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Política Bordaberry | Pedro | AUF

intervenciones y pliegos

Bordaberry, el inquisidor: Pedro va por su DINARP y la policía propia

El rol de Pedro Bordaberry en la AUF junto a Eduardo Ache, el beneficio propio y la plata en juego.

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Caras y Caretas Diario

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El 11 de noviembre de 2018 yo escribía en estas mismas páginas refiriéndome a la intervención que dos meses antes había recaído sobre la AUF y que había impuesto a Pedro Bordaberry como representante de la confianza de FIFA y Conmebol, más precisamente de Alejandro Domínguez.

En aquel crucial momento me preguntaba qué había ocurrido para que estallara un caos de tal dimensión para que la solución pasara por un golpe de Estado que nos dejara en manos de este Federico Lecor del siglo XXI, cuya familia se ha especializado en alcanzar posiciones de poder mediante la interrupción de la línea blanca de la legalidad por la línea negra de la usurpación de la ley.

La diferencia es que, en lugar de que nuestros destinos quedaran en manos del Barón de Caxias, pasamos a ser gobernados desde Asunción por el sospechoso clan familiar Cartes-Bordaberry-Domínguez.

Bordaberry cesó como interventor de AUF en febrero del año siguiente luego de haberse asegurado un estatuto que consagró la virtual confiscación de los derechos económicos del fútbol a los clubes profesionales.

El sacrificio, naturalmente, no fue gratis, tras los más de medio millón de dólares que obtuvo Pedro como honorarios en la intervención de la AUF que acumuló a su sueldo de senador de la República, poco después fue contratado por el Manchester City por otra fortuna —ahora en libras esterlinas— para dirigir el Torque en su instalación como SAD en el fútbol uruguayo.,

Porque Pedro se sacrifica siempre, pero nunca gratis.

Mucho se ha escrito sobre la reforma de estatutos y sobre el ingreso de los “grupos de interés” al gobierno de la AUF. Pero son pocos los que se animan a explicar la verdadera razón: una gigante transferencia de recursos económicos y poder político en manos de la dirección de la AUF y su selecto grupo de amigos venales, alcahuetes profesionales, “socios estratégicos” y operadores en general.

Con los nuevos estatutos se pudo “garantizar” una elección que colocara a Ignacio Alonso a la cabeza de la AUF, un instrumento que demostró una gran utilidad para lograr el objetivo primordial, que parece haber sido el vaciamiento de la AUF, que desde entonces perdió más de 15 millones de dólares en patrimonio contable registrado, y cifras incalculables de ingresos que hasta ahora nadie sabe a dónde fueron a parar, y cuya dilucidación depende de las horas que la contadora de Fiscalía pueda dedicar al asunto, que, como se supo hace unos días, fueron pocas y con escasa pulcritud profesional.

El aliado de Pedro

Mientras Bordaberry se dedicó a llevar adelante una lucrativa carrera como asesor de City Torque, Eduardo Ache se dedicó a desestabilizar cualquier intento de la directiva del Club Nacional de Fútbol por seguir un camino independiente de los mandatos de la claque que se esconde detrás de la figura de Ignacio Alonso.

Si en el medio ocurría algún desbarajuste económico o deportivo, siempre se podía acudir a Alejandro Domínguez para que “cuidara” a Nacional o cualquier otro club que amenazara con salirse del cartel. Es así que el año pasado, luego de que quedara al desnudo el patrimonio negativo de AUF, desde Conmebol se anunciaba un reparto “extraordinario” que le significaron a AUF, supuestamente —decimos supuestamente porque a esta altura poco de lo que exhibe AUF es comprobable con documentos—, un ingreso por 11 millones de dólares.

Pero con ello no bastaba. Ya desde la intervención misma se sabía que en 2025 se licitaban nuevamente los derechos, y que para consolidar el control absoluto del negocio del fútbol era necesario sacar a Tenfield, porque Casal era el único que tenía espalda para aguantar semejante patota. Probablemente tuvo alta incidencia en la decisión de Bordaberry de marcar su regreso a la política, aprovechando el desplome de Cabildo Abierto.

Bordaberry en el vértice del Partido Colorado y Eduardo Ache habiendo logrado ganar incidencia en Cabildo Abierto ahora van por la liberalización de las apuestas deportivas, olvidando los valores de la familia y la moral cristiana.

La debacle económica de los últimos años marca que AUF llega a esta instancia debiéndole a cada santo una vela. Se le debe al ministerio del interior, a la OSE, a la agencia de viajes, a la OFI, a la DGI, al BROU, a los jugadores de la Selección, prácticamente a todo el mundo. Eso no ha quitado que los clubes “amigos” como Rampla Juniors hayan recibido cifras millonarias en dólares a modo de premio a su lealtad para consagrar el saqueo organizado y sistemático de los dineros de los clubes.

