El ser humano carece de la estructura física para vivir a la intemperie, como contrapartida tiene la capacidad de improvisación para montar estrategias de supervivencia para salir adelante. Más allá de eso, hay procesos de exclusión social en lo residencial que dejan a la persona literalmente a la intemperie o, en ocasiones no tan dramáticas, bajo protección en los refugios. En Uruguay hay mil seiscientas personas en situación de vulnerabilidad que son atendidas diariamente por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), mientras que 700 están en situación de calle. Esta temática social complicada fue abordada por el Seminario Internacional Red Calle Latinoamericano que se llevó adelante en la sede del Mercosur, en Montevideo.
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Una mirada global
Desde que elaboró su tesis en la Universidad Autónoma de Madrid, el sociólogo Pedro Cabrera investiga la situación de las personas sin hogar. De eso pasaron casi 30 años y Cabrera sigue en la misma ruta, trabajando en una universidad de la congregación jesuita.
Cabrera estuvo en Montevideo para ver cómo se puede articular el trabajo de RED Calle, ya que él se desempeñó durante años como sociológo en la Feansa.
Cabrera explicó a Caras y Caretas que hay que tratar de ahondar en la búsqueda de los motivos por los que hay personas en situación de calle, pero que las razones son tan amplias que se eligió descomponerlas en algunos ítems: “Uno tiene que ver con determinadas conductas o disfunciones que la persona ha incorporado por equis razones, que pueden ir desde la salud mental hasta con el consumo problemático de sustancias o infracciones legales”, indicó, mostrando que esto se refiere a factores que, aunque sean explicables por diferencias sociales, los vive el individuo.
En cambio, Cabrera sostuvo que también hay causas que tienen que ver con la estructura social de un país: “Estas son cambiantes, lógicamente, por ejemplo, la situación demográfica: puede haber más envejecimiento, más o menos grupos de extranjeros. Otras razones a tener en cuenta es lo laboral, porque hay lugares donde prima la informalidad y esto se trasluce en el funcionamiento general de la economía, en el mercado y en la vivienda. No es lo mismo el caso de Viena donde hay centenares de miles de viviendas públicas a las que la gente accede en un régimen de alquiler contenido que un sitio donde no hay esas ventajas de gestión”, dijo.
Dentro de la realidad de las personas en situación de calle, no se pueden obviar bajo ningún concepto los factores institucionales, que tienen que ver con cómo funcionan los distintos países con esa problemática: “Hay lugares donde la mayoría de los centros que trabajan con personas sin hogar son privados y confesionales. Si bien la lógica funciona con un sistema de temporalidad muy delimitado: ‘Puede entrar usted a las 7 de la tarde, pero a las 9 de la mañana tiene que estar afuera’, o por lo que era muy habitual en otro momento: ‘Te doy alojamiento durante tres días, pero luego te tienes que ir’, o los lugares donde no pueden entrar gente con mascota, u otros según el sexo, también están los factores que tienen que ver con las relaciones: “Los divorcios, la pérdida de contacto con la familia, las quiebras en la red más íntima de apoyo. El proceso de emancipación es temprano, con lo cual una persona con 18 años se espera que viva fuera de la casa de sus padres, casos en los que unos encuentran un lugar y otros no; en el sur de Europa hay más contención y los hijos tienen 29 años y, si no pudieron independizarse del hogar, continúan con sus padres sin que sea mal visto”, afirmó.
“Por último, están las causas individuales. Entonces, antes de pensar por qué en Montevideo se ven tantas personas en situación de calle, hay que tratar de ver más allá, encontrar la búsqueda de los motivos en el individuo que está en la calle”, redondeó Cabrera.
La situación en Uruguay
En diálogo con Caras y Caretas, la directora del Mides, Eleonora Bianchi, dijo que las causas que las personas expresan para vivir en la calle son múltiples, pero no todas están afines a ir a un refugio y dentro de esas 700 personas que optan por quedarse en la calle los principales motivos están vinculados con la comida o los robos.
En lo que respecta a quiénes utilizan centros, conocidos como “refugios”, Bianchi dijo: “Las personas que optan por algún centro suelen trabajar, pero sus ingresos no llegan a cubrir las necesidades de ropa, cobijo y alimento. Nos ha tocado tener personas de manera temporaria, que nos utiliza como un recurso más, pero cuando tienen algún dinero se van a una pensión”.
Entre las preocupaciones por la gente que se queda en la calle porque tiene mascotas, Bianchi aseguró que hace un tiempo se abrió un centro de baja exigencia, “pero no dio resultado”.
La jerarca explicó que se ha encontrado una nueva modalidad para resistir a la intemperie: “Son gente que se agrupa y ocupan espacios públicos, se resisten a ir a los centros, por lo que habrá que encontrar alternativas”.
Es notorio que lo que más preocupa a Bianchi es cómo trabajar para que la gente no llegue a la calle: “Lo que se debe ver es, por una parte, quiénes somos todos los actores involucrados en esto; por otra, cuáles son las vías por las que la gente llega a la calle. Nosotros no encontramos todas, pero con algunas ya nos topamos: con los privados de libertad que no tienen a dónde ir y van a llegar a la calle, o al muchacho o a la muchacha que vivió institucionalizada. Como Estado deberíamos trabajar en ese camino previo a la salida de las instituciones”.
El trabajo del que habla Bianchi, obviamente tiene que ver con la construcción conjunta del vínculo de esa persona con la sociedad, o lo que, dicho en otras palabras, se trataría de salir con un proyecto de vida, que incluya un lugar dónde vivir, con una estrategia para que sea viable, como tener un trabajo o haber estudiado antes: “El secreto está en evitar que la gente llegue a la calle; en eso estamos”, concluyó.