El tiburón duende vive en las profundidades del océano a más de 200 metros de profundidad, donde no llega la luz del sol. Esta especie abisal se caracteriza por su peculiar cabeza y su aterradora dentadura.
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Fue avistado por primera vez frente a las costas de Japón en 1898. Su extraño y aterrador aspecto impactó de inmediato a los pescadores, que lo bautizaron con el nombre de tenguzame, en referencia a un monstruo de la mitología japonesa que tiene una cara larga y mandíbulas demoníacas.
Wikimedia
Este tiburón puede parecer muy raro por vivir en los abismos marinos, pero en realidad vive en casi todo el planeta. Se puede encontrar en el Mar de Japón, en Nueva Zelanda, Francia, Madeira, Sudáfrica o Brasil. En general, esta especie se distribuye de forma desigual en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.
De duende este tiburón no tiene nada. Al nacer mide un metro de largo. En la madurez alcanza casi 4 metros (las hembras un poco más, los machos un poco menos). Luego, como suele ocurrir, algunos ejemplares más raros alcanzan tamaños mayores.
Estos tiburones se alimentan de pequeños peces e invertebrados. La característica que los hace únicos es la forma en que agarran a su presa. Sus mandíbulas son extensibles, como si salieran de su cara para devorar lo que encuentran.
«Cuando se capturaron y registraron por primera vez los especímenes de tiburón duende, sus mandíbulas estaban en posición saliente. Los libros de texto antiguos ilustran a los animales de esta manera», dice el biólogo marino Tom Hird. «En los últimos 10 años aproximadamente, los científicos que estudian especímenes vivos en profundidad utilizando sumergibles nos han ayudado a establecer exactamente cómo la mandíbula empuja hacia delante cuando los tiburones se alimentan».
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza sitúa a los tiburones duende en un riesgo mínimo de extinción; la contaminación y la caza son las mayores amenazas para esta especie.