El derrumbe de Gustavo Penadés comenzó hace escasos ocho meses. Primero en las redes sociales, luego en un programa de televisión, Romina Celeste, una militante juvenil del Partido Nacional -que cobró notoriedad el día que estuvo Lula en la Intendencia de Montevideo, cuando terminó presa- lo denunció públicamente. Así empezó esta historia.
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La respuesta de Penadés, por esos días, se hizo bajo la protección de la Cámara de Diputados. Allí, en una falsa conferencia de prensa acompañado por el presidente de la Cámara, el ‘Canario’ Andújar, los diputados Juan Martín Rodríguez y el fernandino Rodrigo Blas, la senadora Gloria Rodríguez y el ministro Luis Alberto Heber, nos dijo que era inocente, que todos conocíamos su orientación sexual y que demandaría a Romina Celeste por difamación e injurias.
Lo que vino después es una triste historia por todos conocida. Lo indagaron, le levantaron los fueron, la jueza Vargas aceptó el pedido de la Fiscalía y se realizaron las declaraciones, como prueba anticipada, de las víctimas que tuvieron la valentía de denunciarlo.
Se fueron sucediendo una tras otra cinco audiencias, en las que Penadés concurrió a la calle Juan Carlos Gómez en calidad de indagado. Siempre repetía lo mismo. Palabra más, palabra menos, nos decía a los periodistas que estábamos en la puerta: “Soy inocente y no me arrepiento de nada, estoy tranquilo”. Después agregaba: “Esto es una trama contra mi persona y voy a demostrarlo”.
Juana se entrevistó personalmente en una oportunidad durante este período con Gustavo Penadés. La recibió en su casa del Parque Rodó. Durante la charla, que duró aproximadamente una hora, Penadés intentó infructuosamente convencer de que había una trama armada para perjudicarlo. Habló del fuego amigo y del fuego enemigo. Con el diario del lunes a la vista, Juana recuerda que Penadés insistió en que estaba armando una investigación paralela para demostrar su inocencia… Nunca imaginamos que esa investigación involucraba policías, funcionarios públicos y cuanto estuviera a su alcance para estafar a la Justicia.
El martes 10 amaneció soleado. Caluroso. La audiencia estaba fijada para las 14:30 en la sede de la calle Juan Carlos Gómez. Penadés llegó caminando sobre las 14:10, acompañado de su abogado, el Dr. Javier Vega. Llegó tranquilo, de saco azul, pantalón beige y camisa celeste a cuadritos. “No tengo miedo a nada ni a nadie, tengo tranquilidad de conciencia”, dijo con voz engolada, que sonó soberbia. Era la última vez que vería la calle en libertad. Mauvezín, el profesor de historia, llegó acompañado en un auto con el Dr. Fernández Lecchini sobre las 14:00, sin hacer declaraciones.
Uno tras otro fueron llegando el Dr. Williman, la Dra. Suárez, quienes defienden a las víctimas como responsables del consultorio jurídico de la UdelaR, y a las 15:00 llegó la Dra. Alicia Ghione y su grupo de colaboradoras. A esa altura, el enjambre de periodistas que acompañaba en la puerta del juzgado ya sabían que las defensas de Penadés y el profesor de historia Mauvezín habían presentado un escrito para prorrogar la audiencia de formalización por falta de garantías. Consultada la Dra. Ghione sobre el recurso presentado, dijo, simplemente, “chipas para embarullar”.
La tarde siguió su curso, las charlas entre colegas se sucedían una tras otra, y el único tema de conversación era saber si la formalización iba a ser con o sin prisión. A esa altura, Juana, que es inquieta y curiosa, resolvió dar una vuelta y llegarse hasta el garaje de la Fiscalía, ubicado exactamente en el fondo de la sede, en la calle Bartolomé Mitre 1229, frente al edificio que alberga la sede de la CAF y las coquetas salas de Cinemateca. A esa altura había que ir pensando que, con prisión o sin prisión, Penadés iba a salir por ahí en auto y a continuar los trámites posteriores, en la calle San Martín. ‘A tocar el pianito’, como se decía antes al registro de huellas dactilares de la Policía científica.
La nochecita siguió a la tarde y el paisaje de la ciudad vieja fue cambiando. De los abogados y fiscales apurados y con carpetas que circularon durante horas, mutó a gente joven que fue llenando de a poco los boliches de la zona. Juana, que no puede con su condición, vio prenderse el luminoso del viejo Bar Fénix, una verdadera joyita de la calle Juan Carlos Gómez, y cruzó. La recibieron Agustina Chafa y Belén.
