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Mundo

Bolsonaro, una fake new en sí mismo

“¡Eu fiz de graça! ¡Eu fiz de graça!” Cada vez que el helicóptero de la cadena de televisión O Globo pasaba por arriba de quienes se manifestaban a favor de Jair Bolsonaro (PSL) para captar alguna imagen panorámica, los hombres y mujeres presentes miraban al cielo y gritaban: “¡Eu fiz de graça!”

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Por Sebastián Premici

Desde San Pablo

“¡Eu fiz de graça!” ¿Qué quiere decir esta expresión? La frase, hecha cántico, expresa que las fake news distribuidas a través de WhatsApp y financiadas por empresarios ligados al candidato fascista del PSL en realidad fueron distribuidas por…ellos mismos. “Yo hice la gracia” sería la traducción literal. Es decir, los votantes de Bolsonaro avalan o en el menor de los casos descreen de las denuncias realizadas por el candidato del PT, Fernando Haddad, sobre las posibles maniobras ilegales para hacer campaña sucia.

Los millones de mensajes que circularon a través de WhatsApp fueron enviados por las agencias Quickmobile, Yacows, Croc Services y SMS Market. Bolsonaro, para desligarse de la denuncia realizada por el PT, sostuvo que las empresas habían actuado por su cuenta. El pasado 19 de octubre, sobre el cierre de la semana, el Tribunal Superior Electoral (TSL) abrió una investigación por el posible uso de “dinero negro” por parte del candidato del PSL para desprestigiar al PT (Haddad). Sin embargo, ese fue un gesto meramente simbólico. El domingo, durante una conferencia de prensa, la presidenta del TSE Rosa Weber sostuvo que no poseían “medidas mágicas” contra las fake news, consideradas como un problema mundial.

Lo más concreto que ocurrió en este tema fue que la propia empresa WhatsApp, que pertenece a Facebook desde 2014 (la otra usina propaladora de noticias falsas), suspendió las cuentas asociadas a las agencias denunciadas. La compañía de Mark Zuckerberg -quien fue interpelado en los Estados Unidos y la Unión Europea por el escándalo de Cambridge Analytics y la filtración de datos personales- también eliminó varias cuentas y perfiles identificados con la distribución de noticias falsas.

La pregunta que surge alrededor de la utilización de estos instrumentos para hacer campaña sucia es cuán efectivo es dicho método. Los mensajes distribuidos a través de WhatsApp circulan a través de micromundos conformados por grupos de amigos, laborales, otros grupos vinculados a las actividades escolares, etc. “Zygmunt Bauman estaba en lo correcto. Las personas sólo creen en lo que desean creer. El teléfono es un medio muy nocivo. Las personas reciben mucha información, entonces terminan creyendo lo que quieren creer”, explicaron a Caras y Caretas desde el área de comunicación del PT.

Esta definición queda a la vista cuando se analiza el propio derrotero de Bolsonaro, una fake new en sí mismo.

En el Congreso brasileño existe un proyecto de ley que se llama “Escuela sin partidos”, que coincide con uno de los eslóganes difundidos por los adherentes al candidato del PSL durante la marcha del pasado domingo 21 de octubre por las calles de San Pablo. La iniciativa pretende “desideologizar” la enseñanza en las escuelas (con la eliminación de materias específicas como historia, geografía, filosofía, etc.) y combatir la “ideología de género”.

En 2016, Bolsonaro difundió un video donde él mismo decía que el PT distribuía en las escuelas libros con un “kit gay”. Leyeron bien: un kit gay que supuestamente les enseñaba a los niños y niñas a ser gays o lesbianas. Nunca existió un material semejante ni se repartieron en los colegios los libros que Bolsonaro decía que existían. Todo era parte de la propia campaña del diputado del PSL para promocionar la “desideologización en las escuelas”. Hoy, los adherentes del PSL tienen como consigna “Escuelas sin partido” y cuestionan los supuestos “kit gay” distribuidos por el PT, algo que nunca ocurrió. Esto no es una fábula sino que los pastores evangélicos que militan (y sostienen económicamente) la campaña de Bolsonaro insisten en la existencia de esas instrucciones apócrifas que volvieron a circular por las redes sociales y en los millones de mensajes distribuidos por WhatsApp.

Lo que nació como un ataque ideológico al PT en 2004 sumado a las mentiras construidas sistemáticamente a través de los medios y las redes sociales (kit gay), en la actualidad pasó a formar parte del programa de gobierno de Bolsonaro. Esta situación reforzaría la idea de que los votantes terminan creyendo lo que quieren creer. No es una teoría nueva. Ya en la década del 20 del siglo pasado, los estudiosos de la comunicación de la Escuela de Chicago (de la corriente del funcionalismo) sostenían que los mensajes distribuidos a través de los medios masivos de comunicación -por entonces se estudiaba la radio- reforzaban los preconceptos de los votantes.

Según la última encuestadora Ibope, la distribución de noticias falsas en Brasil tuvo un “efecto limitado” en la primera vuelta. La encuesta fue realizada entre el 21 y 23 de octubre entre 3.010 votantes de todo el país. Una de las preguntas formuladas fue la siguiente: sin considerar la propaganda electoral gratuita, ¿recibió contenido con críticas o ataques a algún candidato a través de WhatsApp? La encuesta arrojó que sólo hubo un 18% de respuesta positiva -es decir que recibieron contenido por WhatsApp- tanto con información sobre Haddad como de Bolsonaro. Por otro lado, un 73% de los encuestados dijo no haber recibido ningún tipo de información.

La otra pregunta relevante de esa pesquisa fue: ¿considera que el contenido recibido ayudó a decidir su voto? Un 75 por ciento de los encuestados dijo que no, mientras que un 24 por ciento respondió afirmativamente.

A modo de arriesgar una hipótesis, el éxito relativo de las fake news se basa en la demonización previa que existió sobre el PT. Durante más de 4 años, de manera sistemática, los sectores de derecha y los medios masivos de comunicación con O Globo a la cabeza construyeron todo tipo de falacias alrededor del Partido de los Trabajadores, falacias que hoy constituyen el principal insumo de las fake news. Esto no le quita relevancia ni a Facebook ni a WhatsApp que poseen todo el poder tecnológico y bases de datos perfectamente segmentadas para erigirse como un actor de poder real con capacidad de influir en los gobiernos y electorados.

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