Gustavo Penadés, senador del Partido Nacional (PN), está siendo investigado por abuso sexual de menores tras ser denunciado por ocho personas. La Justicia solicitó su desafuero, que ingresó al Parlamento en las últimas horas. Consultado sobre este tema, un senador blanco dijo a la diaria que el partido no debatirá en plenario y que espera que haya "un pacto entre caballeros" entre oficialismo y oposición para que la votación sea "calladitos la boca" porque "ya está todo el pescado vendido".
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Un pacto de caballeros es un pacto de silencio. Un acuerdo informal que se basa en el honor de las partes para su cumplimiento. Una especie de trato de saliva entre gente correcta que confía una en la otra y se cuida las espaldas. Además, se supone que acarrea beneficios mutuos.
Lo que más ruido hace de estas declaraciones (además del chirriante androcentrismo del término caballeros) es que arrastra a la órbita privada, a un acuerdo entre partes, un asunto esencialmente público. En el Parlamento hay representantes del pueblo, gente electa para ocupar ese cargo que implica debatir y tomar decisiones de impacto colectivo.
Este caso es de gran relevancia pública. Un senador del partido de gobierno está acusado de abusar de menores de edad. Es un tema del que hay que hablar, mucho. Es una problemática que debería tener a todas las personas en la misma vereda; sin embargo, hace unos días el presidente Luis Lacalle Pou aseguró que le cree a Penadés, es decir, que piensa que las/os denunciantes mienten. Y la fuente consultada por la diaria espera que el Frente Amplio haga un pacto (de caballeros, no menos) y vote en silencio.
Cuando habla de "pacto de caballeros" este senador apela al guiño, a la cosa de compinche, al "somos lo mismo, cuando corresponde nos hacemos la gauchada", al "ya está en el piso, no le vas a pegar". Da la idea de que se deben algo mutuamente y hay un estatus que mantener, una idea de cordialidad, de señores de traje con cara seria y excelente moral.
Que quede claro: acá no hay honor. El Parlamento no es un club de señores que arreglan las cosas por fuera de lo formal, de la ley y de su deber público. El pacto es con el pueblo, con la democracia. Para que se cumpla tiene que haber debate, información, transparencia, la seguridad de que las/os representantes no se van a estar cuidando las espaldas y van a tener siempre como brújula el interés colectivo.