Sobre la estupidez, el diccionario de la Real Academia dice: "Torpeza notable en comprender las cosas". Clarito, ¿no?
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Si esta definición se aplica al análisis de algunas discusiones (pseudo)políticas que inundan las redes sociales, cualquier guiño a la picardía popular (los memes, por ejemplo) se reducen a la nada. Y esto se aplica, sin vueltas, al caso de la tuitera que se convirtió en noticia durante las últimas horas gracias a un posteo en el que "acusaba" a Fernando Pereira de haber cenado en un boliche cheto de Punta Carretas. Esta publicación, además, incluía una foto en la que se ve, efectivamente, al presidente del Frente Amplio cenando, junto a otras personas, en un local gastronómico.
La supuesta "exclusiva" se viralizó inmediatamente y las respuestas de condena y de cuestionamiento inundaron la red social. ¿Cómo puede ser que un dirigente de izquierda, una voz política potente y crítica con las políticas del gobierno, va a cenar en un supuesto boliche "cheto", en una zona "cheta" reservada para la "gente bien"?
Sin embargo, la tuitera de marras metió la pata y la "bomba noticiosa" fue puro humo. Pereira sí cenó con un grupo de personas y la foto que se ve en el posteo no fue trucada. El asunto es que el encuentro no fue en Punta Carretas sino en el local El Gamo, que está en la ciudad de Tacuarembó, a casi 400 kilómetros de Punta Carretas, como lo remarcó una nota de Montevideo Portal. Vaya metida de pata.
¿Cual es el problema? Que Pereira cene (hipotéticamente) en un local de Punta Carretas o que se saque fotos durante sus vacaciones en José Ignacio (otro caso que motivó polémicas absurdas) no es el meollo del asunto.
Lo que este episodio provoca es una reducción de la discusión política a un mero basurero de clisés. El discurso se vuelve banal, mera mueca. O, mejor dicho, en síntoma inequívoco de que hay "torpeza notable en comprender las cosas". Twitter, atinadamente, ya tomó medidas: la cuenta ya no existe.