El escribano Álvaro Fernández Pou fue el primer formalizado por la fiscal Gabriela Fossati en la denominada causa “pasaportes”. Por él llegaron a Alejandro Astesiano. Luego fue formalizado un ciudadano ruso y la esposa de Fernández. En juicio abreviado, la Justicia condenó primero a Astesiano y esta semana al ruso Alexei Slivaev. Pero tanto Fernández como su esposa se niegan a un abreviado: “No nos vamos a responsabilizar por algo que no hicimos”, aseguran. En la siguiente entrevista, exclusiva de Caras y Caretas, el escribano da su versión sobre la causa y también aporta sorprendentes y reveladores detalles sobre el exjefe de la seguridad presidencial.
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En la mañana del martes pasado, este cronista llamó al teléfono del escribano Alvaro Fernández. Atendió una persona muy amable. Se le planteó el interés de entrevistarlo y sin pensarlo dijo que “no había problema”. “Tengo todo el tiempo del mundo”, bromeó haciendo alusión de su condición de preso con domiciliaria desde hace pocos días.
Él y su esposa residen a una cuadra de la costa, en Maldonado. Es un barrio de locatarios. Su casa es grande pero no opulenta. No hay ningún coche en la puerta ni en el garaje abierto, el jardín está descuidado. Dos perritos caniches corretean por el terreno.
El interior de la casa es agradable, pero los muebles revelan el paso de los años. Está claro que allí no vive una persona rica.
Fernández tiene 66 años, padece una enfermedad grave y encuentra dificultades para acceder al tratamiento adecuado. “Hay que dar aviso al juez cada vez que debo ver al médico, pero a veces el permiso y la hora médica no coinciden”, dice. .
Ambos son amables y locuaces, tienen necesidad de contar su historia.
El paso por la prisión los marcó, más a ella que a él. “El CNR (cárcel para mujeres) es el infierno mismo”, asegura y da muchos detalles.
La siguiente es la reproducción textual de la entrevista que duró una hora.
Saquen ustedes sus conclusiones.
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¿Cómo conoció a Astesiano?
Lo conocí en un mitin político de Cabildo Abierto. Yo no pertenezco a ningún partido, pero voy a los lugares donde me invitan o me interesan. Un cliente me invitó a una reunión muy cerrada que se realizaba en un bar de Ciudad Vieja. Ahí estaba Astesiano, que era el encargado de la custodia del acto de Cabildo Abierto.
¿Custodia en Cabildo Abierto?
Sí, sí, era el que dirigía todo.
¿Y eso ocurrió antes de las elecciones?
No, después. Esto fue a mediados de 2021.En esa reunión me lo presentaron. Un tipo muy simpático, me dio su tarjeta y su teléfono. Así hablamos en varias oportunidades. Le conté que tenía varios clientes extranjeros. Entonces me dijo que a [Luis Alberto] Lacalle le interesaba que le presenten inversores extranjeros o empresarios importantes. Antes me propuso un negocio con ómnibus, que no era lo mío ni me interesaba. Me habló de muchas cosas.
¿Qué cosas recuerda usted?
Me contó sobre conversaciones que tenía con el fiscal [Jorge] Díaz, antes de su renuncia y todo lo que le ofreció Cuquito para que renunciara. Obviamente yo no sabía si eso era verdad o no.
¿Y en qué momento lo vio en Torre Ejecutiva?
Fui varias veces. Allí él manejaba tres celulares y lo llamaba todo el mundo.
¿Quiénes?
Toda la plana mayor.
¿Se refiere a jerarcas del gobierno?
Todos. En los tres celulares están esas comunicaciones. No hay uno que no esté, no tengo ninguna duda. Y todas las veces que fui había colas de 20 o 30 personas para verlo. La gran mayoría eran jerarcas.
¿Y gente de afuera había?
Algunos había también, muy pocos.
¿Usted cómo ingresaba?
Como todo el mundo. Me pedían la cédula y preguntaban a quién iba a ver. Entonces lo llamaban y le preguntaban si podía subir.
¿Nunca le preguntaron a qué iba? Porque, oficialmente, era solo el jefe de la seguridad del presidente.
Mire, eso es falso. Eso que han señalado sobre que era un custodia común y corriente es falso. Más allá de lo que él haya hecho, que yo conozco por la prensa, le puedo asegurar que con el tema pasaportes, que ahora le explicaré, no tiene nada que ver. Cuando yo lo fui a ver, vivía atendiendo sus celulares. Tenía cola de gente esperándolo: jerarcas policiales, algún empresario y muchos jerarcas de gobierno.
