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Política Carolina Cosse | trihalometanos | embarazadas

Escribe el Dr. Julio Gorga

Carolina Cosse cumplió con su deber

Carolina Cosse acertó al alertar que los trihalometanos hallados en el agua de OSE pueden provocar efectos nocivos en las mujeres embarazadas.

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Al menos dos personajes del gobierno -Álvaro Delgado y Javier García criticaron a la intendenta Carolina Cosse luego de que afirmó, en conferencia de prensa, que las mujeres embarazadas, en su gestación, están expuestas a ciertos efectos que producen los trihalometanos hallados en el agua que hoy está suministrando OSE a la población metropolitana.

Recordemos, no nos sorprendamos, que todas las sustancias externas y extrañas al organismo humano pueden causar alteraciones en el desarrollo normal del producto de la concepción, en particular durante las primeras semanas.

Y por lo tanto los trihalometanos también.

Esta posibilidad de provocar defectos al embrión o al feto, son principal motivo por el cual está en el ABC de todo médico consciente pensar mucho antes de prescribir medicamentos a una mujer embarazada, en especial cuando está en los días iniciales de su embarazo o sospecha poder estarlo.

Todos sabemos que no es recomendable fumar, ingerir bebidas alcohólicas, aspirar humo del tabaco, someterse a estudios radiológicos, ingerir medicamentos sin prescripción y control médico en las mujeres embarazadas.

Por similar razón debe preocupar la presencia de sustancias extrañas tanto en el ambiente como en lo que se ingiere para prevenir cualquier daño que pueda ocurrirle al bebé. No hay duda, si se tiene alguna honestidad intelectual, que advertir a las mujeres embarazadas que el agua que sale por la canilla tiene elementos que puede dañar a su bebé es de la mayor sensibilidad y también de responsabilidad.

Ocultárselo sería poco menos que criminal.

Proporcionar tales sustancias, en lugar de ayudar a evitarlas y no advertir su peligro por miedo a la alarma social, constituye una negligencia.

Usamos la palabra “proporcionar” por ser el agua un elemento esencial que se distribuye como servicio público no gratuito, en este caso, con un exceso de sal y con una sustancia, los trihalometanos, en proporciones exageradas.

A una gestante se le advierte el riesgo y se le aconseja evitarlo.

En un profesional de la Medicina, la falta de conocimiento se supera indicando al carenciado que estudie más, aprenda, y no repita sus errores.

Y al profesional que a sabiendas hace algo mal o elude por cualquier razón hacer lo que está bien, se dice que ha cometido una negligencia, y es condenado por sus pares, y a veces por la Justicia (civil o penal).

No hay excusa que valga.

Poner al tanto a quien no sabe que está cometiendo un error de esta magnitud -advertirlo- y además explicarle de cuál error se trata, es casi una obligación ética y legal en un profesional y también en un funcionario público.

Si no lo hace, por omisión, ineptitud o negligencia, le corresponde una sanción proporcional al daño cometido.

***

Al producto de la gestación en sus primeros diez días se le denomina embrión, y después se pasa a llamar feto.

Llegados a este punto, cabe una reflexión que ayuda a la comprensión de lo que decimos.

Hay quienes conciben la vida como un milagro. Para unos es muy creíble que estemos ante algo sobrenatural, porque al no haber una explicación evidente que conforme ese particular deseo de conocimiento, muy propio del humano, el milagro pasa a ser válida respuesta.

Muchas religiones se afilian a eso y cientos millones de personas creen en ello.

Sin embargo, aún si fuera así, al categorizarlo, tal vez no se profundiza en el tema y se prescinde de que si hay un milagro mayúsculo, este no es alguno de los más recurridos: ni la concepción, ni el que “exacto ese espermatozoide llegara” entre tantos millones que iniciaron la carrera, o que haya sido ese óvulo el receptivo y no algún otro, tal vez “el del mes pasado”.

Y menos que en nueve meses vea la luz un nuevo ser.

El verdadero milagro -lo afirmo- es que el nuevo ser nazca totalmente normal, habiendo cumplido sin fisuras con los millones de combinaciones exigidas para desarrollarse, y que haya soportado y superado todos los escollos puestos en su camino (que van desde drogadicción de la madre hasta el hambre, la pobreza, las enfermedades, angustias, sustancias ingeridas o inhaladas, depresión y todo tipo de violencias) y que a pesar de todo sea viable y capaz de replicar en el futuro el ciclo vital propuesto por la naturaleza.

