Lo que ha sucedido en Haití luego del terremoto, es una tragedia brutal de dimensiones incalculables. La crisis es tan apremiantemente que las bandas armadas pactaron una tregua para recibir ayuda humanitaria.
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La presión crecía para que haya una respuesta coordinada luego del violento sismo, en un momento en que se siguen recuperando cuerpos entre los escombros y los heridos continúan arribando desde zonas remotas en busca de atención médica.
La ayuda llegaba lentamente para asistir a los miles de haitianos que se quedaron sin hogar. Multitudes enojadas se congregaban en edificios desplomados, exigiendo carpas para montar refugios temporales, los cuales son sumamente necesarios ahora luego de que la tormenta tropical Grace provocó fuertes lluvias el lunes y martes, agravando la miseria.
Una de las primeras entregas de comida por parte de las autoridades locales —un par de decenas de cajas de arroz y paquetes de alimentos previamente medidos y empaquetados— llegó a un campamento instalado en una de las zonas más pobres de Les Cayes. Protección Civil informó ayer que van 12.268 heridos.
La región más afectada por el movimiento telúrico es el departamento del Sur, donde se han registrado 1.832 víctimas mortales, según el último boletín de Protección Civil.
La ayuda internacional llegaba a la nación, pero lentamente. Las autoridades dijeron que el terremoto destruyó más de 7.000 viviendas y dañó aproximadamente 5.000, dejando a unas 30.000 familias sin hogar.
Los hospitales, las escuelas, oficinas e iglesias quedaron destrozadas o sumamente dañadas. La OPS, oficina de las Américas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), destacó la situación “especialmente grave” que atraviesa Haití, y pidió ayuda a la comunidad internacional.