¿Usted le presentó a algún empresario?
Una de esas veces me dijo que el gobierno necesitaba una inyección, mostrar algo importante. Entonces le dije que le iba a preguntar a mi amigo Alexei [Slivaev] y este me dijo que sí, que conocía muchos posibles inversores.
¿De dónde lo conocía a Slivaev?
Lo conozco hace unos 12 años. En realidad él vive en Uruguay hace unos 14 años. Un cliente mío lo conoció buscando muebles antiguos en la feria de Tristán Narvaja y lo trajo a mi estudio. Tenía varios negocios para hacer y así lo fui conociendo. Años después él creó una página de internet en ruso, pero no solo, porque también había moldavos y mucha gente del este europeo. Allí ofrecía servicios destacando la calidad y beneficios que tenía Uruguay.
Me contó varias veces que en Rusia se vivía muy mal, que había mucha violencia en las calles. Él fue marino y dijo que de su generación unos 30 fueron asesinados a tiros en las calles. También había sido parte del Servicio de Seguridad de la Marina y por eso decidió venirse.
A través de su página web enviaba mensajes a sus compatriotas destacando las excelencias de Uruguay. Y tenía mucha gente. Había como 4.000 personas con las que se comunicaba periódicamente. Así empezamos a recibir gente a la que había que hacerle los trámites para obtener la residencia. Les pedíamos sus partidas de nacimiento, antecedentes criminales, informes sobre sus lugares de trabajo. No eran muchos, pero de vez en cuando venía alguien.
¿Vino algún inversor?
Le conté la conversación con Astesiano, le dije que estaba permanentemente con Lacalle. Nos enviaba fotos con el presidente y en sus mensajes siempre señalaba que estaba con él. Pensamos que tenía una relación brutal, no era simplemente un custodia. Entonces Slivaev me dijo que conocía a un poderoso empresario del petróleo, propietario de una empresa muy grande y varios barcos petroleros. Le dije a Astesiano y me contestó: “bárbaro, traelo que yo arreglo todo acá”. Entonces le advertí: “Pará, no me hagas meterme al santo botón, mirá que estos son los nuevos capitalistas rusos, no son como los empresarios que conocés de acá. Son complicados, no tienen escrúpulos”. El propio Slivaev me dijo: “Mirá que si hacen las cosas mal, esto termina mal”. Él les tenía miedo.
Astesiano me contestó que lo trajera sin problemas que él se ocupaba acá. Nosotros creímos que iba a traer un excelente negocio, con mejores precios que los que pagaba Uruguay por el petróleo.
El ruso viene y al otro día estaba en mi estudio. Le aviso a Astesiano y ahí empiezan los problemas, que sí que no, que ahora tengo que salir, que me voy de viaje con el presidente.
Así me tuvo a cuentos una semana. El hombre venía todos los días al estudio. Entonces me dijo que iba a Brasil a cerrar un negocio y volvía.
¿Ya estaban en guerra Rusia y Ucrania?
No, esto ocurrió en el año 2021.
En plena pandemia. ¿Cómo entraba al país?
No sé, supongo que alguien le firmaba la autorización.
¿Qué pasó entonces?
Lo llevé a la Torre Ejecutiva y Astesiano no lo atendió. Entonces le dije: “Este es un tipo importante, vos que tenés tantas relaciones, como decís, en el Ministerio del Interior, dale algo, conseguile un pasaporte para que pueda venir cuando quiera”. Por supuesto que no consiguió nada y el tipo se fue.
Yo le tuve que pagar los pasajes a Brasil y la estadía de casi 15 días en Uruguay porque me exigió todo y después hasta reclamó los pasajes desde Rusia. Entonces le reclamé la plata a Astesiano. Esos son los audios míos que tiene Fiscalía, donde yo y mi esposa pedimos la devolución de ese dinero.
¿Qué tiene que ver Astesiano con los pasaportes?
Nada.
Pero él tenía partidas de nacimiento en su despacho que fueron encontradas por la fiscal Gabriela Fossati. No sé qué hacía con esas partidas. Pero en relación conmigo no hizo ninguna gestión.
Si sé, porque me lo contó él, que durante la pandemia logró que Álvaro Delgado firmara el permiso para que ingresara una pareja de rusos.
¿Los que se casaron en el Chuy?
Sí, esos.
¿Los conocía el gobierno, sabían a qué venían?
No tengo idea. Sé que después Astesiano anduvo con unos rusos que querían comprar un frigorífico.
¿Entonces cómo se lo vincula a los pasaportes?
