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Política

Entrevista a Mario Bergara

Bergara: Un gobierno del FA debe relacionarse diferente con los militares

Economista, exministro de economía y dos veces presidente del Banco Central, recibió a Caras y Caretas para conversar sobre su propuesta para la presidencia de la República por el Frente Amplio. ¿Es necesario un ajuste fiscal? ¿Hay que reformar la seguridad social? ¿Cuál sería el buque insignia de su gobierno? ¿Es el candidato del seregnismo puro?

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Mario Bergara, has tenido protagonismo en los tres períodos del FA en la conducción del equipo económico, has sido ministro de Economía, presidente del Banco Central  ¿Cuáles han sido los logros en la economía uruguaya que más destacarías?

En realidad son muchos. Creo que el FA implementó, esencialmente, una agenda amplia y profunda de reformas estructurales que involucraron aspectos económicos y aspectos sociales. Nosotros concebimos la política económica y la política social integradas y no separadas como sucedía antes. Creo que, por ejemplo, ha habido cambios estructurales en el terreno de las cuentas públicas, se hizo una profunda reforma tributaria, se modificaron los criterios de funcionamiento del presupuesto nacional, se modernizó y se profesionalizó la administración de la deuda pública. También en materia de políticas sociales, en primer lugar, se creó un ministerio de Desarrollo Social, que es un poco la punta de lanza de lo que fueron políticas sociales focalizadas, primero un plan de emergencia, después un plan de equidad, los que permitieron tener buenos resultados en cuanto a la reducción de la pobreza, la indigencia, la mejora de la equidad en el Uruguay. También en el área social se hizo una profunda reforma del sistema de salud, creándose el Sistema Nacional Integrado de Salud. Además de la reformulación institucional, en donde se le asignan roles correctos al ministerio, se crea un organismo regulador como la Junta Nacional de Salud y se crea también el Fonasa, el seguro de salud y se descentraliza ASSE, el prestador estatal de salud. Además de esa reforma institucional, creo que el resultado claro de la reforma de salud es el de haber, esencialmente, llevado a una cobertura universal el acceso a los servicios de salud y, además, a tener un mecanismo de financiamiento más solidario, porque la contribución a ese seguro de salud se hace en base a la capacidad de ingreso de las personas y las familias. En el terreno del funcionamiento social, también hubo una reforma institucional en el sector de vivienda en donde, recordemos, cuando el Frente Amplio llegó al gobierno, había un ministerio muy débil y un Banco Hipotecario cerrado. En materia de relaciones laborales, ha habido un cambio sustancial con todo un conjunto de normativas que llevó a reequilibrar el poder de negociación entre empleadores y trabajadores y eso ha traído buenos resultados, en el sentido de que en los gobiernos del Frente Amplio, cuando la economía creció, el salario real también creció, mientras que en los 90 la economía crecía y el salario real no. Por otra parte, en el funcionamiento de los mercados ha habido enorme cantidad de reformas en la promoción de inversiones, que ha permitido que Uruguay saltara en cuanto al flujo de inversión, tanto doméstica como extranjera, que es clave para el proceso económico, porque la inversión es el eslabón inicial que arrastra todos los demás eslabones de la cadena económica: sin inversión no hay producción, no hay empleo, no hay ingresos, no hay capacidad de cobrar impuestos para tener políticas públicas. También se hizo una nueva legislación de competencia, una legislación de bancarrota, impulso a la innovación, atención a pequeñas, micro y medianas empresas en el ámbito de la Corporación para el Desarrollo y otros programas y, últimamente, también en la Agencia Nacional para el Desarrollo. En suma, todo un conjunto de cambios en el funcionamiento de los mercados. En el sistema financiero es el día y la noche. El sistema financiero fue el mecanismo de transmisión de la crisis en 2001-2002 y hoy por hoy tenemos un marco regulatorio y un funcionamiento del sistema absolutamente tranquilo, absolutamente correcto, bien regulado, con algunos ingredientes nuevos, como algo que creo que la sociedad abrazó con buen talante, que es el de la inclusión financiera.

