Recreo es una linda palabra. Le llamamos así al intervalo entre dos clases, un tiempo gratamente esperado que remite al descanso, a la reposición de energías y al disfrute. Para algún desprevenido puede parecer un tiempo inútil, sin embargo, es un tiempo vital no solo porque ofrece la reposición después del esfuerzo -siempre necesaria y saludable-, sino porque, además, es un tiempo de creación que habilita a que lo nuevo aparezca. La propia etimología de la palabra así lo indica, viene del latín recreare que, además de significar “crear de nuevo”, significa hacer revivir, restablecer, reanimar, reparar o vivificar los ánimos y las fuerzas. Es un tiempo fecundo, ideal para que lo nuevo aparezca: experiencias de encuentro con otros, juegos, conversaciones que llevan a nuevas relaciones. Lo más interesante, quizás, es que es un tiempo de libertad con el aditivo de que no elimina las condiciones reglamentarias de la organización básica del centro educativo al que se concurre. Se presenta como un paréntesis para gestar otros modos creativos de estar, teñido por la libertad de quienes lo disfrutan. Es también, aunque no lo parezca, un espacio de aprendizaje, una oportunidad de vivir la experiencia del encuentro con los otros en un encuadre diferente, aunque fundamentalmente lo rescato como una oportunidad para habitar un tiempo de libertad.
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La artista plástica uruguaya Petrona Viera nos dejó un cuadro emblemático, denominado Recreo, en el que se ve un conjunto de niñas al aire libre, en un espacio sencillo, protegidas por un parral, haciendo una ronda que recuerda al famoso juego hoy menos vigente pero existente del “Martín Pescador”. Es una estampa uruguaya que nos remite a la instancia del recreo como circunstancia de encuentro, de “otros” aprendizajes, de intercambio lúdico, de color, de vida.
Después de estas consideraciones, me pregunto entonces: ¿qué quiere decir el integrante de la coalición multicolor que acompaña al candidato a la presidencia Luis Lacalle Pou cuando expresa que “se acabó el recreo”? ¿Se referirá al logro que hemos tenido durante estos 15 años los uruguayos en relación a una vida emancipada de la biopolítica del control? ¿Estará expresando su preocupación sobre una sociedad que durante la década y media anterior fue capaz de habilitar tiempos y espacios cotidianos para ser, para crear, para creer en la vida como construcción sorprendente y dar lugar a todas y todos? ¿Se referirá a la oportunidad de sencillamente ser desde lo más auténtico de cada uno, que hemos alentado con fuerza, o al estímulo indudable a la emancipación como proceso social en el que la lucha política por los derechos ha oficiado como punto de partida?
Como sea, el hecho de que un integrante de la coalición multicolor que apoya la presidencia del doctor Lacalle Pou haya hecho la aseveración “se acabó el recreo” permite imaginar un futuro muy diferente al presente construido. Por eso les invito brevemente a tomar algunos aspectos del discurso circulante que representa a la coalición que aspira a ocupar el gobierno para que tomemos conciencia de lo que da cuenta de una mirada sostenida en un disciplinamiento rígido y una vocación de control que intentará, sin lugar a dudas, generar un orden social opresor. Me remitiré simplemente a tomar algunas preguntas inquietantes que los propios representantes de la coalición multicolor han dejado deslizar en los discursos de las últimas horas y otras aseveraciones, así como convocatorias que me resultan preocupantes y de las que es necesario tomar conciencia.
Por ejemplo, es importante recoger la propuesta del aspirante a diputado por Cabildo Abierto del departamento de Rocha -segundo en la lista para la adjudicación de la banca-, que hace una convocatoria en una red social para constituir un “escuadrón de la muerte”, aludiendo a la necesidad de contar con voluntarios que permitan “limpiar” nuestro país. Si bien es cierto que finalmente se lo expulsó de la agrupación, pasó mucho tiempo hasta que esto ocurriera. Pero, además, es interesante recoger sus explicaciones. El convocante aseguró que él es “amor y paz”, sin duda su autopercepción es bastante generosa, pero se dejó llevar por un momento de ira. No obstante, ese lenguaje (“escuadrón de la muerte”, “limpiar el país”) no parece pertenecer a un instante de enojo desmedido, sino a una concepción desde donde se percibe a aquellos que no piensan igual y en la que las vidas se clasifican entre las que vale la pena dejar vivas y aquellas de las que hay que liberarse. Recordemos que “limpiar” es “quitar suciedades”, una metáfora de la muerte y de los otros, de la que por lo menos puede decirse que es espeluznante.
Luego surgen interesantes confesiones del propio líder de la agrupación que integra la coalición con posibilidades de llegar al gobierno el próximo domingo. Durante el pasado fin de semana, preguntó durante un discurso: “¿Cuánto hace que no se celebra, como se tiene que celebrar, una fecha patria?”. Y uno se queda perplejo después de escucharlo. ¿Cómo se tiene que celebrar? Quizás para los más jóvenes esto no sea significativo, pero los veteranos que vivimos otros tiempos sabemos bien a qué modos de celebración está aludiendo esta persona. Sabemos también que esa voz y ese tono, ese modo de hablar, nos desencadena involuntariamente dentro del cerebro, en forma inevitable, las marchas militares que acompañaban como telón de fondo a los comunicados durante el período de la dictadura. Pero quizás lo más grave de este discurso no radica en esa interrogante de carácter retórico, sino en la alusión a una clasificación entre los izquierdistas y a su concepto de la perversidad desagregada en su modo de ver la forma de habitar la sociedad: “Ya no es el obrero contra el patrón […] ahora es la mujer contra el marido y el hijo”. Sin lugar a dudas, la agenda de derechos será un blanco de destrucción y pasará al mundo de los buenos recuerdos para quienes luchamos denodadamente por ella si logran llegar al poder. Parece irónico, pero mientras él planteaba esto, las mujeres de la coalición jugaban el juego de la simulación firmando un documento para preservar “condiciones” de igualdad, por supuesto que sin mencionar la terrible violencia política interna que sufren todas, pero especialmente las más visibles.
Podría seguir dando infinidad de ejemplos, pero propongo volver al principio y retomar el concepto de recreo. “Se acabó el recreo”, dijo esta figura militar que encabeza con fuerza una agrupación de peso en la coalición opositora. Y yo no puedo hacer hoy otra cosa que defender el recreo como el tiempo de volver a crear y recrear el mundo desde la igualdad e imaginar un futuro de lucha para restaurar el recreo para siempre.