Lo primero que hicieron fue preguntarle qué pasaba que había tantas cámaras de televisión. Después le hicieron una pequeña visita guiada por el lugar. La rocola vieja, de madera lustrada, sueña que le pongan unas fichas para volver a sonar; un par de maquinitas viejas, un piso de madera gastada y mesas de tapas de mármol que esperaban la movida de la noche que estaba por comenzar. Allí, junto a un colega de policiales, mientras apuraban un refresco, hacían apuestas sobre la suerte que se estaba jugando en el segundo piso de la sede penal.
Fueron siete largas horas, el viento de la Rambla Portuaria se hacía notar. La tecnología ayudaba, y uno tras otro los celulares no daban paz. Milagrosamente, a eso de las ocho y algo, llegó a la pantalla el auto de formalización número 28/97. Y todo cambió.
Todavía hay jueces en Berlín
“La histórica frase vino inmediatamente a mi memoria”, sostiene Juana. “Cuando empecé a leer que Gustavo Penadés fue formalizado por la presunta comisión de once delitos de retribución a la explotación de menores de edad y cuatro delitos de abuso sexual especialmente agravados, tres delitos de abuso sexual agravado y un delito de violación, un delito de desacato, un delito de corrupción de menores y un delito de atentado violento al pudor, todo en régimen de reiteración real, en calidad de autor, y Sebastián Mauvezin por la presunta comisión de siete delitos de explotación de menores de edad en régimen de reiteración real”.
Respiró profundo, conversó con los colegas, sintió dolor, rabia y bronca. Y ahora solo quedaba esperar, porque faltaba la frutilla de la torta. “Todos teníamos la convicción de que con esta contundente formalización Penadés iría a prisión. Pero todavía no estaba confirmado”.
A eso de las once de la noche, y luego de un largo debate en la sede penal entre las partes, la jueza falló. Penadés y Mauvezín iban a la cárcel. Como cualquier hijo de vecino. “Di vuelta a la manzana y acampé en la puerta del garaje para verlo salir” dijo Juana.
Esa callejuela de baldosones blancos de la Ciudad Vieja estaba colmada de cámaras y fotógrafos que buscaban el mejor lugar. 23:30, más o menos, se vio la figura de Penadés acompañada de dos policías que lo introdujeron en un auto de color blanco que lo llevó a su nuevo domicilio: el penal de alta seguridad del departamento de Florida.
“Cuando lo vi arrancar pensé: aún quedan jueces en Berlín”.
La expulsión
El miércoles el Senado amaneció temprano. Fue una jornada histórica. El cuerpo expulsó a Penadés por unanimidad de presentes (dos ausentes) en aplicación del artículo 115 de la Constitución. Los diputados en la tardecita hicieron lo mismo, puesto que Penadés había asumido en la legislatura como diputado, banca que no ocupaba por estar en el Senado desde marzo del 2020, cuando suplantó a Heber en forma permanente en la Cámara Alta, quien pasó a desempeñar una cartera en el Poder Ejecutivo.
La clase política reaccionó rápido. Primero, la bancada del Frente llegó al Senado con la convicción de que había que reaccionar en forma clara e inequívoca y redactó una moción de expulsión al amparo del 115 de la Carta. Los blancos sabían que tenían que hacer una jugada de pizarrón y reaccionar rápidamente. Juana supo que, enterados de los 22 delitos imputados a Penadés, el grupo de WhatsApp de la bancada nacionalista empezó a armar la estrategia esa mismísima noche. La fundamentación legal quedaría a cargo de la senadora Bianchi. Y los senadores se pechaban para salir lo antes posible de este problema que los ensucia y mucho.
Juana conversó con la vicepresidente de la República, quien recordó en una charla que tuvo con Caras y Caretas, que cuando comenzó todo esto Penadés le dijo “preparate para lo peor”. Ayer confesó que esa frase la acompañó todo el día mientras preparaban la expulsión.
La ética partidaria
La Esc. Argimón también reconoció a Juana, a la luz de los hechos, que el Partido Nacional debió trasladar el caso Penadés a la Comisión de Ética partidaria, y agregó: “Hoy temprano le exigí a Iturralde que el Partido sacara una declaración y le di como plazo hasta el mediodía. De lo contrario, se lo pediría públicamente”. (Cabe aclarar que mientras se estaba desarrollando la sesión, el Partido Nacional emitió una declaración de rechazo antes los hechos ocurridos con Penadés).
