A partir de abril de 2022 el tipo de cambio en Uruguay va a contramano del mundo, mientras a nivel global la moneda estadounidense cobra valor, en Uruguay el peso viene fortaleciéndose en un marco de política de libre flotación. Durante todos los meses del año pasado el dólar fue bajando en Uruguay, con la excepción de julio, setiembre y octubre. Pero durante todo el año acumuló una baja de 11,81%. De esta forma se da la mayor baja anual registrada desde el año 2009.
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La evolución del tipo de cambio en Uruguay va a la inversa de la tendencia general del dólar en el mundo. Si observamos por ejemplo el dólar índex como aproximación a la tendencia del dólar a nivel global se viene dando y se sigue proyectando un aumento de este. El dólar índex es un indicador para medir en términos relativos el valor del dólar en relación con una canasta de otras monedas entre las que se destacan e incluyen las de los principales socios comerciales de EEUU. Esta canasta de monedas, ya que cada una tiene un peso relativo, está integrada por el euro, el yen, la libra esterlina, el dólar canadiense, la corona sueca y el franco suizo. El euro representa un 57,6% del índice; el yen japonés con un 13,6%; la libra esterlina, con un 11,9%; el dólar canadiense 9,1%; la corona sueca 4,2% y el franco suizo con el 3,6%. El dólar ha llegado a su nivel más alto en 20 años frente a algunas de las monedas más fuertes del mundo.
Pero tomando una visión más amplia puede verse que la tendencia fue también a nivel de otras economías tanto desarrolladas como emergentes. Pero existieron algunos países donde la moneda local se apreció, como el caso de algunos exportadores de materias primas como Brasil, México y Perú, pero con valores entre 7% y 4%, no que superaran los dos dígitos como en el caso de Uruguay. Inclusive manteniéndose la tendencia cuando en los últimos meses hubo una baja en las exportaciones de bienes que venían siendo récord en 2022. Esto contrastó con la dinámica que siguió la moneda norteamericana frente a la mayor parte de las divisas internacionales el año pasado, aunque estuvo direccionalmente en línea con la apreciación que exhibieron las monedas de Brasil (de 7%), México (de 5%) y Perú (de 4%), países que al igual que Uruguay son exportadores de materias primas y se beneficiaron de un contexto muy positivo de términos de intercambio.
Consecuencias
La baja del dólar en Uruguay lo encarece y se pierde competitividad. Esto provoca un deterioro de precios relativos que viene registrando Uruguay en particular en la región y con sus competidores en el exterior. Para un país pequeño, exportador de bienes, esta es una situación que tiene riesgos y si bien se tuvo un récord de exportaciones en 2022 debido a la coyuntura internacional, ya se vienen generando dificultades. Cada vez se es menos competitivo y más caro, el boom de las materias primas se relajó y lejos de buscar una reubicación hacia niveles de equilibrio el peso se sigue apreciando. Es de destacar que se viene perdiendo competitividad de cara a importantes referentes socios comerciales como Australia, Nueva Zelanda y China, con los cuales se había ganado terreno en la materia en 2020 y 2021.
Qué explica esta realidad del dólar en Uruguay
El dólar como mencionamos se fortalece en el mundo y tiene perspectivas de seguir este camino dado los anuncios de la Reserva Federal de continuar fortaleciendo la tasa de interés y mantener una estricta política monetaria contractiva.
Durante 2022 el récord de exportaciones fue una de las causas de la baja de dólar, dado el importante volumen de divisas que ingresaba a través de las ventas al exterior. Pero la principal explicación hoy es la política monetaria que viene trayendo el BCU, restrictiva, y que anuncia mantener como medida para controlar la inflación, aunque la misma cerró 2022 bastante por fuera de la meta definida. De esta forma en un sistema de libre flotación sin ningún tipo de intervención el peso sigue subiendo y se mantiene fuera de sus niveles de equilibrio.
Tendencia con fecha límite, riesgos y ajuste rápido
Este desacople de la tendencia, producto de medidas de política económica que sigue con medidas de restricción y no intervenciones, tiene sus riesgos en la medida que deba surgir un ajuste abrupto. En primer lugar, es una realidad la pérdida de competitividad que se da vía tipo de cambio. Ya se han visto diversos planteos de sectores afectados ante algunos ajustes a la baja en las exportaciones, las perspectivas más negativas y ni hablar de los efectos del clima en el sector agropecuario que empiezan a jugar. Pero una brecha importante respecto a los valores de equilibrio puede significar efectos sobre la inflación y afectación relevante en determinados mercados, salarios y algunos de los grupos que en el marco de la política actual vienen bastante rezagados. En este contexto un régimen de flotación sucia con una adecuación a lo que es el mundo y con intervenciones de corte monetario que van amortiguando los movimientos abruptos de muy corto plazo parecen una realidad bastante más favorable.
En el largo plazo la política del BCU debe ser profunda a nivel de la economía y la búsqueda de crecimiento; en la actualidad teniendo como foco la inflación los efectos no son tan claros y se afecta la competitividad. Las consecuencias pueden ser peores. El agro en Uruguay tuvo baja en el último trimestre del año en exportaciones y ya se vienen alertando desde el sector los efectos sobre la actividad y el empleo. Desde el Ejecutivo la postura sigue siendo de no intervención. Pero desde una mirada más global la situación es de alerta y la no intervención puede costar mucho en una economía donde durante un importante crecimiento basado en fuertes exportaciones existió inflación y no pudieron recuperarse niveles salariales.