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Política Penadés | denuncias | conmoción política

El DESAFUERO

Caso Penadés: un debate donde nadie busca sacar ventajas

Lo que parece haber pasado es gravísimo, inédito, deplorable e inesperado. Las denuncias contra Penadés cusarán un daño a todo el sistema político.

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Parece evidente que las denuncias que condujeron al pedido de desafuero del senador Gustavo Penadés causarán un daño a todo el sistema político, al Poder Legislativo y en particular al Partido Nacional.

Las denuncias que se han presentado ante la Fiscalía señalan a Penadés como una persona que ofrecía retribuciones económicas a menores de edad a cambio de favores sexuales. Es de cajón que tales denuncias deberán ser evaluadas por la Justicia y que el senador tiene derecho a su defensa y gozará de las garantías procesales de cualquier ciudadano.

Entre las denuncias presentadas hay al menos una que señala que Penadés invocaba su condición de diputado.

El episodio -de alguna manera hay que llamarlo- ha causado una gran conmoción política y ha merecido opiniones de diversos actores, incluyendo al Presidente de la República, quien dijo -aunque luego pareció arrepentirse- creerle más a su amigo que a quienes lo acusan de pedofilia.

Lo cierto es que, como dijéramos en un artículo publicado hace algunas semanas, de estas circunstancias nadie saldrá ileso.

Lo que parece haber pasado es gravísimo, inédito, deplorable e inesperado. Un verdadero desastre.

En realidad causa mucha pena por las víctimas, al parecer todas menores de edad, y por el acusado, que, se pruebe o no su culpabilidad, sufrirá las consecuencias de una exposición degradante y arruinará su vida pública .

Causa tristeza porque Penadés parecía un político respetable, estudioso, inteligente y tolerante.

Es sabido que es, o era, una figura relevante del Partido Nacional y dirigente principal de la lista 71 del herrerismo, fracción partidaria que tiene en sus filas a Luis Alberto Lacalle Herrera, Luis A. Heber, Laura Raffo, Gustavo Borsari, Raúl Giuria e Ignacio de Posadas, entre otros.

Es además el parlamentario más influyente del Partido Nacional y a juzgar por propios y extraños, insustituible en su actividad parlamentaria.

Yo deseo que el trámite parlamentario y judicial de estas acusaciones se realice con la mayor consideración por las presuntas víctimas y con el respeto que el caso demanda.

La preocupación de la Senadora Carmen Asiaín, de evitar el debate público del desafuero para salvar al Partido Nacional de una discusión parlamentaria inevitable, parece inútil.

La excusa de la mencionada senadora, que dice pretender salvar la intimidad de las víctimas, es engañosa, porque la Fiscalía ha sido muy cuidadosa en preservar los datos que pueden llevar a su innecesaria identificación de los menores denunciantes.

El desafuero de un senador por acusaciones de pedofilia es lo suficiente grave para calificarlo de escandaloso, aunque por prudencia y respeto, la oposición y los propios partidos que integran la coalición hayan preferido actuar con discreción.

La realidad es que la mayor preocupación de los actores del gobierno, y en particular del Herrerismo, cuando se han conocido episodios de corrupción o ilegalidad de sus funcionarios o jerarcas, es tratar de minimizarlos, reducirlos a conductas individuales, eludir las responsabilidades políticas y alejar la cola de la jeringa.

Si no hubiera sido así en muchas otras oportunidades, si no se hubiera dicho, por ejemplo, que Astesiano era “sólo un perejil” cuando innumerables chats lo vinculaban con decenas de eventos sospechosos que involucraban a toda la cúpula de la Torre Ejecutiva y las jerarquías el Ministerio del Interior, no sería necesaria semejante preocupación de mantener al Partido Nacional indemne de esta acusación tan horrible que expone a uno de sus principales dirigentes.

Pero conociendo los antecedentes, que por otra parte son públicos y notorios, es una actitud imprudente, poco inteligente y algo asqueante.

Lo que pasó, pasó, y es obvio que ni el Partido Nacional ni sus integrantes son culpables de lo que pudiera haber hecho Penadés con su conducta sexual.

Puede estar tranquilos que nadie le va a cobrar prendas al Partido Nacional por eso, pero insinuar como lo hizo la senadora Asiaín, que haberse atendido en el Hospital Policial reviste mayor gravedad institucional que los delitos de los que se le acusa a Penadés, porque esas consultas médicas afectan los recursos de los contribuyentes, es una reverenda porquería de la que debería arrepentirse.

Ni ella misma puede tragar semejante infamia.

A partir de cosas como estas es que se enrarece el debate político, se enredan las cosas, se profundizan las rupturas y se construyen las grietas.

No hay que olvidar que quién siembra vientos recoge tempestades.

Como bien dijo Luis Lacalle Pou, los gobiernos pasan, aunque algunos no lo crean.

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