El martes 6 de junio de este año, un equipo de investigación conformado por antropólogos que trabaja en la búsqueda de restos de desaparecidos y desaparecidas durante la dictadura encontró restos humanos en un área cautelada del Batallón 14, aproximadamente a 100 metros de donde en octubre de 2011 se encontraron los restos del maestro Julio Castro, secuestrado en agosto de 1977, y en 2012 los de Ricardo Blanco Valiente, detenido en enero de 1978.
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Inmediatamente acudieron al lugar integrantes de la Institución Nacional de Derechos Humanos, de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, el fiscal especializado en crímenes de lesa humanidad, Ricardo Perciballe y el ministro de Defensa, Javier García, entre otros. Según describió en aquel momento la jefa del equipo de antropólogos, Alicia Lusiardo, se trató de restos hallados en “un enterramiento primario, cubierto de cal, de abundante cal, y de una loza de material de entre un metro setenta y dos metros, que estaba por encima de la cal recubriendo el cuerpo”.
También afirmó que el hallazgo tenía “un patrón muy similar a los cuerpos hallados en este periodo militar, en el Batallón 13 -o ex batallón 13- y en la chacra de Pando”. Un par de semanas después, integrantes de Madres y Familiares confirmaron en conferencia de prensa que los restos humanos encontrados pertenecerían a una mujer y que esta había sufrido una muerte violenta “por acción de terceros en el contexto de privación de libertad, malos tratos o tortura”. Con respecto a la identificación del cuerpo, el informe del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) señaló que los restos hallados carecían de consonancia con las muestras de ADN disponibles en el banco de datos de detenidos desaparecidos.
Desde entonces comenzó otra etapa de investigación para la que se conformó un grupo de trabajo integrado por Fiscalía, la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH), Madres y Familiares y EAAF, que viene trabajando ardua y silenciosamente, y que ya ha logrado importantes avances.
Cada vez más cerca
En diálogo con Graciela Montes de Oca, integrante de la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, explicó a Caras y Caretas qué tareas viene desarrollando el equipo de trabajo y que pasos son los que siguen. Aclaró de antemano que, por el momento, se mantiene la postura de “no dar nombres” de las hipótesis de identidad para “no generarles ansiedad e inquietud a las familias”, pero contó que están muy próximos a finalizar un trabajo importante para la identificación.
“Lo que estamos haciendo actualmente es conseguir las muestras de ADN del grupo de mujeres desaparecidas que eran insuficientes, y que extrajimos de la lista total de los 197 detenidos desaparecidos. Hablamos de ADN insuficiente porque necesitamos conseguir unos 15 puntos y cada familiar tiene un valor de aporte, donde lo fundamental es la línea directa, padres, hijos, abuelos. Por la edad de nuestros desaparecidos, algunos de los padres no están, entonces fuimos hacia las ramas del costado del árbol genealógico y empezamos a buscar tíos, sobrinos y hermanos. Así logramos completar algunos de los perfiles de las compañeras, y estamos muy cerca de completar otros. El avance que tenemos es que hemos recabado muestras de varias compañeras y ya las hemos enviado al EAF, que hacen un trabajo muy a conciencia en el que confiamos. No es que viene algo digitalizado, me parece que se trata de esta persona, no se manejan nombres. Se suben todos los corrimientos de las muestras de sangre con un número y cuando hay una coincidencia, recién ahí se puede saber el nombre al que corresponde”.
Consultada sobre las expectativas en lo que refiere a los plazos de los resultados, expresó: “La verdad no manejamos, pero esperemos que sea lo antes posible porque es algo que necesitamos todos. Por más que los compañeros de Argentina nos dicen `nosotros tenemos 600 cuerpos que no hemos podido identificar, hay que tener paciencia` da mucha angustia, mucha desesperación. Saber que tenemos una compañera, que pudimos rescatar de esa tierra, y que no la podemos identificar para entregarla a su familia es realmente es horrible”.
Si las muestras enviadas al laboratorio argentino no confirman coincidencias, prosiguió Montes de Oca, pasaremos a otra etapa. “Quedan muy pocos datos de familiares de mujeres para recabar y enviar y luego vamos a empezar a trabajar con la lista de los hombres que tengan perfiles incompletos. No nos vamos a quedar de brazos cruzados esperando si aparece otro cuerpo y si es un hombre que no tengamos muestras para identificar”.
Plan B: exhumaciones
Este proceso de relevamiento de muestras no ha estado exento de dificultades, ya que hay familiares que no están o que por algún motivo no han aceptado tomarse la muestra. “Tenemos un caso que vamos a ver cómo abordamos para conseguir que nos den esa muestra que necesitamos, que es una gotita de sangre no más. Nosotros firmamos un documento de reserva, y no vamos a divulgar el nombre de esta persona. Tenemos que convencerlos de eso”.
En caso de no conseguir las muestras que faltan, y que las enviadas no arrojen coincidencias con los hallazgos, el equipo de trabajo está considerando el inicio de un plan alternativo: la realización de exhumaciones. Al respecto, Montes de Oca aclaró que se trata de un trabajo “mucho más complejo” que no lo va a realizar Madres y Familiares, sino la Institución Nacional de Derechos Humanos, el equipo antropológico y Fiscalía. “Es una labor complicada porque a los tres años, si las personas no fueron reducidas y no están en un panteón familiar, pueden ir a cremación, hay que pedir autorizaciones de los familiares vivos, lleva tiempo. Desde Madres y Familiares vamos a colaborar con lo que se pueda, si nos piden datos para localizar, etcétera”.
Montes de Oca evaluó positivamente el trabajo conjunto que viene realizando el equipo de investigación y lo consideró “un avance muy importante” para la búsqueda de desaparecidos y desaparecidas. “Por suerte nos escuchamos todos. A pesar de que no nos hemos reunido asiduamente, nos informamos constantemente los pasos que vamos dando. Además, cuando nosotros hacemos una toma de la muestra de sangre, tiene que estar presente un representante de Fiscalía o de la Institución Nacional de Derechos Humanos. Ambos organismos están totalmente dispuestos a llevarlo todo adelante”.
Y sumó: “Esta unión fue muy importante. En Uruguay recién se comenzaron a tomar las muestras en el año 2000. No nos olvidemos que existió un negacionismo de la existencia de detenidos desaparecidos en Uruguay por parte de Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle, con que solo había una docena, que eso había ocurrido en otros países, pero no en Uruguay. Recién cuando Jorge Batlle conformó la Comisión por la Paz, hubo algunas cosas positivas, dentro de todo, como reconocer que acá existían detenidos desaparecidos, lo que nos permitió comenzar a recolectar muestras de sangre”.
Para finalizar, Montes de Oca se refirió al futuro de las búsquedas de desaparecidos y desaparecidas en Uruguay asegurando que los equipos de antropología se encuentran trabajando actualmente, y que lo continuaron haciendo a partir del último hallazgo. “Una parte del equipo se fue a trabajar al laboratorio, para limpiar todas las piezas óseas, armarlas, analizarlas con los forenses y así constatar las lesiones del cuerpo. Otra parte del equipo quedó zarandeando toda la tierra alrededor del hallazgo para ver si se encontraba algún pequeño trozo óseo, casquillos de bala o algún otro objeto extraño. Se peinó toda esa zona y no se encontró absolutamente nada. Posteriormente, se tapó esa trinchera, se abrió otra y se comenzó a excavar. Y así se seguirá hasta completar toda la zona cautelada, ya que se trata de un área de interés, donde se encontraron otros cuerpos”.