Esos cambios del sistema financiero, ¿explican en alguna medida el desenganche que tiene Uruguay con el resto de la región? Ahora se ha instalado la idea de que somos como una isla: Argentina y Brasil se caen a pedazos y nosotros mantenemos crecimiento.

Yo tengo la convicción de que si no hubiéramos hecho todo un conjunto de reformas, incluida una que estaba por mencionar que era la inserción en el mundo en base a una mucha mayor diversificación de los intereses de Uruguay, ya sea en comercio, en flujos de inversiones o en flujos financieros, si no hubiéramos desarrollado todas estas políticas, incluida la fortaleza financiera, la acumulación de reservas, lo que está pasando hace ya un buen tiempo en Argentina y Brasil nos hubiera afectado muchísimo más, como nos afectaba en el pasado. Uno no puede decir que ya no vive en este barrio y que es una isla, eso no es correcto porque obviamente todo lo que pasa en Argentina y en Brasil nos afecta, pero sin duda hoy estamos mucho mejor pertrechados para afrontar los problemas que tiene la región. La región hace siete años que no crece y tiene problemas macroeconómicos y políticos de todos los colores. Argentina no tiene una sola variable macroeconómica en su lugar: inflación galopante, déficit fiscal enorme, déficit comercial enorme, una situación social muy complicada, una economía que tiene que ajustarse y arranca con un punto de partida del 30% de la población en situación de pobreza, no tiene reservas financieras y por eso es que tuvo que recurrir al Fondo Monetario Internacional. Brasil tiene algunos problemas, quizás no tan graves desde el punto de vista macroeconómico como los de Argentina, porque Brasil sí tiene reservas, pero también tiene un déficit fiscal muy alto, tiene dificultades serias de crecimiento. Son países que en general no han hecho reformas estructurales en los últimos años y en Brasil además se agrega la incertidumbre enorme en la órbita política que todavía habrá que ver cómo se desarrolla.

 

¿Pero Argentina tuvo que recurrir a ese endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional o fue una decisión política y hasta casi ideológica del actual gobierno argentino? Porque Argentina era un país poco endeudado hace unos años.

Sí, pero cuando vos tenés un déficit fiscal de ocho puntos del producto, quiere decir que debés financiarlo de alguna manera. Argentina no se financió con los mercados internacionales porque, desde que hizo el default, los mercados internacionales esencialmente no le prestaron, entonces se fue financiando con las cajas que se encontraban en Argentina, los fondos de pensión, las reservas del Banco Central, emisión monetaria, y eso llevó, en buena medida, a niveles de inflación que hoy por hoy rondan el 40%, pero que ya en el pasado también andaban en 30 y pico o 40%. Y te quedaste sin reservas, porque las usaste todas. O sea, el tema es que cuando vos estás gastando mucho más de lo que te ingresa y se te acabó la caja de ahorros -digamos-, la única opción es empezar a endeudarte y como los mercados internacionales… Primero el nivel de necesidades financieras Argentina era muy alto, un déficit fiscal de ocho puntos del producto es el doble que el de Uruguay y en Uruguay estamos preocupados, y además no crece, es una economía que desde el 2011 no crece, cayó incluso algunos años. Por lo tanto, a no ser que tuvieras que hacer el ajuste inmediato, superdrástico, para ajustar lo que gasta el Estado con lo que le ingresa, y eso además hubiera tenido impacto negativo en el terreno productivo, no habrías tenido forma de financiar ese exceso de gasto de la economía argentina. Entonces, más allá de cuestiones ideológicas, ir a algún mecanismo que pusiera mucha plata sobre la mesa para calmar las aguas -porque además en ese marco todo el mundo está leyendo la situación y Argentina ya había empezado una corrida contra la moneda- y para frenar ese marco de desconfianza, la única forma es poniendo mucha plata arriba de la mesa. Brasil la tiene, Argentina no la tenía, tenía que recurrir a algún organismo. Ahora, eso quiere decir que ponés la plata hoy, calmás las aguas, pero ahora tenés que corregir todos esos desequilibrios.

