Por Ricardo Pose
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Es constitucional y apegado a la ley, que si Luis Lacalle o Beatriz Argimón, pidieran licencia por tareas inherentes a su cargo o quebranto de salud, por línea de sucesión en la lista parlamentaria electa, ocupe alguno de los dos lugares Graciela Bianchi.
Solicitando al lector que evite la tentación de recordar las características de tan singular y folclórico personaje de la fauna política nacional, quien ocupe ese cargo, no es la titular de la lista más votada, y en buen romance, tampoco pertenecen al partido político más votado, el Presidente y la Vice.
Nuestra radical actitud republicana, nos lleva a aceptar los resultados de octubre y noviembre, pero sentir cuestionados, nuestros preceptos sobre representación, mayoría y minorías, o por decirlo de otra manera: la razón no puede apaciguar la emoción, porque nada de lo que ocurre, es republicanamente razonable.
Si diera por razonable, lo que políticamente estamos viviendo, debería enseñar a mi hijo, que quien gana un partido de futbol, no es necesariamente el que hizo más goles.
Volviendo al asunto anterior, que Graciela Bianchi ocupe la vice o presidencia, aun dentro de la lógica del invento multicolor tampoco resiste mucho análisis.
El sector de Bianchi, lista 404, Aire Fresco obtuvo 175.397 votos; dejemos de lado la votación obtenida por el MPP (281.542 votos que la convierte en la lista más votada en todo el país), sino miremos dentro de sus propios socios: Manini obtuvo 259.929 votos, y podría reivindicar su situación de ser la lista más votada dentro de la coalición.
Es decir, las No mayorías políticas se imponen en la elección nacional, pero también dentro de la multicolor.
Y Desde el punto de vista parlamentario, ejerce la Presidencia de la Asamblea General y del Senado, una de las bancas minoritarias.
Que los multicolores no hayan logrado su unidad orgánica, hacen que tejan una alianza que permite esta trapisonda institucional, más digna de un régimen parlamentarista, que del nuestro, pero nosotros, nuestra voluntad ciudadana, no deberíamos pagar los costos.
¿Y la crisis?
A esta convalidada burla de la voluntad ciudadana, se suma la confirmación de las cortinas de humo creadas, por los que desde los ámbitos empresariales, hacían aparecer al país, al borde de la crisis.
Apenas conocido el resultado que favoreció al candidato Luis Lacalle Pou, rápidamente salió el presidente de la Asociacion Rural del Uruguay, Gabriel Capurro a declarar públicamente que la Institución, léase el sector ruralista del país, no tenía nada que reclamar al nuevo gobierno, y por el contrario ofrece todo su apoyo.
Ni corto ni perezoso, el Presidente de las Super gremiales, la crema de la crema de las Cámaras empresariales, Gerardo García Pintos, se manifestó en el mismo sentido del Presidente de la ARU, dejando en claro además que compartía, las medidas macro económicas propuestas.
Ganó el pingo de ellos: Luis Lacalle Pou.
Resulta interesante que ambos anuncios, de los cuales es esperable aparezcan más en el mismo sentido, se realicen en diciembre, a meses de asumir el nuevo parlamento y mucho antes de asumir el nuevo Presidente.
Interesante que confíen en que resuelva una crisis quien aún no está ejerciendo, y que por sentido común, necesitara tiempo antes de poder aplicar las medidas propuestas.
Pero los dueños del Poder, ya no se sienten en crisis, o ésta nunca fue tal.
Resignificando
Si las organizaciónes y dirigentes políticos, como ha demás han confirmado una vez más la ARU y las super gremiales, son representantes de intereses de sectores de clases de la sociedad, entonces quién gana el gobierno es la representación política de intereses de clases.
En toda la historia de la democracia republicana y representativa de la Revolución Industrial hasta nuestros días, la dicotomía ha estado en organizaciones políticas de los intereses de la burguesía, y organizaciones políticas representantes de intereses de los proletarios.
La situación de vulnerabilidad del trabajador, no la resuelve la rotación o alternancia de partidos políticos en el gobierno.
