Méndez dijo que “primero el Gobierno declaró secreto y reservado el contrato con la empresa HIF y cuando la sociedad civil de Paysandú pidió información, no solo la negó sino que, cuando lo hizo obligado por la Justicia, entregó la información tachada y sin explicaciones sobre el motivo del ocultamiento”. Ya en junio hubo una condena al Gobierno para que brindara información y, ante su desacato, el juez Javier Gandini lo multó con 20 UR por cada día en que no se cumpla con la condena. Méndez añadió que “el ocultamiento” no se condice con la realidad: el hidrógeno verde sustituye los combustibles fósiles en sectores de industria y transporte, sobre todo. Es una forma de frenar el cambio climático.
El riesgo que no se dice
Lo que sucede es que si el país exporta hidrógeno verde, “hacemos desaparecer agua en Uruguay y aparece en el país donde se consume. Eso puede llamar la atención admitió, pero cuando se exportan materias primas también se exporta agua y nadie se pregunta qué sucede con eso, porque son actividades económicas que siempre se llevaron y se llevan adelante”. Puso como ejemplo que “para crear una tonelada de hidrógeno verde se precisan 20 metros cúbicos de agua, pero para producir una tonelada de carne se precisan 200 metros cúbicos de agua; es decir, 10 veces más. Y para producir una tonelada de arroz se precisan 700 metros cúbicos de agua y nadie se espanta. Un proyecto como el que se instalaría en Tambores consumiría menos de 0.1 % de todo el consumo de agua industrial del país. Es hasta un consumo modesto”.
Ahora bien: ¿una planta de hidrógeno verde se puede instalar en cualquier lugar? No, obviamente no puede y deben existir estudios de impacto rigurosos. “Hay que hacer un análisis muy minucioso, porque si la fuente es un acuífero del que se alimenta también un pueblo, sin la existencia de informes de impacto rigurosos, puede existir el riesgo de que ese pueblo se quede sin agua potable”.
Debe analizarse muy bien si de una localidad determinada se puede o no extraer agua. “Para el acuífero Guaraní la utilización de agua para la producción de hidrógeno verde es equivalente a una cucharada de té del océano Atlántico. El acuífero Guaraní tiene una recarga anual de varios hectómetros cúbicos de agua”. Es más, dijo Méndez, el agua para riego consume 100 veces más de lo que lo hará el hidrógeno verde. Méndez reiteró lo del principio: “El Gobierno que esconde información y no permite participar a la gente genera temores infundados”.
El Gobierno elaboró una hoja de ruta y planea hasta el año 2040 instalar 50 veces la planta que se proyecta en Tambores. Consultado por el impacto de un número superior de plantas a las cuatro hasta ahora proyectadas, Méndez respondió que “si todo eso se instala en el país de aquí a 2040, el consumo de agua para esta actividad significaría 10 % del actual consumo de agua industrial”. El experto en energía dijo que todo esto “no quiere decir que puedan evitarse estudios detallados caso a caso”.
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El informe de la Udelar sobre el hidrógeno verde
En el año 2022, Uruguay obtuvo un apoyo de 10 millones de dólares a través del Fondo de Innovación de Energías Renovables de la ONU para impulsar la segunda transición energética. Hasta ahora, existen cuatro proyectos para la producción de hidrógeno verde: en Centenario, en Tambores, en Paysandú y otro por parte de Ancap que está en licitación. “El uso del agua para la producción de hidrógeno y derivados despierta mucha sensibilidad social”, dice el informe, y ejemplifica que la empresa Enertrag en Tambores no ha especificado si el caudal de agua a utilizar será cubierto con explotaciones del acuífero Arapey, o del acuífero Guaraní. Se espera que el consumo de mayor porte de hidrógeno verde sea en los países que actualmente generan la mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.