Mire, dijeron que Astesiano había borrado todo su celular. Después la propia fiscal informó que se podría recuperar el 2%. Entonces yo ya estaba preso en Campanero y pensé que si recuperaban solo la mitad de los mensajes, era como abrir la caja de Pandora.
¿Usted conocía alguno de esos mensajes?
Algunos sí. Por ejemplo unos sobre el caso Feldman y las armas que le habían encontrado. También me contó sobre mensajes personales con Lacalle.
¿Sobre negocios había?
Por supuesto, muchísimos. Los negocios que hacía. Pero ninguno tenía que ver con pasaportes.
En esos negocios estaba toda la plana mayor de la Policía. Un viejo policía que estaba también en Campanero me dijo que si quisieran depurar la corrupción, tienen que sacar a todos y poner cadetes que entren hoy.
¿Usted se refiere a las jerarquías del Ministerio del Interior?
Sí, porque si fuera a las jerarquías del Ministerio de Relaciones Exteriores, es imposible, hace más de 40 años que eso está corrompido. No sé antes, pero desde el regreso a la democracia es todo un desastre.
Pero no lo denuncié yo, sino un amigo y cliente que fue cónsul en Brasil. La denuncia la escribí yo y la presentamos contra la cancillería partir de 1980.
¿Recuerda el nombre de ese cónsul?
Por supuesto, era el doctor Raúl Liard. A él lo destruyeron con mentiras, porque denunció la existencia de 5.000 pasaportes falsos en la época del primer gobierno de Sanguinetti.
¿Falsos o falsificados?
Había de todo. Lo de ahora son pasaportes adulterados, pero esto es una parte. Porque hay otra denuncia sobre la venta de pasaportes vírgenes, es decir sin datos, que se vendían por internet. Eran robados del lugar donde se guardaban las cajas con los documentos para imprimir.
Pero esos documentos deberían estar en la Dirección de Identificación Civil.
De ahí mismo los vendían. Eso lo denunciaron desde esa dirección.
¿En qué año ocurría eso?
2020, 2021.Usted recordará que el propio ministerio denunció un hackeo de la base de datos de Identificación Civil. Dijeron que habían sustraído la información de 84.000 personas. Pero eso no es cierto, se llevaron toda la base de datos. Y muchos de esos datos se usaron para sacar pasaportes.
¿Esto que me cuenta a mí se lo dijo a la fiscal Fossati?
Le dije casi todo.
¿Ella qué dijo?
Dijo que esa línea de investigación no llegaría a ningún lado.
¿Ella le dijo que no investigaría a Identificación Civil?
Lo dijo en la prensa.
¿Cuál era su papel con el tema pasaportes?
Mire, los pasaportes que vienen por el Ministerio de Relaciones Exteriores son distintos a los otros. A esta gente que llegó desde Rusia con pasaportes uruguayos no la trajimos nosotros. Después alguno se conectó con Slivaev.
Desde allá nos solicitaban gestionar la cédula de identidad y nos enviaban fotocopias de los pasaportes. Para eso también debían enviarnos una partida de nacimiento traducida, legalizada con apostillas.
Acá había que traducirlas nuevamente. Pero como no hay traductores de ruso, lo hacía un idóneo y un traductor firmaba. Después había que inscribirla en el Registro de Estado Civil.
La retirábamos y gestionábamos luego la partida del padre, madre o quien fuera que le daba la cudadanía. Con eso viajaba, se presentaba en Identificación Civil y le otorgaban la cédula de identidad.
¿Usted hizo gestiones en San Javier?
Saqué dos o tres allí. Llamé a la intendencia, pedí la partida y ellos me la enviaron
¿Cuántos certificados de nacimiento envió al consulado en Rusia?
Muchos.
¿Y cómo los obtenía?
Me daban el nombre y lo pedía
¿Quién se lo pedía a usted?
Alexei, él me decía que le mandaban fotocopia de un pasaporte. Yo preguntaba de quién era hijo y dónde nació. Dos o tres los saqué en San Javier, pero encontré una cantidad en Montevideo.
¿Quienes obtuvieron pasaporte uruguayo están viviendo acá?
Ninguno. Lo usaban para ingresar a la Unión Europea o a EEUU.
¿Eran ciudadanos comunes o eran conocidos de Slivaev? ¿Cómo llegaban a ustedes?
Slivaev no los conocía hasta que llegaban a Uruguay. En realidad alguien, no sabemos quién, los llevaba al Consulado uruguayo. De ahí los mandaban al sitio de Facebook de Slivaev.
¿Qué venían a hacer esos ciudadanos rusos acá?
