Jair Bolsonaro confirmó este miércoles por la mañana en su twitter que en realidad lanzó un mensaje en los grupos de WhatsApp pidiendo la manifestación para cerrar el Congreso Nacional marcado por la extrema derecha para el 15 de marzo.
Posteriormente trató de reducir el impacto de su acción diciendo que se trataba de «mensajes personales».
El tweet de Bolsonaro es serio porque confirma que en realidad distribuyó el mensaje para el cierre del Congreso.
El Ministro del Tribunal Federal Supremo (STF) Celso de Mello no demoró en referirse sobre el tema: «este llamado muy grave, si realmente se confirma, revela la cara oscura de un presidente de la República que ignora el valor del orden constitucional, que ignora el significado fundamental de la separación de poderes, que demuestra una visión indigna de aquellos que no están en la posición más alta que ejerce y cuyo acto, de inconfundible hostilidad hacia los otros Poderes de la República, traduce un gesto de ominoso desprecio y degradación inaceptable del principio democrático. ¡El Presidente de la República, quien quiera que sea, aunque puede hacer mucho, no puede hacer todo, ya que está prohibido, bajo el riesgo de incurrir en un delito de responsabilidad, transgrediendo la supremacía política y legal de la Constitución y las leyes de la República! ”, sentenció.
La Orden de Abogados de Brasil expresó que existen bases para un juicio político por atentar contra la democracia con el acto público de Bolsonaro hecho por whatsapp, la red social estadounidense que fue clave para la captación de votos de la extrema derecha en la campaña de 2018.
Por su parte los expresidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff, también se pronunciaron ante el grave hecho. Lula sostuvo que «es urgente que el Congreso Nacional, las instituciones y la sociedad se opongan a otro ataque para defender la democracia». En tanto, Dilma dijo que «hay una respuesta fuerte urgente y necesaria por parte de las instituciones o el país se hundirá, una vez más, en la oscuridad de las dictaduras».
A su vez el ex presidente Cardoso (1995-2002) afirmó que Brasil está «ante una crisis institucional de consecuencias gravísimas».