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Saber popular: Aciertos y errores

Por Rafael Bayce.

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De cuando en cuando, lectores, en lugar de tratar temas del momento nacional o internacional, nos zambullimos en dichos que tanto pueden constituir aciertos expresivos para la manifestación de verdades y realidades, a veces, como errores no percibidos pero ocultos en atractivas formulaciones que llenan funciones expresivas detectables.

En una columna anterior analizamos un excelente graffiti montevideano (todavía en Guayabos y E. Acevedo): “Nos mean, y la prensa dice que llueve”. Un acierto para expresar una verdad. Hay una verdad subyacente, la subsirviencia general de la prensa, muy efectivamente transmitida mediante la potente y transgresora asimilación entre la ‘meada’ y la ‘lluvia’, como alternativa para la descripción del líquido que cae sobre el colectivo, diferencia subrayada por el ‘nos’, contrapuesto a ‘la’ prensa, excluida de la pertenencia al colectivo, pero enmascaradora subsirviente a otros de la meada como lluvia, pretendiendo así salvar a los responsables de la caída del líquido ensuciante.

Hoy veremos un ejemplo contrario: una atractiva forma de expresar un error, y el porqué de su éxito: ‘déjenme subrayar un detalle no menor’, que le habría fascinado a Vaz Ferreira.

El famoso libro del filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira, Lógica Viva (original de 1910, con adaptaciones hasta 1957), podría ser una guía y conspicuo ejemplo para nuestra tarea de mostrar aciertos y desaciertos o errores en expresiones de éxito en el cotidiano, explicables o comprensibles por su forma retórica, pero que tantas veces esconden errores lógicos o de razonamiento. Muy sucintamente, el libro muestra ejemplos de ‘falsa oposición’, de ‘falsa precisión’, de paralogismos, y de distinción entre el valor lógico y el efecto psicológico en discursos, discusiones y argumentaciones, esto último especialmente. Un extraordinario texto sobre esto último es de 1877, de Charles Pierce, The fixation of belief -La fijación de la creencia-, que estudia, con mucha más agudeza aún, los modos y cualidades que explican la fijación de una creencia, en el individuo y en el colectivo. Ya vimos que el descubrimiento teórico del tema tiene 25 siglos, desde la Retórica, la Poética y los Argumentos Sofísticos de Aristóteles, esotéricamente cultivados por los teólogos medievales, antes de reaparecer a fines del siglo XIX y explotar hacia mediados de los 70 como ‘teoría de la argumentación’.

 

Atractivo error: “Déjenme subrayar un detalle no menor”

¿Por qué es un error?

Porque un ‘detalle’ es ‘menor’, siempre; un detalle no puede dejar de ser menor, por definición semántica de lo que significa e indica. Si fuera no menor, perfectamente posible, entonces no sería un detalle, que es algo menor dentro de una estructura fáctica o discursiva mayor. Entonces, si es un ‘detalle’ no puede ser ‘no menor’; y si no es menor, no es un detalle. Lógicamente, diría Vaz Ferreira, es una falacia; pero psicológicamente es un error atractivo. En defensa del dicho, podríamos argüir que se afirma si alguien descubrió una pequeñez descriptible como detalle, pero que, a pesar de su menor magnitud respecto de otros atributos subrayados antes, podría ser un relevante descriptor o explicativo de algo o de alguien. Por eso se dice, equivocadamente, que, pese a la magnitud menor de lo notado, su incidencia en la descripción o explicación de algo o alguien no es menor, o sea mayor que lo esperado por quien oye o lee lo que está siendo notado. Pero, por razones de tiempo o espacio -entre otras que veremos-, la oposición entre la pequeñez aparente de lo notado (detalle) y la importancia mayor de su relevancia descriptiva o explicativa (no menor), que podría ser comprendida y expresada como lo es en estos párrafos más largos, lleva a que se exprese comprimidamente como ’detalle no menor’; error lógico, pero que, retóricamente, satisface muchos objetivos de quien lo enuncia así, pero también gustos de quien recibe, de modo oral o escrito, el enunciado.

¿Por qué es un error, pero atractivo?

