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Columna destacada | coronavirus |

Asombrosa ausencia del Estado

Por Juan Raúl Ferreira.

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Caras y Caretas Diario

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Hace poco hablé con un amigo en Estados Unidos y me contaba de la crisis en su país. Su madre quedó huérfana a los tres días de nacer como consecuencia de la gripe española. La conversación me puso en otra perspectiva del tiempo. Como nosotros no la vivimos, nos parece que la pandemia fue en otra era. Escuchar al hijo de alguien que conocí y que vio afectada dramáticamente su vida me hizo sentir que no debemos olvidar sus lecciones. 400 millones de muertos. Porcentualmente las muertes fueron el tiple en los países que demoraron en decretar la cuarentena, los que iban respondiendo a la epidemia en vez de ponerse delante de ella.

China, país donde apareció al primer virus, se aisló del mundo. Hoy, es el primer país libre de contaminación. Escuché a un senador, que si bien no es médico, legisla, decir: “China no está inmune, simplemente cortó el contagio”. Ah, bueno, casi nada, en vez de morirse la gente, ya vuelve a su lugar de trabajo. Metió un “como decía Wilson” en el medio, faltaba más. Están en juego dos modelos políticos. “Lacalle es el único presidente del mundo que se puso al frente del tema”. Se ve que sus responsabilidades no le permiten ver los noticieros internacionales.
Curiosamente, afirmaciones tan proselitistas aplauden y repiten la peor frase del alarmante discurso del presidente, el lunes: “No estamos haciendo política, estamos gobernando”. Gobernar es la instancia superior de la política. Gobernar como algo opuesto a la política fue el discurso de los portavoces de la doctrina de la seguridad nacional, que imperó en 1972-1973, y fueron los que trajeron las tempestades que sufrimos los uruguayos. Bordaberry lo dijo antes de asumir, antes del golpe y después de consumarlo.

Tenemos que hacer política con mayúscula. Y acá están en juego dos visiones políticas encontradas. Una economicista, que pone a la política al servicio de la economía, y otra que pone a la economía al servicio de la política y los ciudadanos. Es una definición política.

El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció el martes (según el senador citado, no está al frente del tema en Estados Unidos -¿?- ): “Yo no voy a poner la salud de gente por encima de la economía de Estados Unidos por el coronavirus porque la gente vive de la economía”. ¿No nos suena? ¿No es lo mismo que dijo Lacalle Pou explicado con mayor franqueza y brutalidad? Es una concepción política. Por eso en Estados Unidos avanza exponencialmente el número de contagiados y en China, donde nació la pandemia, esta ya murió.

El Salvador es un país mucho más pobre que el nuestro. El presidente salvadoreño habló por cadena de radio y TV. Anunció que se suspendía el pago de todas las tarifas, sin generar deuda, hasta que pase la pandemia. Primero, la vida de la gente.

Días antes, aun con la oposición del sector al que pertenece el ministro de Salud Pública y del propio ministro, que, según trascendió, llegó a ofrecer su renuncia, el presidente Lacalle anuncia que seguirá adelante con el aumento de tarifas. Atención, habla de empresas superavitarias que aportan a rentas generales para abatir el déficit fiscal.
El mito del déficit fiscal (que tampoco es el que dicen) es política. Franklin D. Roosevelt, cuando la depresión del año 33, dijo que sacaría al país de la misma en 100 días. Lo logró. ¿Cómo redujo el déficit? No lo redujo, pero ese es otro tema.

¿Qué nos pide la Organización Mundial de la Salud? Cuarentena. La mejor de las economías, que no creemos sea la neoliberal, no sirve de nada si no protegemos la vida de la gente, a la que se le aplicarán las políticas. El gobierno tiene miedo a la catástrofe. La catástrofe ya vino. O corremos detrás de ella o nos paramos adelante para frenarla. Luego, una vez que sepamos cómo quedó el mundo en el que en nos va a tocar vivir, diseñaremos la política que requiera esa nueva realidad.

El desafío, diría Wilson, es entre quienes viven en clave de historia y los que lo hacen en clave de historieta.

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