Antes de despedirnos, Argimón manifestó que todavía resuenan en sus oídos las clases de ética que les daba Penadés en las reuniones de bancada.
A Gustavo Penadés se le imputaron 22 delitos, cometidos durante cerca de 20 años, en los cuales fue edil, diputado, senador, presidente de las comisiones más importantes de las cámaras que integró y un interlocutor válido en nombre de la colectividad de Oribe con los demás partidos políticos. Sin embargo, mientras integró la misma y se conocían los hechos, jamás fue citado a declarar por los procedimientos partidarios. Primó el criterio político y la conveniencia de ocasión y el presidente del honorable, el Dr. Pablo Iturralde, siempre acomodó el cuerpo diciendo hasta la saturación: “Está todo en manos de la Justicia”.
Las últimas novedades
Cuando terminaba la audiencia de formalización, la Dra. Ghione dijo que tenía pruebas materiales y testimoniales contra Penadés que tenía orquestado un plan de verdadera estafa procesal, con el apoyo de policías y funcionarios públicos. Se trata de que, a través de la ayuda de funcionarios amigos que hicieron “gauchadas”, se armó una investigación paralela recurriendo a los archivos policiales y al archivo de la Corte Electoral.
Los abogados de la defensa de las víctimas sostienen que solo con una situación de privilegio por sus contactos personales, Penadés pudo armar esta verdadera investigación paralela. La gravedad de los hechos denunciados ha dado lugar a que se investigue a dos policías que hoy declararán en la Sede Penal. Uno de ellos, hasta ahora director de Comcar, Carlos Taroco, probablemente sea formalizado al cierre de esta nota.
La bancada del Senado del Frente Amplio pidió el cese del ministro Heber y el presidente de la República lo respaldó.
La Dra. Alicia Ghione le dijo a Caras y Caretas que fue esencial, para desarmar esta trama, haberle pedido a Penadés y Mauvezín sus celulares hace un mes. “El sacarle los celulares sorpresivamente en la última audiencia de prueba anticipada de las víctimas, nos permitió analizar la información con la tecnología que hoy tenemos a nuestro alcance y corroborar la estafa procesal que estaban pergeñando”.
Las lecciones
El día martes 10 de octubre se formalizó con prisión preventiva a Gustavo Penadés. Es un hito en la historia que comenzó a mediados de marzo. Hace meses que todos venimos pensando que esto podía ocurrir. Pero nunca imaginamos la contundencia de la investigación llevada adelante por la Dra. Ghione y su equipo. Las instancias judiciales continuarán, pero el caso ya deja un par de lecciones como sociedad.
La primera tiene que ver con las dificultades que generalmente existen para afrontar los abusos contra niñas, niños y adolescentes. Penadés llevaba demasiado tiempo reiterando este patrón de conducta y cuesta creer que nadie se había enterado o sospechado hasta que Romina Celeste realizó sus denuncias públicas. Todos hemos mirado para el costado y el caso nos interpela de verdad.
Me he preguntado muchas veces si Penadés no estaría hoy sentado en su mullido sillón del Senado, si Romina Celeste no hubiera destapado la olla. La vicepresidente Argimón entiende que nada hubiera ocurrido y todo seguiría igual…
La segunda lección es la de las responsabilidades políticas. Al comienzo de esta historia Penadés utilizó el Palacio Legislativo para proclamar a viva voz, delante de un banner de la Cámara de Diputados, que era inocente. Lo acompañó, y descalificó de antemano las denuncias, el ministro Luis Alberto Heber, jefe máximo de los auxiliares de la Justicia que debían colaborar con la Fiscalía en la investigación. El mismísimo presidente de la República dijo que creía en Penadés, confiaba en él y lo respaldaba. La barra del Partido Nacional, con Iturralde a la cabeza, jamás convocó a la Comisión de Ética partidaria. Porque este les ganó de mano y se desafilió cuando se complicaron las cosas.
Nadie debe justificar semejantes imprudencias. Se transmitieron mensajes equivocados, inconvenientes e insensibles a la opinión pública.
Por suerte, la Fiscalía y el Poder Judicial, en el caso Penadés, demostraron que gozan de buena salud y ante los crímenes cometidos durante más de veinte años habrá castigo para el culpable.