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Política

Vuelven las 19 Repúblicas policiales

¿Un nuevo PADO?: entretelones de ciertos nombramientos

Sobre los anuncios del ministro del Interior con relación al PADO

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Caras y Caretas Diario

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Varios medios de prensa han informado sobre las medidas adoptadas por el nuevo ministro del Interior Dr. Jorge Larrañaga, con relación al PADO (Programa de Alta Dedicación Operativa), una modalidad organizativa del trabajo preventivo, disuasivo y represivo del accionar policial, diseñada y desarrollada por el ministerio del Interior dirigido por Eduardo Bonomi y los jerarcas policiales más relevantes de ese momento Julio Guarteche y Mario Layera.

La modalidad organizativa del patrullaje y las acciones operacionales del PADO, fueron reconocidas en evaluaciones sobre la materia realizadas por los equipos de expertos en temas de Seguridad Pública del Banco Interamericano de Desarrollo. Constancia de esto y por tanto documentación consultable,  fue la publicación documental de la evaluación realizada por los expertos del BID.

Es una publicación que aún hoy puede ser descargada de la página web del ministerio del Interior. Su título: «¿Cómo evitar el delito urbano? El Programa de Alta Dedicación Operativa en la Nueva Policía uruguaya».

Su lectura atenta permite comprender la concepción y la fundamentación policial del mismo.

El PADO tuvo su primera zona de actuación en Montevideo, sin embargo, en la misma medida que se fue consolidando como estrategia policial eficiente, fue extendiéndose hacia otros departamentos.

Al finalizar el gobierno del Frente Amplio y por tanto, de la gestión de Bonomi al frente del ministerio del Interior, el PADO se encontraba presente en 11 departamentos del país. De modo que no es ninguna novedad el anuncio que hoy se ha realizado sobre la nacionalización del programa.

La centralización del mismo en el Director Nacional de Policía obedecía a dos razones básicas: la primera de orden institucional. Todos los jefes departamentales de Policía son subordinados del Director Nacional de Policía sobre quien recaen las máximas responsabilidades en la conducción estratégica y policial de la fuerza.

Ningún jefe departamental de Policía, ni en los tiempos de Guarteche, ni en la gestión de Mario Layera, puso en duda, no sólo la jerarquía de los mismos, sino además su experticia, formación e idoneidad técnica, eran sin duda alguna «unos señores policías» reconocidos y respetados por todos sus colegas en cargos de dirección departamental.

La segunda razón es que obedecía a una concepción integral nacional del análisis delictivo y su correspondiente respuesta policial.

Hoy se ha señalado, por parte de las nuevas autoridades del ministerio del Interior, que se descentraliza el Programa PADO para darle flexibilidad del mismo vía descentralización y subordinación a los jefes departamentales de Policía.

«Volvemos a las 19 repúblicas» afirma un ex alto jerarca del ministerio del Interior; presenciaremos otra vez «un conjunto de acciones que suelen componer discrecionalidades y corrupciones varias», continúa explicando la fuente.

La estrategia de concebir al país como un conjunto se transforma, pero se transforma además la jerarquía legitimante de quien ocupa el cargo de Director Nacional de Policía.

La singularidad de la legitimidad -entendida en el reconocimiento de sus pares- de la dupla Guarteche- Layera, se desdibuja hoy.

Fuentes informadas afirmaron a Caras y Caretas que el nuevo director Nacional de Policía, no goza de la autoridad de aquellos que en su momento simbolizaron lo que se denominó «el primer policía». Ello explica por qué el actual Director Nacional reportará de forma directa al presidente, quien aspira a ser «el primer policía».

El actual director Nacional de Policía fue, en tiempos de gestión de Eduardo Bonomí, nombrado como Jefe de Policía de Montevideo.

Era el momento en que se iniciaba el proceso de transformación de la policía uruguaya bajo la dirección del equipo político del ministerio y la claridad estratégica de Guarteche.

Sin embargo el hoy Director Nacional de Policía, fue sustituido rápidamente, no tenía al interior de la fuerza esa autoridad y reconocimiento de la misma, por parte de los restantes altos oficiales de policía en la capital del país.

No fue hasta su sustitución como jefe departamental de Policía en Montevideo, que el proceso de transformación emprendido se fue consolidando.

Es esto y no un cambio de estrategia -afirma la fuente consultada- lo que explica la «descentralización» que hoy se presenta como una notoria novedad del nuevo equipo ministerial.

Se solapa así un problema de autoridad en las jerarquías policiales, trasmutando la problemática en un acto de estrategia que no es tal. Es decir, se hace magia para poder sostener un prestigio que no parece ser reconocido por los principales oficiales que dirigen las jefaturas departamentales del país.

Habrá que esperar y observar, con el paso del tiempo, las suertes que estas «buenas nuevas» parecen portar.

 

 

 

 

 

 

 

 

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