En primer lugar, su formulación breve, que explica también parcialmente el éxito del graffiti; la brevedad no solo explota con mayor estruendo en las neuronas al contacto, sino que es crecientemente útil y apreciable en tiempos de tuits y de economía expresiva, aunque siempre tuvieron ese valor aforismos, sentencias, muletillas, proverbios, refranes y narraciones ejemplares breves (cuyo estudio también data desde Aristóteles, ya que estamos).

En segundo lugar, aparenta humildad en quien innova descriptiva o explicativamente al interior de un haz de factores ya aceptados; el innovador no parece querer intervenir en la estructura ya aceptada pero, tímidamente, y haciéndose perdonar mejor por ello, señala algo que podría ser un detalle en el panorama aceptado, pero que, sin embargo, puede tener una incidencia mayor que lo indicable por su magnitud. Le es agradable al receptor resentido, sea en la estructura de poder de los que sustentan la explicación sin ese detalle, sea en los receptores como resentidos envidiosos que tienden a decir ‘y este quién es, qué se cree este opinólogo’; ambos tipos de receptor celebran la modestia y humildad al menos aparentes del innovador explicativo al introducir algo como un mero ‘detalle’, y de no introducirlo como una contribución ‘mayor, pese a su dimensión’ sino respetuosa y eufemísticamente como ‘no menor’.

Valga aclarar que, aunque esta fórmula pseudo humilde y modesta pueda ser astutamente leída como una argucia retórica de quien introduce ese ‘detalle no menor’ para hacerse más aceptable y menos chocante al statu quo, de cualquier modo es una reverencia a la hegemonía, porque aunque sea simulada en profundidad, exteriormente es vista como un fortalecimiento de lo instalado, pese a que su vocación sea la de instalarse en lo instalado, matizándolo o hasta contrariándolo.

Recurren hoy a esa pseudo humildad y falsa modestia quienes, por ejemplo, cuando se les da la palabra en público preguntándoles si tienen algo que agregar al debate, empiezan diciendo ‘no’, como si fueran sorprendidos suponiéndolos calificados para algo que quedaría como de ‘agrandado’ si se admitiera; a continuación añadirá que ‘un poco lo que quería decir’; no puede presumir de que tiene algo sustantivo para decir, sino, tímidamente, ‘un poco’. Y quizá hasta diciendo ‘a ver’ chasqueando la lengua, como si tuviera tal torrente de brillanteces en mente que le cuesta elegir qué decir aquí y ahora. Deleznables muletillas de moda y de retórica apta para resentidos y simuladores.

En tercer lugar, quien adopta la expresión puede no tener la profundidad analítica como para entender el error-cangrejo que está bajo la brillantez de la piedra retórica, pero sí apreciar la utilidad de la fórmula para acreditar públicamente humildad, modestia y respeto por lo aceptado, lo cual puede ser sustantiva y/o formalmente valioso.

En cuarto lugar, quien adopta la expresión, o la valora como positiva, puede sucumbir simplemente a los encantos de la moda verbal (la razón estética en el texto de Pierce), más allá o más acá de cualquier crítica lógica o retórica. Por eso se repiten, papagayescamente, errores garrafales tales como que ‘la excepción confirma la regla’, o que hay una ‘ley del ex’ por el cual jugadores transferidos le convertirían goles a los equipos de donde vienen, o la compra de jugadores porque les han convertido goles a sus adversarios extremos, supervivencia totémica o supersticiosa ejemplar en un mundo contemporáneo que alegadamente superó ese estadio (Herbert Spencer siempre arguyó que no era así). Por eso también los periodistas de básquetbol reiteran la irritante expresión de que tal equipo ‘tiene una renta de 5’ refiriendo al hecho de ‘lleva 5 tantos de ventaja, diferencia o distancia a favor’, expresiones claras, cortas, ciertas y suficientes para describir el estado actual del partido, frente a lo erróneo de decir, innecesariamente, que quien va ganando tenga ‘una renta de x’. No tienen una ‘renta’; sí tienen ventaja, diferencia o distancia; pero se prefiere la equivocada expresión ‘renta’, que tiene la mísera ventaja de totalizar una o dos sílabas menos que las más certeras nociones de distancia, diferencia o ventaja. Miserias de la moda.

Habrá más aciertos y errores del saber popular y de la comunicación pública corriente dentro de algunas columnas.

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