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Política ciencia |

Mucho ruido y pocas nueces

Rendición de cuentas: migajas para la ciencia

Gregory Randall y Gabriela Mordecki manifestaron su preocupación por el magro presupuesto destinado a la ciencia en la actual Rendición de Cuentas.

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Caras y Caretas Diario

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En un año de aplausos y flores para la ciencia, el gobierno anunció US$ 26 millones de presupuesto para el sector, de los cuales, finalmente, solo se invertirán US$ 4 millones en investigación y desarrollo (I+D) para ser administrados por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

Otros 10 millones de dólares serían para el ítem innovación y los US$ 12 millones restantes, que el Poder ejecutivo incluyó en el paquete presupuestal, no son específicamente para la ciencia, sino para la creación de la Agencia Nacional Uruguay Audiovisual (ANUA) con la que pretenden sustituir al Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual Uruguayo (ICAU).

Peor suerte corrieron instituciones como la Universidad de la República (Udelar), el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias o el Institut Pasteur, cuyos aumentos presupuestales son US$ 0.

Ante este panorama, referentes de la academia científica -que esperaban un aumento que permita avanzar desde un 0,4% del PBI actual hacia el 1%- manifestaron su frustración y desazón con la partida asignada, situación que buscan revertir durante la discusión parlamentaria de la Rendición de Cuentas, ya que la asignación actual implica un magro aumento de 0,006% del PIB (US$ 4).

El desarrollo en juego

Gabriela Mordecki, investigadora y docente de la Udelar, señaló que el presupuesto asignado para la ciencia es “muy bajo”, ya que se encuentra en el orden del 0,4 % del PIB, muy por debajo de otros países del mundo. “El promedio en América Latina es de 0,7%. En Uruguay estamos en el nivel de los países de la África subsahariana, lo que también impacta en el número de investigadores que hay por habitante, indicador en el que también estamos por debajo de todos los países de la región”.

La investigadora reconoció ciertos avances, ya que “veníamos de más abajo”, pero opinó que el presupuesto asignado ubica al país muy lejos del objetivo. “Se pasó de menos de 0,3 % del PIB al 0,43%, pero en 2014, los presidenciales de ese momento, firmaron un acuerdo para que se alcanzara el 1%. Con la asignación actual se tardará 30 años en alcanzar el nivel que se pretende”.

Mordecki también apuntó que existe una relación directa entre la inversión en ciencia y tecnología y el desarrollo de los países. “El crecimiento del PIB per capita es algo que se ve al analizar los indicadores. Invirtiendo en ciencia y tecnología, tanto básica como aplicada, estamos invirtiendo en el futuro del país. Para ello, es necesario reforzar todos los programas, fundamentalmente los proyectos concursables, las becas de posgrado y posdoctorado, para que los jóvenes que se están formando en el exterior tengan un lugar a donde volver”.

Según la investigadora, en Uruguay hay unos 2500 investigadores e investigadoras en actividad, más otro tanto con dedicación total de la Universidad, pero que no están categorizados en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Se trata de un número bajo para la cantidad de habitantes, sostuvo la entrevistada, por lo cual la preocupación principal de los equipos de investigación es “evitar el éxodo” de talentos. “No está cuantificado cuántos se van, pero son muchos. Van a estudiar al exterior y no vuelven. Es necesario poder ofrecerles un lugar donde trabajar”.

Consultada sobre el mensaje del Poder Ejecutivo con esta asignación presupuestal, expresó: “La señal es bastante mala. Anunciaron que se asignan US$ 26 millones, incluyendo US$ 12 millones que son para una agencia audiovisual, que es cultura, pero no es ciencia y tecnología. Están intentando inflar el presupuesto con cifras que no corresponden. Luego se le dan solo US$ 4 millones a la ANI y otros 10 a un fondo para la innovación, que no queda claro cómo se va a asignar porque explican que serán dados a sugerencia de la ANI, pero con el aval del Ministerio de Economía. Para obtener este tipo de fondos los investigadores presentan proyectos y concursan, ahora no se sabe si estos fondos se les van a dar a los mejores o a quienes tengan el apoyo del ministerio, lo que opaca la señal de este apoyo”.

Y añadió: “En este contexto, luego de la pandemia, se esperaba una señal mucho más potente, ya que los científicos salieron a trabajar en forma honoraria, no solo el GACH, otras instituciones. Pusieron sus conocimientos al servicio de la resolución del problema, desde las áreas más variadas como la medicina, virología, ciencias básicas y también desde las ciencias sociales. Si uno lee exposición de motivos, reconocen todo eso y parecería que van a dar algo significativo, pero no”.