¿En Uruguay será necesario en el próximo gobierno un ajuste como están planteando algunos importantes referentes de la oposición?

No, porque las cuestiones que para algunos son semánticas, para nosotros son sustanciales: el gobierno hace un buen rato que viene planteando la necesidad de adecuar las cuentas fiscales, eso quiere decir que con tiempo, con previsión, con un cierto horizonte hay que ir bajando el déficit fiscal de unos 4 puntos del producto a 2,5, gradualmente. No se hace en el marco de una crisis, no se tiene que hacer de manera drástica e inmediata. Esa es una corrección en el terreno fiscal modesta comparada con lo que son los ajustes fiscales, con previsión, con gradualidad, en un marco en donde la economía sigue creciendo. Distinto es un ajuste fiscal porque los uruguayos y las uruguayas saben que eso significa un drástico recorte de los gastos, un drástico aumento de los impuestos, de manera inmediata en un contexto de crisis, y de volumen muchísimo más grande de lo que estamos hablando hoy. Cuando uno recorre los ajustes fiscales que hubo en el 82, en el 90, o en 2002, estamos hablando de que la corrección fiscal fue de 4, 5 o 6 puntos del producto, o sea 3-4 veces más grande de lo que tenemos planteado hoy y hubo que hacerlo en el medio de las crisis y hubo que hacerlo de manera inmediata y drástica. Eso no es lo que se está haciendo ahora, ni lo que se necesita hacer ahora. En la oposición se planteaba que gane quien gane el próximo gobierno, iba a heredar un hierro caliente e iba a tener que hacer un ajuste fiscal…

Están instalando la idea de que el ajuste es indispensable

Sí, bueno, en primer lugar el gobierno actual no está esperando al gobierno que viene, ya en la rendición de cuentas comenzó a delinearse esta estrategia, pero también escuché a líderes de la oposición diciendo que ellos no van a hacer un ajuste fiscal, entonces me resulta curioso que alguien pida el voto diciendo que hay que hacer algo que ellos no van a hacer. De alguna manera decían, “sí hay que hacer un ajuste porque este gobierno es un desastre”, pero ahora en la perspectiva electoral dicen, “ah, no, pero nosotros no tenemos que hacer un ajuste fiscal”. Es bastante inconsistente. Nosotros mantenemos la visión de que las cuentas públicas hay que corregirlas gradualmente y eso es en lo que se está trabajando.

 

Alguna vez leí a Danilo Astori diciendo que en Uruguay no se aplica un modelo económico, pero en tu opinión…

Suena a una cosa muy rígida un modelo. Como algo que tiene parámetros de los que no te puedes mover. En realidad en la política económica, como en cualquier otra política, en el mundo de hoy, además, que tiene cambios sustanciales todos los días, aferrarse a una lógica de modelo implica una rigidez que no sería buena, yo creo que hay que tener una orientación, por supuesto, pero con la flexibilidad que indica la situación.

 

¿Pero no te parece que en la izquierda, por lo menos en algunos sectores de la izquierda, hay una impresión de que la política económica así tal como se viene aplicando tiene aspectos que están agotados, que merecen una revisión?