Por todo lo dicho, se entiende la preocupación de la Intendenta Cosse por evitar y corregir todo lo que pueda influir para desviar o complicar las infinitas combinaciones que determinan la existencia normal de un nuevo individuo.

O sea, que le permita nacer y desarrollarse sin agregar más obstáculos ni agresiones.

Máxime que el informe de la Facultad de Medicina es inocultablemente explícito, quizás demasiado e innecesariamente precisos al señalar las posibles malformaciones que pudieran eventualmente ocurrir en el feto.

Incluso las posibles causadas por los trihalometanos.

***

Establecido lo anterior, volvamos al embrión.

En esos primeros diez días se suceden eventos importantes, genéticamente determinados en estructuras y órganos en formación que determinarán el futuro desarrollo normal del nuevo ser, e incluso su viabilidad.

Por lo que todo lo que no sea parte normal del organismo de la gestante, podrá jugar contra el desarrollo normal del nuevo ser, aunque no existan inevitables errores genéticos.

Una sustancia que se ingiere, o tal vez se inhale, una presión que se ejerza en el útero, y muchos “posibles” más, pueden alterar equilibrios o inducir mínimos errores que luego podrían crecer exponencialmente y dañar al producto de la concepción.

Ahora bien, el cuerpo humano -también en estos casos- presenta defensas que bloquean e impiden algunos daños. Podríamos decir que una gran mayoría de potenciales daños. Pero no todos, o por lo menos eso no se sabe en el momento actual.

Lo que sí sabemos es que el organismo rechaza y desecha -aunque a veces este mecanismo se trunque y quede solo en el intento- a un producto que no cumple con determinadas exigencias genéticas.

Entonces, una de las conductas que seguramente ayudará a desactivar muchas complicaciones evitables y no deseadas, es prevenir el uso de todo tipo de sustancia -así como situación y circunstancia- que pueda causar daños irreversibles, que la mayoría no se sabe cuáles son ni de dónde podrán llegar, pero otros muchos sí se sabe, y no evitarlos o proporcionar los medios y condiciones para su consumo, constituye negligencia, o sea, delito.

Es importante puntualizar que este tipo de comportamiento es la conducta a la cual los médicos nos ceñimos (o se supone que obligatoriamente nos debemos ceñir para ser honestos con nuestra profesión y el servicio a pacientes y a la sociedad) en nuestra rutina diaria.

***

Prosiguiendo con lo que se sabe acerca de los trihalometanos y su incidencia sobre embriones y fetos, no hay aún conclusiones firmes.

Hay estudios con animales de laboratorio (ratones) donde se han encontrado algunas anomalías, pero no se pueden aún transpolar a seres humanos.

Lo que si se ha publicado es que quizás pueden presentarse abortos espontáneos en las primeras semanas del embarazo, así como también óbitos fetales.

Óbito significa muerte, y en el caso del producto de una concepción, puede suceder en cualquier edad del embarazo, y por el motivo que sea.

Si el óbito sucede antes de las 20 semanas de embarazo (algunos lo sitúan antes de las 22 semanas) se trata de un aborto (espontáneo o provocado), y si sucede después de las 20 semanas (o las 22, según las diferentes escuelas) se denomina óbito fetal.

También en este caso se tiene en cuenta el peso del feto, que se considera debe ser al menos de 350 gramos, pero hay quienes lo sitúan en un mínimo de 500 gramos.

O sea que el óbito fetal se presenta en embarazos más avanzados y muchas veces sucede con fetos casi a término (que por lo tanto no llegan a nacer porque mueren dentro del útero materno, y por eso se les puede denominar como “casi-nacidos”).

Es lógico imaginar que si el hecho ocurre al final del tercer trimestre del embarazo, cuando las ilusiones y el amor han ido creciendo y desbordando a la espera del nacimiento del ser ya querido, se puede asegurar que el desenlace será mucho más trágico.

Todo lo que se pueda hacer para evitar tal desgracia, debe al menos intentarse (y más en el país de quienes descubrieron e internacionalizaron el método que se difundió con la denominación de su hallazgo estrella: las “Unidades Montevideo”, que situaron al Uruguay de la época a la vanguardia de la prevención -justamente- de óbitos fetales y de daños neurológicos y sus secuelas en recién nacidos, meta alcanzada por nuestros destacados profesores Hermógenes Álvarez y Caldeyro Barcia).