Solo a sacar la cédula, nada más. Uruguay era un puente
¿Entonces cancillería tiene alguna responsabilidad?
Por supuesto, cancillería sabía a quién le daba un pasaporte.
Esta gente no eran amas de casa. A ver si me explico, no eran trabajadores comunes y corrientes. Eran importantes empresarios que pagaban fortunas por el documento.
¿A usted le pagaron?
No, porque yo no gestionaba pasaportes. Por gestionarles las cédulas y partidas yo cobraba 500 dólares. Después Alexei preguntó y le dijeron que estas personas pagaron fortunas por los pasaportes.
Después me puse a pensar por qué una persona pagaría tanto dinero para conseguir un pasaporte. Pues no solo adquieren un documento que tiene prestigio en el mundo, lo más importante era que cambiaban de apellido, usaban el que figuraba en la partida uruguaya.
Usted mencionó antes que Slivaev le contó haber sido parte de un servicio de seguridad en Rusia. ¿Esos podrían haber sido sus clientes?
Vea, los dos estuvimos presos juntos en Cárcel Central durante 7 días. Me contó mucha cosa que no sabía de él. Por ejemplo, que tenía un tío que había sido jerarca en la KGB. No sé si eran esos sus vínculos u otros. Si sé que estaba muy preocupado porque tiene familia allá.
Esta semana Slivaev aceptó un juicio abreviado y fue condenado por asociación para delinquir y suposición de estado civil. Lo mismo ocurrió antes con Astesiano, aunque a él no le adjudicaron “suposición de estado civil”. El único que no ha sido condenado es usted y al comienzo de esta entrevista me dijo que no aceptaba un juicio abreviado. ¿Por qué?
Porque no me voy a hacer cargo de lo que no hice. Mire, hasta insinuaron investigarme por lavado de activos. ¿Qué lavado? Dos apartamentitos en Ciudad Vieja que ni siquiera hemos podido escriturar porque no tenemos dinero. Tienen deuda de gastos comunes, uno está ocupado. Si tuviéramos dinero, habríamos comprado algo mejor.
¿Por qué razón le adjudican asociación para delinquir si usted asegura que ni su esposa ni Astesiano tienen que ver con pasaportes? ¿Será por su relación con Slivaev?
Le explicó: quieren hacer creer que mi esposa, yo, Astesiano y Slivaev somos la banda de los pasaportes. A Astesiano lo implicaron en el tema pasaportes, pero no lo condenaron por suposición de estado civil. Entonces, ¿con quién se asoció para delinquir y para qué? Porque en el tema pasaportes con nosotros no hizo nada. El hizo otras cosas que deben ser investigadas.
Ahora, ¿dónde están las partidas falsas? Yo vi las que vinieron de Rusia y tenían todos los sellos y lacres, están apostilladas y certificadas por escribano. No soy experto, pero si eran falsas, son muy buenas.
Tal vez hayan mentido con que los uruguayos tenían hijos en Rusia. Vaya uno a saber, porque habría que investigar en el registro civil allá.
¿Tampoco se sabe quienes son los rusos que obtuvieron pasaporte uruguayo?
No. Por eso le digo hay aspectos de esta causa que son inconexos. Vea, por un lado está Astesiano, por otro mi esposa y yo, por otro Slivaev y por otro los dos cónsules que fueron formalizados, Stefano di Conza, al que yo denuncié, y Gustavo Piegas. Ellos firmaban los pasaportes. ¿Y dónde están? Porque si alguien cobraba allá, eran ellos.
¿Ningún funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores tenía contacto con ellos? A ellos les daban las partidas falsas y firmaban los pasaportes. Sin embargo, no están imputados por asociación para delinquir.
Por eso a Piegas le permitieron ir a EEUU. Son todas cosas inconexas. Y cuando debían investigar todo, deciden que esto debe terminar acá.
Pero es la Policía quien debe investigar y tanto la fiscal como usted dicen que están todos implicados.
No van a investigar porque, si siguen la pirámide hacia arriba, ¿a dónde llegan? Al vértice.
Es complicado porque con quién van a investigar si no es con todos los que están implicados.
Eso mismo dijo Fossati.
Fossati quería cortar el asunto por este lado. Yo se lo expliqué varias veces a la doctora. Si los pasaportes venían hechos, ¿cómo voy a ser yo el responsable de la partida?
Cuando a mí me pedían el trámite para la cédula de identidad, yo pedía que enviaran copia de la partida de nacimiento. ¿Cómo podía saber si ya habían obtenido otra partida?
Todos llegaron a Uruguay con pasaporte obtenido allá. Esos documentos tenían un número de cédula adjudicado que era lo que tenían que gestionar acá para su validez.