Lógicamente que, para lograr tamaña arbitrariedad en el manejo de los fondos, la AUF se salteó todo tipo de normas legales y estatutarias, lo que viene siendo denunciado por los clubes al MEC desde hace tiempo.

La novedad en ese ministerio fue que hace unas pocas semanas la cartera dirigida por el ministro Carlos Mahía pasó una resolución exhortando a la AUF a reconocer la personería jurídica de la Liga de Fútbol Profesional. Esto no es menor, ya que ante el manejo arbitrario que hace la AUF con los dineros del fútbol profesional, estos decidieron agruparse y reclamar el control de la economía de su negocio.

Semejante “tate quieto” claramente molestó a Pedro Bordaberry, que desde chico está habituado a que se satisfaga su voluntad, con independencia de limitantes legales o de mera convivencia en una sociedad civilizada.

Claramente alarmado por la posibilidad de que los clubes no votaran el pliego licitatorio de los derechos de televisión propuesto por AUF, Bordaberry decidió hacer uso —una vez más— de su poder político para convocar al ministro Mahía a la Comisión Especial de Deporte y Juventud de la Cámara de Senadores. Para justificar la intempestiva convocatoria, en su rol de senador de la República, Bordaberry afirma que “la Asociación Uruguaya de Fútbol ha dispuesto un proceso transparente y público de licitación de sus derechos comerciales, con el objetivo de multiplicar al menos por tres los ingresos que actualmente percibe”, dejando entrever que el ministro Mahia podría haber sucumbido a las fuerzas de la “opacidad” que se oponen a que los destinos de la familia del fútbol uruguayo sean conducidos por los caprichos de una oligarquía paraguaya.

Lo que no dice Bordaberry en su misiva a Mahía es que el pliego incluye una cláusula que le permitiría a AUF condicionar quiénes pueden ser los periodistas contratados por la empresa que gane los derechos de televisión, medida que nos trae a la memoria la época triste en que los uruguayos éramos clasificados A, B o C. Quizás su idea pase también por encomendar a Roberto Lafluf y su empresa Avisa la reactivación de una DINARP privada al servicio de sus intereses, que logre consolidar y homogeneizar el mensaje que él mismo sabe y decidió que es el que deben recibir los uruguayos. Una DINARP propia, el sueño dorado de su padre, cuyas aspiraciones de eliminación de los partidos políticos provocaba escozor hasta en los miembros más reaccionarios del generalato que nos gobernó durante los años más oscuros de nuestra historia.

Probablemente Bordaberry haya calculado que convocando a Mahía al son de los tambores de la “transparencia” iban a pasar más desapercibidos los horrores que aparecen en el pliego, del cual la DINARP de periodistas es solo uno de los más fácil de comprender.

Otra aberración es la pretendida subrogación de funciones de la autoridad de competencia estatal por parte de la AUF, quien se atribuiría ilegítimamente potestades inherentes a la Policía administrativa, tales como la imposición de condiciones comerciales a terceros, la implementación de canales de fiscalización, e incluso, la potestad de aplicar sanciones.

Con esto a la DINARP se le agregaría una policía propia. ¿Qué más podrían desear Bordaberry y Alonso para custodiar sus sacrosantos intereses?

Al momento del cierre de esta edición no sabemos qué pasará el jueves de noche con la votación del pliego presentado por la AUF. Pero mala tos le siento al gato.

Esta vez tuvimos amplia oportunidad para divisar al inquisidor, el advenimiento del autoritarismo, la inquisición y anticipar sus consecuencias y sus intenciones. El fiscal de Delitos Económicos tuvo la oportunidad de investigar y lo hizo tarde, y por ahora mal; el BROU fue permisivo y a veces con cierta complicidad; el sistema político timorato y con mucha complicidad. Personas importantes e instituciones clave fueron advertidas con tiempo suficiente, pero la política pareció dejar correr la pelota con la esperanza que se fuera sola para afuera.

Pero resulta que la pelota apuntaba directo al arco, y esta vez no aparece un Obdulio Varela que nos salve. Sin un “Negro Jefe” a la vista, sucumbe el nerviosismo en el tunel.

Esperamos equivocarnos, pero creemos, sin temor a equivocarnos, que se está dando inicio a un periodo muy oscuro para el fútbol uruguayo, con los inquisidores tomando el monasterio con todo el bagaje de instrumentos para la tortura en la mochila.

Estoy a pocos días de cumplir 80 años y tuve la suerte de formar parte de una generación en la que muchos creíamos que podíamos cambiar el mundo. Hace unos años Pepe nos decía que apenas si podíamos arreglar las veredas.

Hoy estoy tan asqueado que a veces creo que no merecíamos haber vivido en este tiempo donde cualquier legitimidad se vende al vil precio de la oportunidad.

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