"Más allá de la pérdida de vidas humanas" -agrega-, "el verdadero problema de estos operativos es que no funcionan". Y precisa que "la evidencia demuestra que no son una herramienta efectiva para reducir el crimen: en el mejor de los casos, su impacto es nulo; en el peor, desencadenan nuevas disputas y aumentan los homicidios".
A su juicio "la razón es simple" y argumenta que "a diferencia de otros tipos delictivos, el narcotráfico es un mercado ilegal con una demanda inelástica que no suele verse afectada por la represión". Y seguidamente deja en claro que "por cada joven asesinado o banda desarticulada, hay millones de jóvenes dispuestos a ocupar su lugar, y al día siguiente la droga sigue fluyendo, como si nada hubiera pasado".
Río de Janeiro inseguro
"Río de Janeiro no es un estado seguro: en 2024 tuvo una tasa de homicidios de 22,1, el doble que Uruguay", sostiene.
En este punto destaca la diferencia profesional entre ambas policías: "Porque actúan acorde la Ley y responden de manera controlada y proporcional, nuestras fuerzas policiales son más profesionales, confiables y efectivas. Están mejor capacitadas y lideradas, y año a año obtienen mejores resultados, con pérdidas humanas mínimas".
"¿Por qué nos empecinamos en copiar las prácticas de países más inseguros y menos democráticos que el nuestro? ¿Por qué en vez de querer parecernos a Brasil, no reformamos las cárceles y tratamos las adicciones, como hacen los países en los que realmente quisiéramos vivir?", culmina.
Operativo sangriento
El pasado martes 28 de octubre el gobernador de Río movilizó más de 2.500 agentes de la Policía Militar para una operación contra el narcotráfico en la periferia norte de la ciudad, donde residen numerosos integrantes del Comando Vermelho.
En cuestión de horas, la ciudad se convirtió en un escenario de guerra, en el que se utilizaron drones, dos helicópteros, 32 vehículos blindados terrestres y 12 vehículos de demolición. Los muertos superan los 120.