Creo que en la izquierda hay muchas visiones sobre la política económica y es saludable y es sano, pero la política económica ha sido la política económica del Frente Amplio, no la de un líder o la de un sector. Para un nuevo período hay muchas cosas que cambiar, porque están cambiando drásticamente muchas cosas en el mundo. El panorama geopolítico es completamente diferente, el panorama regional es totalmente diferente. Cuando empezó a gobernar el Frente Amplio en la región había países que tenían perspectivas muy positivas de crecimiento, por los precios internacionales, por las tasas de intereses bajas y muchos gobiernos de orientación progresista, de izquierda. Hoy ninguna de las dos cosas es lo que predomina: tenés muchos países en la región con problemas económicos serios, los precios internacionales han bajado y se han estabilizado, a niveles razonables, pero no en los niveles altísimos que teníamos en aquella oportunidad, las tasas de interés de a poquito están empezando a subir, o sea, el panorama macroeconómico, la perspectiva macroeconómica de la región es diferente y a nivel político también. Tenés muchas experiencias de izquierda en la región que, aunque parecían ir más rápido, iban más profundo, parecían ir más a la izquierda, lamentablemente no han podido resolver los problemas del bienestar y la equidad en sus pueblos y, además, en algunos casos ni siquiera han logrado ser soporte de continuidad de políticas de izquierda en sus países. Por eso yo, en general, primero reivindico lo hecho por el Frente Amplio en su profundidad, en sus formas, en reconocer las restricciones, pero en hacer múltiples reformas estructurales que han tenido buenos resultados en materia de bienestar, de equidad, de derechos. Sin duda hoy estamos en un escalón más alto que hace 15 años, pero mirando para adelante, esa es una agenda esencialmente ya implementada y a eso sumale un mundo radicalmente distinto por lo que decíamos, más por la dinámica de la tecnología que lo está atravesando todo. ¿Qué producimos, cómo producimos, cómo distribuimos, cómo consumimos, cómo comerciamos? Las relaciones laborales, porque eso implica, ¿qué empleos, qué capacidades? La tecnología hoy nos está desafiando prácticamente todo y por eso es que, mirando para adelante, la agenda de políticas hay que revisarla a la luz de este nuevo mundo, para resolver problemas que este nuevo mundo pone sobre la mesa. Seguir pensando que algunas cosas, que nos han salido bastante bien, de aquí para adelante van a seguir así, no, porque si el mundo cambió los problemas también son distintos y a veces políticas que fueron útiles en el pasado pueden dejar de serlo de aquí en adelante. Me refiero a que puede ser política económica pero también políticas sociales, relaciones laborales, etcétera. Porque la tecnología y las problemáticas nuevas están cambiando mucho.

 

Más allá de lo acordado en el programa, ¿cuál sería tu agenda prioritaria en el caso de que fueras electo como candidato del FA y eventualmente como presidente?

Los problemas son muchos. Obviamente, volver a tener la sustentabilidad en la estabilidad económica es fundamental, pero yo creo que uno de los buques insignias del próximo gobierno debería ser fortalecer las políticas y la institucionalidad para ayudar a trabajadores y trabajadoras a recapacitarse, a adaptarse a este cambio brutal que la tecnología ya está empezando a generar en el mundo laboral: hay empleos que están quedando obsoletos, que están siendo desafiados, también hay empleos que se están potenciando o que están apareciendo y esa es una situación que genera fricciones y esto es tan rápido que la adaptación hay que hacerla muy rápido. Por lo tanto, creo que un eje central de agenda en el próximo gobierno es poner mucho foco en cómo a aquellos trabajadores y trabajadoras que hoy tienen sus empleos desafiados, por la tecnología primordialmente, podemos ayudarlos para que se recapaciten y se readapten a nuevos empleos que definitivamente van a estar fortaleciéndose. Como todo proceso, no todo el mundo va a estar en condiciones de hacer esa readaptación, por lo cual ahí también hay un desafío para las políticas sociales, porque si la introducción de la robótica y la automatización genera más bienestar, más eficiencia, más productividad, eso también hay que utilizarlo para que nadie quede por el camino.

Ese proceso también ensancha la brecha entre las personas que han tenido acceso a una educación formal y terciaria.

No sólo terciaria, pero sí,

O técnica.

