“No te quedes inmóvil
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
al borde del camino.
No congeles el júbilo”
Mario Benedetti.
¿Cuál es el motivo que lleva a una persona a abandonar los estudios durante los primeros años de secundaria? Es esta una pregunta que expresa la preocupación acerca de una situación que no es nueva y que admitiría miles de respuestas. Algunas de ellas están vinculadas a la rigidez del sistema educativo y sus formatos tradicionales e inflexibles, otras veces a la vida y la interposición de situaciones graves e inesperadas que operan como bloqueantes para que un joven pueda tener el aplomo de continuar estudiando, pero muchas veces lo que ocurre es sencillamente la adolescencia, pura adolescencia descarnada que aparece como una rebeldía desbordante frente a los adultos y su versión del mundo. Lo cierto es que muchos uruguayos no han culminado sus ciclos educativos y -muy por el contrario de lo que se ofrece como idea recurrente en el discurso público- desde Secundaria se implementan muchos programas y planes que permiten el reencuentro de jóvenes y adultos con la posibilidad de culminar sus ciclos educativos. Hoy quisiera hablarles de uno de los programas más exitosos que Secundaria ofrece y que permite que los adultos insertos laboralmente puedan tener una oportunidad en sus propios lugares de trabajo para culminar sus estudios, en el marco de un convenio entre instituciones. Es un programa que conocí muy de cerca y que me regaló muchos atardeceres diferentes a los habituales durante unos meses del año 2012 en que me desempeñé como coordinadora.
Fue para mí un tiempo breve, pero inmenso en intensidad. Hasta ese momento no había prácticamente trabajado con adultos, por lo que descubrí con emoción que allí, en esas historias, se juega una nueva revisión de las adolescencias, en la mayoría de los casos lejanas en el tiempo, pero renovadas interiormente a partir de la decisión de volver a estudiar. Estoy hablando de ProCes, Proyecto de Culminación de Educación Secundaria, una oportunidad de cierre de los ciclos educativos que se ofrece en convenio entre Secundaria y las diversas empresas o instituciones del Estado -hay también algunos pocos casos de entidades privadas- para facilitar la formación de sus funcionarios. Es un programa de los más interesantes que Secundaria tiene en oferta, sin embargo, tiene una escasa difusión pública, apenas conocido entre aquellos que participan como beneficiarios. Comenzó en el año 2007, como una iniciativa de quien fuera en aquel tiempo directora general del CES, la profesora Alex Mazzei, con la intención de “pilotear” una experiencia de formación para los funcionarios de la Intendencia de Montevideo. El tiempo inicial de prueba resultó tan exitoso que en los años siguientes se fueron sumando cada vez más instituciones. Es un programa que presenta el desafío de “abrir” aulas, pequeños liceos en los propios lugares de trabajo de los estudiantes; casi como en el juego de las cajas chinas, una institución educativa se forja dentro de otra institucionalidad que tiene otros fines.
Quizás fue esa iniciativa novedosa, de “ir” hacia los estudiantes, lo que configuró la mayor novedad, al punto que desde la fecha de apertura y hasta el año pasado ProCes contó con 3.420 estudiantes de los que egresaron con total éxito 2.977. Yo venía de desempeñarme por más de una década como directora de un liceo de adolescentes y encontrarme con estos nuevos alumnos -muchos eran de mi edad, o mayores- y conocer sus historias se tornó fascinante, en principio por la valentía que advertí en aquellos hombres y mujeres de vencer los miedos e inseguridades y dar ese paso inicial, volver a intentarlo. Todo cuesta más cuando somos adultos, aparecen los fantasmas del temor, del ridículo, del fracaso. Ayudarlos a descubrir que tienen un bagaje enorme de conocimientos y experiencias producidos por la propia vida -de las que la mayoría no son conscientes- es parte del desafío. La oportunidad de reencontrarse con aquel momento de la vida en que la historia educativa quedó trunca no solo es significativo porque les permite revisar lo ocurrido, sino porque además les habilita a mirar hacia el futuro con otros ojos. Y en este sentido se abre un abanico variado de opciones. Están los que lograrán otro reconocimiento en el propio espacio laboral del que participan, están los que albergan el sueño de estudiar algo que siempre les encantó y les quedó pendiente, o los otros que simplemente quieren terminar, cerrar aquella historia adolescente. Un 33% de los egresados de Bachillerato siguen estudiando carreras terciarias. Muchos son ya docentes o licenciadas en enfermería o prevencionistas, o expertas en relaciones laborales. La vida sigue más allá del trabajo y de la edad, la vida merece ocasiones en otros tiempos de madurez que permiten perfilar mejor la historia personal. Recuerdo aquellos atardeceres, aquellas charlas, aquellos esfuerzos y el orgullo rondando, la autoestima creciendo y el futuro latiendo con fuerza. Renuevo la emoción y valoro cuántas posibilidades de redefinición de la vida se juegan cuando sentimos que el aula puede construirse en cualquier lado. Lo importante es, como dice don Mario, no quedarse “inmóvil, al borde del camino”.