La mañana del jueves 23 amaneció sorprendida por la publicación del semanario Búsqueda del intercambio de chats entre el presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional, Pablo Iturralde, con el exsenador blanco, Gustavo Penadés, sobre la fiscal Alicia Ghione.
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Los chats se conocieron a primera hora de la mañana, y no más allá de las once, Iturralde ya había renunciado. Según pudo saber Juana, no era su idea original, pero el WhatsApp de los principales dirigentes blancos, a esa altura, había tomado una decisión. Debía renunciar, no había margen para licencia, que era su idea primaria. Los titulares de los principales grupos partidarios ya habían resuelto que se debía ir.
En el transcurso de la mañana Iturralde publicó un tweet y dos cartas. Una al Directorio y otra a la fiscal Ferrero para judicializar las filtraciones. Juana supo, antes de escribir esta nota, que Iturralde tenía intenciones de ser recibido por el Honorable para explicar los chats y su contenido. La verdad, no tuvo suerte, primó la idea de poner su comparecencia en el freezer para minimizar el impacto y dejar correr los días y enfrentar el último tramo de la campaña electoral con menos nubarrones de los necesarios.
La esperada audiencia
La audiencia del caso Penadés estaba citada para las 14:30 horas del jueves 23, día frío, helado en la Ciudad Vieja y el viento que venía del mar en la calle Juan Carlos Gómez asustaba. La barra de los periodistas había tomado las previsiones del caso. Había termos de café, todos con camperones y una joven periodista llevó una mantita para pasar la tarde. Hubo suerte, a la hora indicada, una funcionaria judicial salió a comunicar que por orden de la Dra. Vargas se podía hacer el acampe en la antesala del tercer piso, donde se encuentra el juzgado a su cargo. Al subir, ya habían llegado las defensas y en el carcelario estaban los formalizados Penadés y Mauvezín.
Un ratito después llegó la fiscal con sus asesoras y el equipo del Consultorio Jurídico de la Udelar, comandado por los Dres. Williman y Suárez. A cada uno que llegaba, la barra de la prensa le insistía que quería entrar. Al final, la Dra. Vargas autorizó a presenciar la audiencia.
Para Juana cronista fue una sensación rara. Se encontró con Penadés después de mucho tiempo. Estaba bien, más gordo, y en algunos momentos de la audiencia, cree que llegó hasta a sentirse feliz. Gritó a viva voz como si estuviera en el Senado. Pero la realidad le avisa, con pequeños gestos, su situación actual. Cuando pide para ir al baño, va al del carcelaje de la sala, con un policía que lo acompaña. Además, la audiencia, más allá del frío, no se pudo realizar con la puerta cerrada.
La audiencia que todos hemos conocido a través de los audios que han circulado durante toda la semana, fue parecida a esas acaloradas audiencias judiciales que solemos ver en las películas de Netflix. Hubo gritos, señalamientos con el dedo, descalificaciones personales y acusaciones de no saber de derecho. También hubo, al menos, dos oportunidades en que la jueza, Marcela Vargas, amenazó con suspenderla si las partes no se comportaban. En medio de todo eso, algún grito de Penadés de “no le permito” o “no ofenda”, que fue inmediatamente contestado, también a los gritos, por la Fiscalía, de “usted ya no es senador, no está en condiciones de no permitir nada…”.
Ironías de la vida. La audiencia se celebró un año después de la primera comparecencia de Penadés a Fiscalía. Ese día, también con lluvia y frío, todavía hablaba con la prensa y decía que iba a probar su inocencia.
La audiencia en sí misma fue solicitada por las defensas de los formalizados Penadés y Mauvezín, puntualmente, para lograr la declaración en calidad de prueba anticipada de Paula Díaz, quien se hizo famosa en el caso Orsi y todos conocimos en el programa Santo y Seña, cuando fue entrevistada por Ignacio Álvarez. También para conocer el contenido del celular que le fue incautado por la Justicia, en el 2020, a Jonathan Mastropierro, víctima en el caso Penadés.
Según se explicó en la audiencia, ese celular de Mastropierro está, a su pedido, a resguardo de la fiscal Ghione, habida cuenta de que se trata de una causa en la que Mastropierro fue condenado y pagó prisión. La discusión sobre la información contenida en ese celular insumió horas de debate. La defensa de Mauvezín insistía e insistía, perdiendo el rumbo, en que en esta causa Jonathan Mastropierro tiene el status de víctima, más allá de sus antecedentes.
Eso trajo aparejada una confrontación entre defensa y Fiscalía en la que se supo que, según la Dra. Ghione, en ese teléfono incautado a Mastropierro cuando fue condenado por estafa, había información sobre Mauvezín. Esto generó un largo debate con el Dr. Fernández Lecchini y la Dra. Rosanna Gavazzo. Al final lograron que la jueza hiciera lugar al planteo y aceptara, en forma salomónica, que podrán ver el contenido de ese celular pero no tener copia. De todas formas, la Fiscalía y el Consultorio van a apelar. Está todo en manos del Tribunal de Apelaciones Penal (TAP) de 4º turno.
Ghione y los chats encriptados
En el acalorado debate escuchamos a la Dra. Ghione decir que la “la Policía me jodió, me daba informaciones encriptadas”, y a Fernández Lecchini seguir insistiendo, más allá de las explicaciones que la Fiscalía realizó sobre la información y el contenido de ese celular.
El segundo punto de la audiencia fue de trámite más rápido. Fue planteado por la defensa de Penadés, que pedía la declaración en calidad de prueba anticipada de Paula Díaz. La jueza Vargas contó que el escrito solicitando la famosa audiencia fue acompañado por un pendrive con el programa Santo y Seña de Canal 4, en el que el periodista Ignacio Álvarez entrevistó a la condenada Paula Díaz en el caso Orsi.
Este planteo de la defensa fue rebatido por la mismísima Dra. Vargas, quien llegó a decir: “¿Pero cómo Paula Díaz tiene un cuchillo atrás? Yo la vi distendida, peluqueada, yo sé que está monitoreada por el INR”. “No se acredita el riesgo de amenazas”, fundamentó la Dra. Vargas, mientras le insistía a la defensa en que la culpa de haberle hecho llegar el pendrive del programa era de ellos. Mientras que a viva voz la Dra. Robatto, contestó: No tengo nada, salí a pescar.