Claro. Este proceso tecnológico tiene en sustancia un ingrediente que presiona hacia la inequidad, porque es una nueva constelación de oportunidades y riesgos y aquellos que están capacitados para aprovechar las oportunidades les puede ir muy bien en este mundo, pero los que no, van a estar justamente más expuestos a problemas en ese sentido. Por eso es que creo que a esta gente es a la que más hay que ayudar desde las políticas públicas a insertarse mejor, con otras capacidades, en el mundo nuevo o, en todo caso, si eso no es factible, entender que las políticas públicas tienen un nuevo desafío, porque ahí hay un componente de inequidad latente que, sin duda, está presionando. Y esto pensado en el corto plazo. Ya pensando en plazos más amplios está claro que las capacidades que tienen que tener trabajadores y trabajadoras en este nuevo contexto son diferentes a las que teníamos nosotros y por lo tanto hay un desafío básico para el sistema educativo, que tiene que proveer un conjunto de capacidades que son las que van a permitir, justamente, el aprovechamiento de las oportunidades de este cambio tecnológico. Ahora, el germen de todo eso en Uruguay está: es el Plan Ceibal, es la Universidad Tecnológica, son las tecnicaturas asociadas a la producción agropecuaria, es la descentralización geográfica que está teniendo muy buenos resultados, pero es ineludible o es insoslayable que hay una reforma en el sistema educativo que sigue pendiente y que tiene que ver, sobre todo, con los temas curriculares, los temas pedagógicos. Ya no se puede enseñar y aprender de la misma manera que lo hacíamos nosotros, están compartimentadas las materias, están con base en transmisión de información y memoria, ahora hay que aprender haciendo, de manera multidisciplinaria, como aprenden los chiquilines del Tala o del Ceibal, de Caraguatá o de Casavalle, que aprenden haciendo robots y eso no es sólo que aprendan robótica, porque por ejemplo los chiquilines del Tala lo que hicieron fue un robot para detectar una bacteria en la tierra, la leptospira; para hacer eso tuvieron que plantearse el problema, pensarlo como proyecto, incorporar pensamiento computacional, sabiendo que quieren hacer un robot para detectar esa bacteria; tuvieron que estudiar biología, física, química, matemáticas, robótica. Yo creo que ese germen que se impulsa con esa lógica de proyectos en los centros de estudio, en robótica desde el Plan Ceibal, por ejemplo, son justamente las formas que tenemos que profundizar, pero eso implica también una reestructuración de los temas curriculares, pedagógicos, organizacionales, institucionales, que está pendiente.

Vos sos un experto en economía, sos doctorado en Berkeley, tenés 15 años de gestión económica. ¿Cómo te sentís para conducir eventualmente una reforma de la seguridad social? Eso es algo que está en la agenda aunque nadie quiere hablar mucho.

Claro, porque no es muy sexy, ¿no?

No, no, todo el mundo le tiene miedo a eso, pero ¿es posible una reforma en la seguridad social que no desampare a los jubilados?

Hay que reformar la seguridad social para hacerla fuerte y sustentable. Si no hacemos una reforma a la seguridad social, está claro que financieramente está siendo una espiral. Se puede ver en el caso, por ejemplo, de la caja militar; hace unos años el déficit era de 200 millones de dólares.

Pero ya viste la resistencia.

Ni hablar, si quieres hablamos un poco de ese tema. Hace unos años el déficit era 200 millones, hoy es 600 millones y va creciendo. Lo mismo pasa con algunas áreas del régimen general, sin duda hay que sentarse alrededor de una mesa a pensar esto. Este es un tema para el cual el próximo gobierno, en el primer año, tiene que sentar a todos los partidos políticos alrededor de una mesa, conversar el tema con objetividad, y evaluar las características de una reforma. Cada vez las personas vivimos más y esto está pasando en todo el mundo, no es un problema estrictamente de Uruguay, ya muchos países en el mundo han ido modificando, adecuando los parámetros de la seguridad social a esa realidad, que es que todos vivimos varios años más y con la dinámica tecnológica mirando para el futuro, con los temas de la tecnología en la salud y demás, vamos a vivir todavía muchos años más. Por lo tanto, para que el sistema de seguridad social sea sustentable, sea fuerte, garantice seguridad social, hay que adecuar los parámetros, porque si no, vamos a pensar que tenemos un mejor sistema hoy, pero que tiene esa bomba de tiempo para explotar mañana. Por lo tanto, este es un tema muy político, por supuesto, que no lo puede hacer un único partido, que no lo puede hacer solo el gobierno, lo tenemos que hacer entre todos los uruguayos, las uruguayas, alrededor de una mesa hablando desapasionadamente de este tema y ver cuál es la mejor manera en la que generamos los parámetros para hacer el sistema de seguridad sustentable, atendiendo a las transiciones que, obviamente, siempre estos procesos generan, pero sin duda es un tema muy importante para el futuro.