También -con discusiones- se ha planteado que en los fetos cuyas madres están expuestas a trihalometanos, es posible que se presenten con retardo del crecimiento fetal (bajo peso) así como se han contabilizado aumento de partos prematuros (con todos los riesgos y complicaciones que esto puede implicar de acuerdo a cuanto haya sido la duración del embarazo).

La posibilidad de que los recién nacidos presenten defectos congénitos -como ya se ha dicho- es el punto más controversial ya que aún no se ha llegado a encontrar cifras significativas en seres humanos, aunque tras experimentos realizados con animales de laboratorio (ratones) algo se sugiere.

Sin embargo, y después de la sucinta síntesis anterior para entender de que estamos hablando, peor que algún defecto congénito aún no comprobado y por lo tanto en discusión, sería mucho más preocupante que los trihalometanos fueran causa de bajo peso y prematurez en el recién nacido, ya que la edad y el peso al nacer son algunos de los factores que generan mayor posibilidad de complicaciones postparto (incluyendo problemas respiratorios, metabólicos y/o infecciosos) que pueden poner en riesgo la vida del recién nacido, así como su salud y futuro desarrollo.

También en este caso los resultados de varias investigaciones realizadas en Europa y Estados Unidos de Norteamérica no son conclusivos y van desde que no se encuentran evidencias de bajo peso y partos prematuros en España hasta sospecha de mayor incidencia pero poco significativa en estudios en USA. Por lo que en lo que todos coinciden es que se necesitan más estudios para llegar a una conclusión.

Sin embargo, este es el punto que aconseja evitar la exposición a trihalometanos y así prevenir males que solo por hechos y/o conductas negligentes pueden suceder, pues como ya se expuso más arriba y nunca es exagerado sino que vale la pena repetirlo, las negligencias generan graves responsabilidades, ya que si relativo a la profesión médica, el error exige corrección y hasta reeducación para que no suceda más.

Pero la negligencia no se disculpa y se condena con todo el rigor posible. La responsabilidad es mucho mayor -lapidariamente- en las autoridades que dirigen y administran la Salud Pública.

Sin discusión. Está en la tapa del libro.

Para dejarlo muy claro: permitir que una sustancia que aún está en estudio intensivo en varios países porque potencialmente puede causar daños irreversibles en embriones, así como exponer a fetos -y luego neonatos- a peligros evitables tan sólo con el cuidado de no exponer a tal sustancia durante la gestación a sus madres, es una inconcebible negligencia, o sea, un delito.

No entender esto, y además ni siquiera imaginar lo sencillo que sería implementar una solución a las consecuencias del problema, es inexcusable.

Por año nacen en Uruguay, algo menos de 40.000 niños, más de la mitad en la zona metropolitana, más de 10.000 bajo al línea de pobreza

Si la vida en sociedad a veces funciona como un juego de ajedrez, es posible que se dé la oportunidad de un jaque mate.

Y para tal movida, es muy importante agregar que hay algunas complicaciones causadas por la exposición a trihalometanos que se pueden sufrir en la vida adulta, caso en primer lugar -es el más común- del cáncer de vejiga. Malignidades que también se han descrito en otros órganos, por ejemplo el páncreas. Se entiene que esto es grave

Así que, además de los peligros que amenazan a los embriones, fetos y recién nacidos, se agregan los peligros ya comprobados que causan los trihalometanos en adultos.

No hay escape.

A esta altura del partido los más expuestos -sin discusión- son los adultos.

Hay más adultos que recién nacidos en Uruguay, y es una exigencia mirar también por su salud.

Y encima -para los que dicen que no hay que “hacer política” con el tema- los mayoritariamente afectados en potencia, son los que votan.

Y el cáncer le caerá a cualquiera sin averiguar quien votó o votará

Ahora, que nadie diga que estos dichos constituyen “terrorismo” ni van a causar alarma en la población.

Aunque respecto a esto último, mi idea es causar alarma en la población. Para que defienda su salud.

¿O por qué creen los lectores que debido a que antecedentes se investiga tanto acerca del daño que pueden producir los trihalometanos en embriones y fetos?

¿Queda claro, no?

También creo que lo redactado en la Facultad de Medicina -aunque impecable desde un punto de vista científico y académico- podría haber sido plasmado en forma más concisa en ciertos detalles, más claro en otros, así como también más extenso o explicativo en algunos, y así no dejar opción a consideraciones que pueden generar confusión e ignorancia al lector no-medico.

Por Julio Gorga M.D (Uruguayo, Médico Pediatra en la ciudad de Nueva York)

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