En esas reuniones se repiten escenas que valen más que cualquier PowerPoint. La hija que cuida a su madre y dejó de trabajar; el changador que no junta años para jubilarse; la mujer que cría sola, llega como puede y no entra en ningún programa.
Ahí es donde el Diálogo Social encuentra su norte: hacer visible lo que la macro oculta y poner nombre a problemas que no tienen color partidario.
Lo dijimos y lo sostenemos: este debate no puede quedar encerrado en oficinas. Requiere oídos abiertos y espíritu de acuerdo. No se trata de abdicar del rol del Estado, sino de fortalecerlo con participación, datos y prioridades claras. La protección social del siglo XXI tiene que ser más flexible, más cuidadora y más justa: capaz de acompañar vidas con idas y vueltas laborales, de reconocer el trabajo de cuidados y de garantizar pisos de dignidad.
Tras tres meses de recorrida, quedó claro que el país quiere soluciones concretas y compartidas. En noviembre comienza la etapa de intercambio de propuestas y de allí deberán surgir cambios que mejoren el día a día.
Ese fue el compromiso asumido y hacia allí vamos: con el Estado como garante, la sociedad como protagonista y la política como puente, no como muro.
Diputada Sol Maneiro