Cuando no terminamos de sorprendernos de los dichos de la Senadora Graciela Bianchi, nos aparece Gabriela Fossati como militante del Partido Nacional. El Partido que ejerce el gobierno, al que ella misma tuvo que investigar recientemente por evidentes y graves episodios de corrupción. En un abrir y cerrar de ojos pasamos de Graciela a Gabriela, sin perder la capacidad de asombro respecto a la impunidad con que opera el partido de gobierno.
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El reciente Caso Astesiano ha arrojado luz sobre la fragilidad de la independencia judicial en Uruguay, especialmente en lo que refiere a vínculos con el partido de gobierno. Las implicaciones de este caso van más allá de la esfera política y plantean serias interrogantes sobre la cooptación que se busca de instituciones de la justicia.
Durante la investigación llevada a cabo por la fiscal Gabriela Fossati, designada para esclarecer los vínculos entre el presidente y Alejandro Astesiano, se han suscitado diversas irregularidades que cuestionan la transparencia y objetividad del proceso. La duración real del interrogatorio, según los audios revelados, difiere significativamente de la versión inicial proporcionada por la fiscal, lo que sugiere una falta de coherencia y sinceridad en la información brindada a la opinión pública.
Más preocupante aún es la presunta influencia del Partido Nacional en el desarrollo del caso. Las filtraciones y presiones ejercidas desde esta agrupación política plantean serias dudas sobre la autonomía con que la Justicia ha llevado adelante el proceso y la posibilidad de que las decisiones judiciales estén siendo presionadas por intereses partidistas. La imparcialidad y la independencia son pilares fundamentales de un sistema judicial sólido y confiable, y cualquier intento de socavar estos principios representa una amenaza directa a la democracia y al Estado de derecho.
Resulta inquietante observar cómo, una hora antes de que se hiciera público el contenido del audio de la entrevista (porque no puede ser llamado ni declaración ni interrogatorio) con el Presidente Lacalle Pou, la fiscal Fossati expresó su malestar por las filtraciones y abogó por una ley que regule este tipo de información. Este hecho plantea interrogantes sobre la coordinación entre la fiscal y el partido gobernante, generando una sombra de duda sobre la verdadera autonomía de la fiscalía en este caso.
En un momento en que la confianza en las instituciones democráticas es esencial, resulta imperativo abordar estas preocupaciones de manera transparente y exhaustiva. La sociedad uruguaya merece respuestas claras y acciones concretas para garantizar que la justicia no solo sea ciega, sino también libre de presiones externas. La integridad del sistema judicial es esencial para mantener la estabilidad y la confianza de la ciudadanía en el Estado de derecho, y cualquier erosión de estos principios debe abordarse con la máxima seriedad.
La reciente actuación de la fiscal Gabriela Fossati en el interrogatorio al presidente Lacalle Pou ha dejado mucho que desear en términos de independencia y profesionalismo. La revelación de audios relacionados con la declaración evidencia discrepancias significativas entre lo expresado por la fiscal y la realidad de lo acontecido. Fossati había asegurado que el cuestionamiento al mandatario duró una hora y media, sin embargo, los audios demuestran que apenas se extendió por 26 minutos.
Es particularmente preocupante que, una hora antes de que se filtrara el contenido del audio de la entrevista, Fossati expresara su malestar por las "filtraciones" y abogara por una ley que las regule. Esta actitud sugiere una falta de autocrítica y un intento de desviar la atención de sus propias deficiencias en el manejo del caso. La independencia y la transparencia son fundamentales en la función de un fiscal, y la conducta de Fossati plantea interrogantes sobre su idoneidad para desempeñar este papel de manera imparcial y objetiva. En un momento en que la confianza en las instituciones judiciales es crucial, es necesario abordar estas preocupaciones para salvaguardar la integridad del sistema de justicia.
Además de la falta de veracidad en cuanto a la duración de la entrevista, las preguntas formuladas por la fiscal revelan una falta de preparación y profundidad en el manejo de la información. Al cuestionar al presidente sobre aspectos que ya habían sido divulgados por los medios de comunicación, Fossati mostró una sorprendente ignorancia sobre el contenido de los mensajes de WhatsApp que formaban parte de la investigación. Este descuido profesional plantea serias dudas sobre la capacidad de la fiscal para llevar a cabo una investigación exhaustiva e imparcial.
Esto es lo que salió a la luz. Pero a Juan Pueblo le quedan serias dudas de todas las tramas que están detrás de estos vericuetos del poder entre el partido de gobierno y quien debe investigarlo en la justicia.