Contame qué te generó la polémica por la reforma de la caja militar. Porque hubo realmente una resistencia, incluso dentro de la izquierda.

Mira, yo no sé si llamarle siquiera reforma de la caja militar, porque ni en el terreno de la seguridad social de los militares, ni en el terreno financiero y fiscal, que fue un poco la motivación que volvió a poner el tema sobre la mesa, tenemos ningún resultado en menos de 20 o 25 años, con lo cual hay algo que no estamos haciendo bien. El equipo económico del primer gobierno del FA, cuando planteábamos las orientaciones de política económica, incluía las reformas de las cajas paraestatales y se hablaba de la bancaria, la policial y la militar. La reforma de las cajas bancaria y policial la hicimos, se aprobaron en 2008, la de la caja militar no pudimos avanzar durante mucho tiempo, y en realidad volvió a estar un poco sobre la mesa por una cuestión fiscal, por una necesidad financiera. Y yo quiero enmarcar esto en una sensación, ya que me preguntás lo que siento en eso, una sensación más amplia que la resumo de esta manera: a mí me hubiera gustado ver que el gobierno del FA tuviera un relacionamiento diferente con los militares, porque no es sólo el tema de la caja bancaria: cuando uno ve lo poco que se ha avanzado en materia de memoria y verdad, cuando uno ve que en 13 años y medio no se ha logrado avanzar en una nueva ley orgánica militar y cuando uno ve que a la reforma de la caja militar difícilmente podamos llamarle reforma, es que ahí hay un tema de un relacionamiento institucional más complicado, más amplio, que evidentemente no nos ha permitido hasta el momento avanzar, como hemos avanzado en otras áreas, tanto de seguridad social, de reestructuraciones organizacionales.

Pero ¿a qué obedece? ¿A cierta timidez?

Timidez, timidez en política, no. No creo que sea una variable muy relevante. Creo que no soy quién para asignar las causas de eso, pero veo los resultados: llevamos 13 años y medio en el gobierno, hemos avanzado enormemente en un millón de áreas, y en esto realmente… llamarle insuficiente es poco.

Los cuatro candidatos fueron presentados por aclamación en el Congreso, son frenteamplistas de toda la vida, son relativamente jóvenes, evidencian una renovación, pero de todos ellos creo que el que tuvo una relación más fuerte, más estrecha con el general Liber Seregni sos vos. ¿Sentís la responsabilidad de representar el seregnismo o el pensamiento de Liber en este momento? ¿Eso te motiva para esta apuesta de lanzarte a candidato a presidente?

Sin duda, yo tuve en lo personal una relación muy privilegiada, muy especial, con Seregni durante muchos años, pero antes déjame hacer una acotación -ya que hablabas de los cuatro candidatos y el proceso de renovación-: el FA está en pleno proceso de renovación política y lo estamos haciendo no sólo con fraternidad, con espíritu unitario, lo estamos haciendo casi con naturalidad. No estamos teniendo luchas fratricidas, de las que después cuestan tanto recomponerse, y creo que eso es una cuestión que, a veces, estando en la dinámica cotidiana, perdemos de vista. El FA ya está haciendo su proceso de renovación política y lo está haciendo en buenos términos, en buena forma, yo soy muy optimista con ese aspecto. La renovación política no es sólo renovar los líderes, la renovación política es renovar la visión del mundo, renovar la agenda de gobierno y renovar al FA, porque para atender toda esta nueva realidad, el FA también tiene que ser distinto. En ese contexto, sí, también está la renovación de los liderazgos. Sin duda nuestra precandidatura impulsa una impronta claramente seregnista, sin ningún ánimo de monopolio del seregnismo. ¡Ojalá haya seregnismo a todo lo largo y ancho del FA! Y afuera también. Pero sí, nuestra relación especial con Seregni nos permite poner mucho énfasis en eso y tener como algún hilo de ingredientes que para nosotros define el seregnismo, también sin ningún afán de monopolio o de verdad absoluta, pero para nosotros Seregni es sinónimo de valores, de ética en primer lugar, es sinónimo de coraje político y de visión estratégica. Vaya si Seregni tomó decisiones y acciones por su ética, por su coraje, por su visión, aun sabiendo que iba a pagar costos políticos y personales. También es el Seregni que nos dejó bien claro que primero está el país, primero está el pueblo, después el partido y allá lejos las aspiraciones de índole personal. Y un Seregni que nos enseñó a hacer política con base en el diálogo, el respeto, la tolerancia con las ideas diversas, siempre encontrar la parte de razón que puede tener el otro, buscando puntos en común, sin la ingenuidad de pensar que todos pensamos igual y que todos vamos a llegar a convencernos de todo. Manteniendo las diferencias políticas e ideológicas que puede haber dentro y fuera del FA, igual también es factible encontrar puntos de acuerdo y avanzar con base en esos puntos de acuerdo. En fin, yo creo que la figura de Seregni nos tiene que estar permanentemente guiando en todo el accionar del FA como fuerza política y en el gobierno.

