En la tranquilidad de la madrugada del domingo, Salto despertó conmocionado. Un agente de policía de 40 años decidió poner fin a su vida en el parque Harriague, un icónico pulmón verde en el corazón de la ciudad. Según el medio local Laguardia Digital, el hombre utilizó su arma de reglamento para perpetrar el trágico acto.
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Este incidente marca el primer suicidio policial de 2025, una estadística que ensombrece a la institución y reabre heridas no cicatrizadas. El año pasado, quince agentes eligieron el mismo destino. Más alarmante aún es que, según un informe del Ministerio del Interior, la tasa de suicidios en la fuerza policial es de 38,2 por cada 100.000 efectivos, casi el doble que la tasa general del país, que se ubica en 21 por cada 100.000.
Un problema multifacético
Pero ¿qué está llevando a tantos a tomar esta drástica decisión? Alejandra Alves, referente departamental del Sindicato de la Policía Nacional (SIPOLNA), no tiene dudas, el problema es multifacético y requiere atención inmediata. “Esto no es nuevo. Hemos elevado reclamos al Ministerio del Interior y participamos en espacios como el área de salud mental del PIT-CNT, pero las respuestas son insuficientes”, lamentó Alves.
La economía también juega un rol fundamental. Los agentes que son reasignados a áreas especiales, por ejemplo, ven reducido su salario al 65%, una carga pesada para quienes ya enfrentan problemas de salud derivados del trabajo, como lesiones por uso de armamento pesado o chalecos antibalas. “Este golpe al bolsillo se suma a los conflictos familiares y a la constante recarga horaria, generando una tormenta perfecta que afecta su estabilidad emocional”, agregó Alves.
Salud mental
La salud mental en la Policía no puede seguir siendo ignorada. Las autoridades deben priorizar acciones concretas, programas accesibles de apoyo psicológico y capacitaciones que permitan a los agentes y sus compañeros identificar signos tempranos de deterioro emocional. También es esencial revisar las condiciones laborales para aliviar los factores de estrés.
Cuidar a quienes cuidan es una responsabilidad colectiva. Una Policía que cuente con respaldo emocional y laboral es más fuerte, más eficaz y, sobre todo, más humana. El camino hacia una institución saludable empieza con decisiones valientes y compromiso genuino.