Antes del encuentro, Bolsonaro, apodado el ‘Trump del Trópico’ por su admiración al mandatario estadounidense, se reunió en Blair House –residencia oficial utilizada para recibir a los jefes de Estado durante las visitas oficiales– con Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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La visita, la primera de carácter oficial y bilateral, tiene una especial carga simbólica porque el presidente –acompañado por seis ministros y su hijo, el diputado federal Eduardo Bolsonaro– ha roto con lo establecido por los anteriores gobiernos de izquierdas, que efectuaban su primer viaje de Estado a Argentina.
«Por primera vez en mucho tiempo, un presidente brasileño que no es antiestadounidense llega a Washington», se jactó en su cuenta de Twitter Bolsonaro, que el lunes protagonizó una polémica y sorpresiva visita a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Desde EE.UU., el excapitán ha lanzado un mensaje conciso: «Nuestro objetivo es claro, queremos un Brasil entre las economías más libres del mundo». Lo repitió también el domingo durante una intervención en una cena organizada en su honor por el embajador brasileño, Sérgio Amaral, tras su llegada a Washington, y en la que estuvieron invitados Steve Bannon, antiguo estratega de la Casa Blanca, y el escritor brasileño Olavo de Carvalho.
«Hay un intento abierto y transparente de alinear la política externa brasileña con la estadounidense en muchos aspectos, pero también hay cierto interés por parte de Trump de reforzar los lazos con la principal economía en América Latina», explica a RT el analista Thomaz Favaro, de la consultoría estratégica Control Risks. Fuente: RT