El 20 de mayo de 1976 aparecieron en Buenos Aires los cuerpos de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, legisladores uruguayos exiliados en Argentina, junto a los también exiliados y asesinados William Whitelaw y Rosario Barredo. Todos habían sido secuestrados un par de días antes, al igual que el médico Manuel Liberoff, que permanece desaparecido.
El mensaje fundacional de la Marcha enfatizaba que "el homenaje a las víctimas no puede ser otro que el reconocimiento a través de la verdad de los hechos, la recuperación de la memoria y la exigencia de que en Uruguay nunca más exista la tortura, las ejecuciones y la desaparición forzada de personas…".
Desde entonces, cada 20 de mayo, la Marcha del Silencio se replica masivamente no solo en Montevideo, sino también en numerosas ciudades del interior del país, manteniendo viva la demanda de justicia y la defensa irrestricta de los derechos humanos. La presencia de miles de personas, marchando en silencio, se ha convertido en un potente símbolo de la persistencia de una sociedad que no olvida y que sigue reclamando respuestas.
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Centro de Fotografía de Montevideo- Carlos Pazos