Te quiero señalar algo que me parece notable: hay en el FA una apuesta, incluso en este proceso de renovación, a lo político y a los partidos políticos. El FA hizo su congreso para postular y acaba de pasar por un plenario nacional indudablemente durísimo, porque tuvo  que resolver los casos del Tribunal de Conducta Política, inhabilitar a compañeros, expulsar a una persona y, por otro lado, en el sistema político aparecen fenómenos rarísimos para Uruguay: un multimillonario que viene en un avión privado y se presenta como candidato y ya está en todos lados; hay otro multimillonario recorriendo el país. Estamos viendo estos fenómenos también en la región. Aparecen sujetos que vienen de otro lado y quizá están ahí porque surgen de cierta sensación que hay en una parte de la sociedad de que los políticos o que la política ya no responde a las necesidades de la gente. ¿A vos te parece que este asunto es algo importante en este proceso de campaña electoral que se viene?

La política es fundamental y nadie se escapa de la política, lo vea o no lo vea, le guste o no le guste, porque lo que sucede en la órbita política de un país afecta la vida de todos. Y yo creo que es muy importante entonces, dado que la política es inevitable como parte del proceso social, que la gente esté interiorizada, que se politice. Uruguay tiene una ventaja institucional que es que el sistema político en Uruguay está basado esencialmente en el sistema de partidos políticos. Y va a seguir estando. Eso da mucha estabilidad, eso da previsibilidad, eso da reglas de juego que ayudan a que no haya circunstancias rupturistas en el sistema político. Yo en ese sentido reivindico mucho la forma en que Uruguay procesa la política y las diferencias políticas. No es nuevo que en otros países de la región que no tienen partidos políticos fuertes, los vaivenes han sido sustanciales. En Perú, allá lejos, Fujimori tres meses antes de ganar la elección no tenía ni 4% de los votos, y ejemplos de esos podemos ver en varios lados, el caso de Bolsonaro, que unos meses antes nadie daba dos cobres por lo que sucedió después, desgraciadamente. Yo soy optimista de que el sistema político de Uruguay va a seguir estando con el eje en los partidos; me cuesta bastante pensar que simplemente venga alguien que vive en el exterior con mucho dinero y vaya a transformarse en un líder político. Además creo que también veo otra gente capaz, inteligente, en todos los partidos, que se están volcando en la política y eso lo veo con muy buenos ojos, tanto los compañeros que vamos a competir en la interna frenteamplista, como en otros partidos. Hay gente capaz, gente formada, me parece que es muy importante que todo el mundo, la gente capaz y la gente militante canalice su interés por la política, su interés por la sociedad, también, a través de la política. Yo no creo que estemos en la antesala de una erosión del sistema de partidos, creo sí que tenemos por delante una competencia electoral muy reñida, quizá para el FA la más difícil de las que ha tenido desde que es gobierno, pero así es la política y así hay que afrontarlo. Soy optimista de que el FA, con una buena campaña, que seguramente vamos a hacer, va a ir camino al cuarto gobierno porque es lo que el país necesita y lo que el país merece.

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