivel y la dirección que se elegirá debe tener esa dialéctica de continuidad y renovación, de lo contrario, podés quedar anquilosado.

 

¿Cómo será el nuevo relacionamiento del Pit-Cnt con el gobierno, con el equipo económico, con la cultura, los feminismos y la sociedad toda?

Con todos. Cuánto más diálogo mejor. Obviamente sabemos que el diálogo no significa necesariamente la construcción de acuerdos, porque hay posiciones distintas. Con todo el mundo, incluso el gobierno honesto, cuánto más diálogo mejor. Con el campo popular y sus organizaciones más que eso, integración, cabeza grande, trabajo conjunto, reconocimiento del rol que cada uno cumple, incorporación del aporte en la diversidad del campo popular. Aquí no hay una visión hegemonista de nuestra parte, aunque nadie puede desconocer el rol del movimiento sindical como la principal organización social. Pero seríamos necios y tontos -y no nos ayudaría a defender el interés del trabajador- si no abrimos siempre la cancha. No podemos dejar de incorporar el saber hacer de la enorme diversidad de los movimientos sociales. Si tengo que tratar temas vinculados a la problemática agraria necesito escuchar y aprender de las y los compañeras que están en el día a día en la temática. Son quienes tienen que empoderarse para levantar sus planteos y nosotros incorporarlos. Lo mismo con los feminismos y con todos los ámbitos de la sociedad. Si agudizamos nuestra capacidad de escucha podemos incorporar muchas perspectivas que en la lucha del conjunto son fundamentales. Esa diversidad para mí es central, es muy importante como trabajamos con ella y veamos de qué forma la atendemos. No desde el punto de vista que quiere el capital, que es fragmentar, dividir y atomizar. Nosotros construyendo, de igual a igual, con todos, el campo popular para un avance de nuestro pueblo.

 

¿Cómo será el Pit-Cnt después de Fernando Pereira? ¿Lo vas a extrañar?

Todos los días. Ya lo estoy extrañando. Pero en cuanto a la otra parte de tu pregunta, creo que va a ser un Pit-Cnt encabezando la lucha de los trabajadores y del pueblo para una vida mejor. Tiene que ser un Pit-Cnt de mucha conversación entre los distintos compañeros que actúen a todo nivel.

 

Por lo que se ha visto, la transición se está dando con brindis, canciones, abrazos y tono de celebración y agradecimiento. Nada que ver a los presagios de crisis y rupturas que algunos auguraron cuando se conoció la decisión de Pereira.

¡Sí! Hay buena onda. Creo que hay confianza en el futuro y en la clase trabajadora. Creo que todos los que estamos aquí, los que estuvieron y los que van a estar, tuvieron, tenemos y tendrán un elemento común que es la confianza en el rol de la clase trabajadora.

 

En los próximos días, ¿te va a cambiar la vida?

Sí porque creo que me están por volver a llamar de Tsakos Industrias Navales para trabajar allí. Por lo menos así me lo han comentado tanto los representantes de la empresa como mis compañeros del comité de base de la Umtra.

 

Disfrutas cuando te convocan. Sos de compartir en tus redes lo que vas aprendiendo en tu trabajo como metalúrgico.

Es un tiempo que disfruto un montón. Primero que nada que es un trabajo y eso es todo para nosotros. Además, a mí me gusta mucho lo que hago allí y hay excelentes compañeros, hay mucha buena onda. Y también cuando estoy ahí logro descansar un poco la cabeza (risas).

 

¿Qué te dice la familia de lo que se está por venir?

Me preguntan cómo pienso hacer con los tiempos porque tengo muchas horas de trabajo, estudio, reuniones en los Consejos de Salario y otras de elaboración del documento borrador de base de la discusión para el congreso. Les preocupa que duerma poco y ocupe tantas horas en las distintas responsabilidades.

 

¿Te dará el tiempo para recibirte de sociólogo este año?

Estimo que sí. Estoy terminando la tesis -vengo atrasado con eso-, pero, como saben, no tengo una vida fácil (risas). Quiero terminar esa carrera que me llevó mucho trabajo, tanto en lo académico como tratando de utilizar la experiencia sindical para aprender. Yo aprendí mucho de la clase obrera, de la clase trabajadora. Y ya hice los cuatro años de la licenciatura y me falta la tesis final. Y está bueno cerrar etapas.

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