A pesar de que el senador y candidato presidencial por Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, se mostró contrario a la propuesta del senador nacionalista Luis Alberto Heber de que la prohibición de dormir en la calle deje de ser una falta para pasar a ser un delito, Heber sabe que, aunque la propuesta hoy no obtenga apoyo político, alguna voluntad afín al proyecto se transforme en voto herrerista, y con eso le alcanza. Pero al margen de la estrategia política, seguramente Heber esté convencido de esta nueva propuesta que, como todas las planteadas desde el 2020, apuesta al Estado inquisidor.
Sacar de la foto
La gente en situación de calle es un paisaje que molesta a los ojos de una política que pretende tapar el sol con un dedo, y donde la “estética urbana” se pretende que se imponga ante el drama humano. Una de las primeras medidas propuesta en el año 2020 era recoger a la gente en situación de calle y alojarla en las instalaciones del edificio del Club Neptuno.
La política del Gobierno en plena pandemia ante esta realidad parecía un mensaje irónico; como escribió en su momento la abogada especialista en derechos humanos y civiles, Valeria España: “Un hashtag nos convoca a quedarnos en casa, a cuidar entre todos a la comunidad, a evitar con responsabilidad la propagación de la, hasta ahora, mayor pandemia de nuestra generación. Por su literalidad y significación, este mensaje va dirigido a una minoría privilegiada; el mensaje recrudece particularmente uno de los problemas más lacerantes que enfrentan millones de personas en el mundo: la negación del derecho a la vivienda. El universo de personas que ven vulnerado este derecho claramente no son sólo aquellas que viven en situación de calle, sino también quienes corren el riesgo de estarlo: quienes padecen el hacinamiento, habitan lugares ruinosos o inundables, carecen de agua potable y saneamiento o, por las características en las que ocupan los espacios que habitan, atraviesan permanentemente el riesgo de un posible desalojo”.
Como el niño de ojos vendados que le erra el golpe a la piñata, en un proceso de dos años (del 2021 al 2023), la gente en situación de calle aumentó un 48 % sin que el Gobierno, salvo las políticas del Mides, logre hallar una respuesta concreta. Es que, al igual que con la inseguridad, el Gobierno y el sistema político en su conjunto siguen pensando en respuestas únicas para un problema multicausal que no se resuelve con “genialidades” y menos con prácticas punitivas por parte del Estado.
Pero los impulsos inquisidores forman parte del ADN del sector hegemónico ideológicamente del partido de gobierno, y vale recordar este análisis de Valeria España: “En el caso de Uruguay, las personas en situación de calle atraviesan una condición particularmente estigmatizada y castigada. Nuestra legislación siempre ha reflejado el desprecio sistemático a esta expresión de pobreza extrema, declarando con mayor o menor énfasis como un ‘estado peligroso para la sociedad’ la vagancia y la mendicidad; quien ‘vive en la calle’ nunca ha sido considerado sujeto de derecho. Antes de la declaratoria de emergencia sanitaria, el flamante ministro del Interior, Jorge Larrañaga, amparado en la ley de faltas promulgada en 2013, lo expresaba de esta manera: ‘La situación de personas en situación de calle no es un derecho. Hay faltas en el sistema jurídico del país que perfectamente se pueden aplicar y que obviamente vamos a llevar adelante porque la gente en situación de calle también afecta la propia convivencia en la sociedad. Eso es lo que habilita hoy el marco jurídico legal’. Allí, en la ‘situación de calle’, se ha cristalizado al sujeto de las exclusiones, de la marcación, de la falta, del encierro; en términos foucaultianos, ‘las finas tácticas punitivas’ se dirigen hacia ellos”.
Fracasado (por suerte) el proyecto de mega alojamiento en el Club Neptuno, se habilitaron algunos hoteles y otros alojamientos y las políticas del “Plan Invierno” venían de la Administración de gobierno pasada, pero, en un goteo constante, más gente pasó a vivir en la calle.
NITEP
El Colectivo Ni Todo Está Perdido (NITEP) surge en octubre de 2018, es un colectivo conformado por unas 30 personas, en su amplia mayoría personas en situación de calle, que viven en refugios de Montevideo o están en una situación de vivienda inestable. Se han sumado, también, estudiantes universitarios de Ciencias Sociales, Psicología Social y Filosofía, también vecinas y vecinos que ven en este movimiento un espacio de militancia social. Es la primera vez que en Uruguay se avanzaba en la maduración de una organización con estas características.
NITEP forma parte de la Red Latinoamericana y del Caribe de Gente de Calle, conformada exclusivamente por organizaciones de la sociedad civil de los distintos países, quienes llevan adelante políticas públicas y proponen marcos jurídicos acordes a la perspectiva de derechos humanos similares a los que proponen en Uruguay. Se definió el día 19 de agosto como el “Día de las luchas de las personas en situación de calle de Latinoamérica y el Caribe”.
MIDES
La propuesta de Luis Alberto Heber de hecho se podría tomar como un cuestionamiento a la gestión del Ministerio de Desarrollo Social, y aunque se llegue a la conclusión de que las políticas definidas son insuficientes, la propuesta de Heber se aleja del horizonte definido por la mayoría del sistema político para este Ministerio.
Actualmente el Ministerio cuenta con tres programas:
Está dirigido a personas mayores de 18 años, su principal dispositivo de atención son los centros nocturnos.
- Programa de atención a mujeres con niños, niñas y adolescentes
Cuenta con cinco modalidades de atención, todas de 24 horas, diferenciadas según las posibilidades de autonomía de los núcleos familiares: centros 24 horas; centro medio camino; centro de estadía transitoria; centro de fortalecimiento familiar; dispositivos de emergencia y una experiencia piloto de albergue con mayor autonomía en viviendas individuales en convenio con la Intendencia de Montevideo.
Brinda atención a personas con requerimientos de cuidados en procesos de recuperación o con patologías crónicas. Dispone de las siguientes modalidades de atención: un centro de recuperación (Tarará Prado), dos centros 24 horas y tres centros diurnos que, debido a la emergencia sanitaria, pasan a ser 24 horas.
Dispositivos de captación y derivación en Zona Metropolitana
Puerta de Entrada: Ante la llegada del covid-19 y para evitar aglomeraciones, cada refugio se convirtió en una puerta de entrada y se cierra temporalmente la puerta única, ubicada en la calle Maldonado 2088 de Montevideo.
Equipo Móvil: es el dispositivo central de captación, derivación y seguimiento con funcionamiento todos los días del año de 9 a 24 horas. El equipo recoge los reportes de personas en situación de calle para su captación y derivación a centros. Se organiza en varias recorridas diarias por Montevideo y en atención telefónica y presencial en el edificio central del Mides. Además, mantiene seguimientos y coordinaciones intra e interinstitucionales para las personas en situación de calle que no ingresan a los centros.
Call Center 0800 8798: es el servicio gratuito de recepción de reportes sobre personas en situación de calle, gestionado por el Equipo Móvil y georreferenciado, que funciona tanto para el reporte de los vecinos como para el autoreporte de los ciudadanos que pernoctan a la intemperie y desean ingresar a un centro. Funciona las 24 horas, los 365 días del año.
En el interior del país las coordinaciones se realizan a través de las Oficinas Territoriales del Mides.