De todos modos, dijo Mordecki, desde la comunidad científica hay expectativas de que el presupuesto se pueda mejorar, ya que también existe preocupación de legisladores y legisladores por las posibilidades de investigación y desarrollo en el país. De contar con más presupuesto, la entendida opinó que las áreas prioritarias de inversión deben apuntar a mejorar las cifras de aprobación de proyectos de grado, han ido cayendo en los últimos años, y los recursos humanos. “Es fundamental reforzar el número de proyectos y los montos, que están congelados en pesos. Lo que en 2015 rendía para pagar salarios y comprar herramientas para la investigación, ahora rinde la mitad. También se debe reforzar la parte de recursos humanos con becas de grado, posgrado y postdoctorados, que hay muy pocos por año, así como el presupuesto para los fondos Clemente Estable y María Viñas, que han visto disminuida su capacidad de apoyo a investigadores”.

Talentos for export

En la misma línea, Gregory Randall, investigador e integrante del Consejo Directivo Central (CDC) de la Udelar, manifestó su preocupación por el bajo presupuesto destinado a la ciencia, a lo que hay que sumarle la asignación cero para la principal institución universitaria del país. “El presupuesto para ciencia y tecnología fue terrible, sobre todo cuando hablaron de una Rendición expansiva para el sector. Desde la Udelar, solicitamos fondos específicos para investigación, en particular para programas de dedicación total, becas de posgrado y proyectos de investigación, que no fueron tomados en cuenta. La combinación de todo esto, es una señal muy triste después del esfuerzo que hizo la comunidad académica durante la pandemia. A la ciencia y la tecnología le dieron migajas y a la Universidad una bofetada”.

Para Randall lo más preocupante de la Rendición de Cuentas es el mensaje que se le da a la comunidad en formación. “Un país puede tener una situación financiera complicada y tener que esperar un año, pero hay que manejar con cuidado los mensajes. Durante los últimos 15 años, el país dio señales sistemáticas en formación de recursos humanos de grado, creó el Sistema Nacional de Investigación, que premia a quienes tengan posgrados, motivando a que cientos de personas estudiaran e invirtiendo en ellas durante años. Ahora, les dicen que no hay presupuesto, que no van a tener donde trabajar. Entonces, el país invirtió para exportar cerebros formados con fondos públicos. Se los estamos regalando a países vecinos, sobre todo a los del norte, que los reciben con mucho gusto porque es gente valiosa. Estas personas terminan su doctorado, tienen publicaciones, empiezan a ser conocidas y si les ofrecen un lugar en alguna universidad del norte ni lo piensan porque acá no hay oportunidades”.

Para explicar la importancia de la inversión, el experto recordó: “Cuando gente de Facultad de Ciencias, como Moratorio [Gonzalo, virólogo] o Moreno [Pilar, científica], referentes del Instituto Pasteur, sacaron el test para Covid-19 en semanas fue porque son gente formada en Udelar durante años, personas en las que se invirtió un montón plata para darles formación, para armarles su laboratorio y que pudieran trabajar. Y eso permitió que en el momento oportuno pudieran responderle al país. Quizá nadie imaginó que esa inversión sería rentable, y se pensaba que estaban investigando cosas raras que no iban a servir. Ahora nadie puede poner en duda que esa inversión fue rentable”.

Sobre el impacto que tendrá la falta de presupuesto en la labor cotidiana de la comunidad científica, Randall aseguró que golpeará duro “en varios aspectos”. “Para poder hacer ciencia, en cualquier diciplina, pero en particular en las experimentales, no basta una sola persona, se necesita un equipo. Estas personas, además de un salario, necesitan un laboratorio, insumos, y equipamiento científico. En la medida que avanza la ciencia, es fundamental mantener el equipamiento a la altura de lo que se está publicando en el mundo. Nosotros somos expertos en sacarle el jugo a los equipos viejos, pero al publicar en revistas se compite con personas que tienen equipos del año pasado o de este”.

Asimismo, continuó Randall, para poder trabajar hacen falta nuevos laboratorios y edificios, como la Facultad de Veterinaria y otros que la Udelar ha ido construyendo lo largo de los años. “Estamos pidiendo presupuesto para infraestructura, por ejemplo, para la Facultad Química, que se cae a pedazos. La idea no es solo dar clase de manera decorosa para 150 mil estudiantes que tenemos actualmente, sino hacer laboratorios con condiciones adecuadas de seguridad. Eso, con esta Rendición de Cuentas no será posible”

En tal sentido, explicó que la falta de incremento correspondiente a la inflación -que afecta todos los bienes de consumo- la imposibilidad de construir edificios, de mantener el equipamiento y la reducción del volumen de proyectos de la ANII, generan un atraso importante. “Hay más gente formada, más dificultad para sostenerla, equipos viejos y proyectos de investigación con los mismos montos de hace 3 o 4 años, que rinden cada vez menos. Es para atender estas problemáticas que se están pidiendo más recursos. Sin embargo, la señal del gobierno indica que no hay un interés genuino en el apoyo de la ciencia, la tecnología y, por ende, en el desarrollo del país.

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