La bondad expresada, que permitiría imaginar el acceso al gobierno, como el juego de las sillas, es una ilusión que han vendido las clases dominantes y ha comprado buena parte de la social democracia.
Los trabajadores, los humildes, los excluidos, que votan a los partidos de los patrones, votan como trabajadores pero no en función de sus intereses; no hay un solo trabajador, un solo pobre, un solo excluido, en Uruguay y en el mundo, que tenga algo que ver, de pertenencia, de igualdad de acceso, que un empresario, un terrateniente, un administrador de una fortuna heredada.
La migración de estos y otros conceptos del discurso de los gobiernos progresistas, ha llevado a la lucha política e ideológica, a un corral de ramas.
En camisa de once varas se han encorsado, y de allí las dificultades de poder hacer comprender, porque no es lo mismo, el uso de la fuerza por parte de un gobierno como el de Venezuela o Nicaragua, que el de Chile o el de Macri en su momento.
O visto desde el lado de las veredas, porque la oposición movilizada en Venezuela intenta subvertir el orden republicano, y por qué la oposición en Chile es brutalmente reprimida.
Resignificar las palabras, las denominaciones, lo que significan y simbolizan; Poder y Gobierno, sigue sin ser lo mismo; en nuestras sociedades, hay quienes estén o no representados políticamente en el gobierno, siguen ostentando el poder: los dueños de los grandes medios comunicación, del mundo de las finanzas y el acceso a los capitales internacionales, los agro negociadores, etc.
Por fuera de ellos, los que alguna vez cada tanto llegan al gobierno, se convierten en el convidado de piedra, sentados a la mesa del gran banquete oligárquico.
La corrección
De las pocas cosas en común que podemos notar en un bloque y otro de los votantes en el balotaje, quizás sea el mal humor, con ese discurso que intenta discurrir tanto por la corrección política, que resulta soso, hueco, estéril.
Relato que pretende ser dócil cual carmelita descalza, en el medio de las tensiones por la distribución del ingreso y la riqueza. Reprimenda casi histérica, para quien deja de decir Gre Gre, para decir Gregorio.
Si uno se guía por lo dicho por Gabriel Capurro de ARU, podría decir a los trabajadores que en esta etapa de desaparición de la crisis, deberían aprovechar para pedir un pesito más de salario; pero la alegría de los ruralistas con el nuevo gobierno, al que no le van a pedir, no es para mejorar, en épocas de bonanza, el salario del trabajador.
Los consignatarios de ganado pasaron raya a 2019 y el balance es más que positivo.
Un buen porcentaje de la población firmó para reformar la constitución para resolver por esa vía el tema Inseguridad Pública, y otros tantos votaron la reforma, para que hoy, aquellos impulsores les vengan a decir lo que siempre se respondió desde esferas oficiales: Uruguay vive un problema de Inseguridad, que en muchas de sus causas padece el resto de la región.
Mamao no vale.
Soy buen perdedor; hincha de cuadro de futbol denominado chico, estoy acostumbrado a las derrotas de mi equipo; eso sí, siempre, pero siempre, perdemos en la cancha; no recuerdo haber perdido, empatado o ganado en la cancha, y que en la liga se diera vuelta el resultado; soy radicalmente republicano, y tengo pruebas, de nunca haber ejercido el sectarismo, ni con los que integran el Frente Amplio, ni con los de izquierda y derecha fuera de él.
No ser sectario, no implica exigir, perder respecto a lo que dicta el sentido común, jugar al truco con muestra, y no cantar flores falsas.
Por esa radical vocación republicana, aunque a nadie le importe, pero creo aporta a combatir el fomento del odio y de la discordancia entre orientales, es que acepto el resultado de octubre y el de noviembre, sin perder la terca convicción de cambiar ésta trapisonda jurídico electoral.
Escrito lo anterior, me van a disculpar la nada corrección política; yo no voté un partido ni coalición donde están juntos patrones y laburantes, y perdí en extraña ley; Luis Lacalle, el menos votado de octubre , no es mi Presidente.