Eso era lo que yo hacía.
¿Usted cuánto cobró en total por esas gestiones?
Como le dije, cobraba 500 dólares para gestionar cada cédula. En total debo haber recibido unos 15.000 dólares.
¿Y su señora?
Ella no hizo nada más que reclamar que Astesiano me devolviera el dinero que gasté en el empresario petrolero ruso. Nunca hizo otra gestión.
Según usted, ¿por qué los acusan?
Alguien tenía que caer. Creo que tenían que cerrar este caso porque políticamente es muy inconveniente.
Vea, a mí me adjudican asociación para delinquir, pero no conozco a los cónsules. Ellos eran los que firmaban y tampoco me conocen
Entonces concluyen con que ya se agarró a la banda que operaba desde 2014. Y eso es mentira. El tema pasaportes falsos o falsificados tiene 40 años.
¿Quién le avisó a Astesiano que al regreso de Costa Rica lo iban a detener y eso le permitió borrar sus chats?
Fue su esposa o algún jerarca policial. Conociendo sus relaciones, me inclino por este último.
Astesiano tenía tres celulares, no uno, donde seguro estaba todo el gobierno. Su agenda era impresionante. Ahora supongo que los otros dos teléfonos deben estar en el fondo del mar.
¿Astesiano es un fabulador, como se ha dicho?
Ni ahí. Mire, le gustaba mostrar sus vínculos, que los tenía. Él siempre decía que tenía toda la Policía a sus órdenes,
Le gustaba presumir, pero también era incumplidor. Aunque hacía muchos negocios y gestiones. En el tema pasaportes lo metieron por mis audios reclamándole el dinero que había gastado en el ruso y por mis visitas a la Torre Ejecutiva. El no hizo ninguna gestión para mí.
Yo lo defino como “el soldado universal”, es decir, el más fiel y leal a su jefe. Pero si lo investigan bien, se abrirá la caja de Pandora. No queda nadie vivo.
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El pasaje por el infierno
El martes 27 de setiembre el escribano Fernández y el ciudadano ruso Alexei Slivaev fueron imputados con prisión efectiva por los delitos de asociación para delinquir y suposición de estado civil.
El 14 de octubre y por los mismos delitos marchó a prisión la esposa de Fernández. A él lo mandaron a la cárcel de Campanero (Lavalleja), a ella al Centro Nacional de Rehabilitación, ubicado donde antes estaba el hospital Musto.
Él no tiene mal recuerdo, salvo que asegura lo quisieron envenenar y terminó internado, igual que otros dos reclusos con quienes compartió la comida.
En cambio, ella recuerda su pasaje por prisión como “un viaje al infierno”.
“Éramos 40 mujeres, varias portadoras de sida y sífilis, sin ninguna atención. Otras con llagas espantosas en el cuerpo. Un solo baño y una ducha de agua fría para las 40”, relata.
Agrega que “el agua de la canilla no se puede tomar porque viene de un tanque donde hay animales muertos. Las ratas son más grandes que un gato y están todo el día allí, mordisqueando comida o caminando sobre las camas”.
“La Policía no se preocupa por nada. Un día dos reclusas se pelearon con tenedor en mano y cuando avisamos a la guardia nos dijeron ‘dejalas, que se maten’. Si el infierno existe, esa es la dirección”, asegura la mujer.
«El juicio abreviado es extorsivo»
La pareja es precisa y puntillosa en sus críticas al Código del Proceso Penal.
“El juicio abreviado es extorsivo. Vea, a nosotros nos lo proponen, pero si no aceptamos volveremos a prisión por lo menos por otros dos años mientras se sustancia el juicio oral y público”, dice Fernández.
“Eso significaría que debemos aceptar delitos que no cometimos. Pero, por otro lado, nosotros no tenemos dinero para pagar un abogado que nos represente en todas las instancias de un juicio oral. Fíjese que tienen que citar como a 100 testigos. ¿Con qué le vamos a pagar al abogado su presencia en cada audiencia?”, se pregunta.
Ninguno de los dos tiene reparos en precisar su actual situación económica.
“Nos ayudan los hijos con lo que pueden. Los poquitos ahorros que teníamos ya los gastamos. Ahora no tenemos ningún ingreso y no podemos trabajar, además ¿quién nos daría trabajo?”, pregunta Fernández.
Ella dice que “de esta casa somos propietarios de una octava parte. No hemos podido pagar la contribución; debíamos 5 meses de agua, tenemos dificultades hasta para comer. ¿Cómo vamos a sobrevivir?”, pregunta ella.