La tarde del domingo 7 de agosto de este año alguien vandalizó el monumento a Julio Castro ubicado en Av. Rivera y Llambí, donde el maestro fue secuestrado el 1° de agosto de 1977 en plena dictadura cívico-militar.
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En 2017, a cuarenta años de su desaparición forzada, la Intendencia de Montevideo (IM) inauguró en el lugar una estela en homenaje a Julio Castro en la que se lee "En este lugar el 1 de agosto de 1977 fue secuestrado Julio Castro, prestigioso maestro y periodista".
El gobierno departamental anunció que esta mañana, lunes 8 de agosto, un equipo fue al lugar y limpió el monumento, que ya quedó en óptimas condiciones.
En su cuenta de Twitter la IM publicó: "Recordamos la importancia de cuidar los espacios públicos y preservar los monumentos como patrimonio cultural". También instaron a la ciudadanía a realizar denuncias cuando vean monumentos vandalizados a través del teléfono 1950 3000 opción 3.
Julio Castro nació en Florida el 13 de noviembre de 1908. Fue maestro y periodista de profesión, "perteneció a una generación de notables pedagogos, que asumieron ejercer la educación como un incansable compromiso con la sociedad", escribieron desde la IM.
La dictadura cívico-militar lo secuestró en 1977 y permaneció desaparecido hasta el 21 de octubre de 2011, cuando se localizaron sus restos en un predio militar de Toledo, Canelones.
Julio Castro, poeta
El 26 de mayo de 1945 Julio Castro escribió un poema que llegó hasta nosotros gracias a Mercedes Calvo, que lo encontró en unas hojas amarillentas dentro de un libro que compró en la feria. Calvo lo compartió en su blog.
Poema de la niña que escribe sobre el hombre
La muchacha está escribiendo/y vuela su fantasía./Es su concepto del hombre/pero ¡ay! es filosofía./Si ella pudiera escribir,/qué cosas que no diría,/si no fuera la "censura"/de tanta pedagogía./Como una lápida pesan/sobre su alada alegría,/las "notas" que no son música/ni son tampoco poesía./A cada giro que escribe,/que dicta Razón austera/mientras el alma se angustia,/la vida está prisionera./Prisionera de sí misma/¡de cuánto está prisionera!/cuántas cosas sí diría/si no estuviera entre rejas./El hombre...¿sabe del hombre,/acaso quien lo interpreta,/a través de un Max Scheller,/de un filósofo cualquiera?/El hombre, ese gran motivo/de dolores de cabeza,/puede acaso analizarse/como un insecto cualquiera!/La muchacha tiene el suyo,/que si no ha llegado, espera./Es un hombre, ese sí,/¡hombre de una sola pieza!/Sobre ese sí que podría/llenar páginas enteras/mas ¿qué diría la "censura"/si sobre ese hombre escribiera?/Y así atada a su angustia/filosofando a la fuerza/siente que su alma está ahora/por la clase, prisionera...".