Por Bernarda Tinetti
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En este megaengranaje político y económico, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro -uno, exmilitar que pasó por nueve partidos políticos desde que fue electo concejal en 1989; el otro, empresario que pasó de tener siete a tener 43 firmas durante la última dictadura militar entre 1976 y 1983- comparten visiones y aspiraciones similares, y hasta conviven en gran parte del itinerario, aunque con estilos distintos. Caras y Caretas habló con especialistas de ambos países para desandar el derrotero de las dos figuras.
Última década
Si bien, por diversas cuestiones de índole topográficas, históricas, culturales, idiomáticas, logísticas o de extensión, la integración con, por caso, el sur del Cono Sur no es del todo plena, el peso geopolítico y económico de Brasil en el continente resulta incontrastable. Sobre todo en los últimos años en que prácticamente llegó a forjar una de las seis economías más grandes del mundo, concomitantemente con el robustecimiento de una coalición ideológica progresista en los países de Sudamérica.
Por su parte, Argentina ostenta una larga lucha contra la discontinuidad del desarrollismo que los lusófonos han padecido menos, incluso durante sus dictaduras. Esto se traduce en un armado y desarmado de la industria liviana, en permanente tensión con un territorio donde más de 70% de las exportaciones son de commodities, del agro o extractivistas, pero casi 80% del empleo depende de las pymes.
Allí hay un primer punto en común de gran recurrencia en las conflictividades sociales tanto argentinas como brasileñas. Países productores de alimentos y de commodities, donde la materia prima abunda y el valor agregado suele escasear o postergarse y diluirse en tratados de libre comercio, o en aglomerados latifundistas del siglo XXI, mientras el hambre acecha a los pueblos.
El crecimiento de Argentina y Brasil en la última década pasó de ser el más elevado del mundo en ambos países, a ser el más bajo, o nulo. De modo inversamente proporcional, el deterioro político, económico, social e incluso institucional desde que las derechas se hicieron con el poder del Estado no cesa de engordar.
“Macri y Bolsonaro intervienen con similares miradas sobre lo político y, con diferentes formas, en lo económico”, afirma Héctor Bernardo, periodista, analista internacional especializado en América Latina, escritor y docente en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.
“Ambos representan modelos que son autoritarios en lo político y neoliberal en lo económico. Apuntan a la destrucción de los derechos de los trabajadores en pos de la maximización de ganancias de algunas empresas, en particular amigas, y se alinean internacionalmente de modo directo con Estados Unidos [EEUU] e Israel, y en el caso de Macri, también con Inglaterra, tras la firma del pacto Foradori-Duncan [detallada más abajo]”, dijo.
Guillermo Carmona, diputado nacional por la provincia de Mendoza y vicepresidente de la cámara en el parlamento argentino, dice: “El neoliberalismo fascista contiene un alto contenido de desprecio por la libertad de las personas, menoscabando la dignidad humana en las políticas que aplica. En el sustrato del bolsonarismo, pervive ese desprecio, así como las acciones discriminatorias y xenofóbicas, en diferentes grados”.
Por su parte, Iván Filipi, licenciado en Ciencias Políticas, profesor y coordinador del Programa de Posgrado en Políticas Públicas en la Universidad Federal ABC de San Pablo, sugiere que “Bolsonaro no es un fascista, sino un sujeto profascista. Incluso el fascismo ha podido tener un continente en forma de partido, como en los años 30 en Italia. El bolsonarismo es otro fenómeno”.
Economía: distintas cosmovisiones, similares matrices y objetivos
En recesión desde 2016, Argentina enfrenta el endeudamiento más veloz y feroz del planeta en este siglo, con más de 200.000 millones de dólares tomados de organismos crediticios, de los cuales casi la mitad ya se fugaron hacia los fondos especulativos. Esto es, compromisos e intereses hasta por 100 años, para nada, dado que las reservas que quedaron han sido para paliar el déficit fiscal y contener el dólar. Pero, además, las brutales devaluaciones de la moneda argentina que llevaron el dólar de un valor nominal de 10 pesos, a fines de 2015, a 60 pesos, en solo 45 meses, le otorgan la cualidad de ser también el endeudamiento en moneda nacional más acelerado de los últimos años.
Hacia el final del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Argentina ostentaba el salario en dólares más alto de Latinoamérica. Hoy es el noveno. Y su inflación anual es solo superada en el mundo por Venezuela.
Aunque en Brasil la crisis no se nota tanto en su deuda externa como en la interna, con el crecimiento de las virulentas desigualdades, Filipi asevera: “La situación económica de Brasil está muy grave. Bolsonaro, durante el proceso electoral, dijo que una economía más liberal atraería la confianza de los mercados y eso naturalmente retornaría a la economía del país. Pero la economía no fidelizó, en parte porque es una falacia”.
Carmona, recién entrevistado en Bolivia con Evo Morales y Álvaro García Linera, recuerda que Morales le dijo: “De ninguna manera, las promesas de sostener y mejorar los logros y las condiciones de derecho de las grandes mayorías e ir por más podrían darse y consolidarse con las derechas neoliberales en el poder, pues estas solo apuntalan modelos de acumulación de riquezas y no de redistribución de las mismas”.
En sintonía con Bernardo, Carmona denuncia que Paulo Guedes y Nicolás Dujovne, ministros de economía de Brasil y Argentina respectivamente hasta hace unas semanas -el argentino renunció tras duplicar su fortuna en un año, la mayor parte de la cual mantiene aún en paraísos fiscales, y le dejó su lugar a Hernán Lacunza- “han preponderado la financiarización y extranjerización de la matriz económica, en alineamiento con las doctrinas económicas -y de seguridad- de EEUU e Israel, generando las condiciones para que los recursos de los dos países queden a merced de los poderes concentrados, operando de modo muy similar en ambos casos”.
“Desregular el sistema financiero legalizando la discrecionalidad del banco central; liberalizar el comercio exterior en detrimento del trabajo nacional; flexibilizar derechos mediante reformas laborales; permitir un tipo de cambio flotante que solo favorece a los poseedores de moneda extranjera y dispensar las reservas energéticas son medidas comunes en ambas casas de hacienda”, agregó.
Bernardo recuerda que “el Programa Bolsa País fue interrumpido drásticamente y sin explicación para más de un millón de personas. Y la clase media que había crecido en más de 40 millones, está retrocediendo de manera acelerada”. Por el contrario, en Argentina, la Asignación Universal Por Hijo -AUH- se duplicó durante la era macrista, habiendo sido aquello un punto por el cual se hizo campaña en contra de CFK oportunamente, acusándola de clientelista.
Pero hay más. Aunque, como consecuencia de las medidas adoptadas y propiciadas por Mauricio Macri a partir del 10 de diciembre de 2015, Argentina se convirtió raudamente en una factoría de hambre, deuda y desempleo, este desconoce -desfachatadamente- el resultado de las últimas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), algo así como una encuesta legitimadora de las fuerzas a presentarse en la contienda electoral decisiva, enojándose con la mayoría del electorado que le respondió con hartura: 7 de cada 10 votantes no lo eligieron, pero él dijo abiertamente: “Las PASO no existieron”. Así, Macri fustigó a los votantes por el resultado de los sufragios en una actitud claramente antidemocrática.
En Brasil, a pesar de la merma en su imagen, Bolsonaro empezó este año un plan de privatizaciones atroz, pero Macri ya no pudo seguir aplicando reformas debido al descontento y al activismo de las organizaciones sociales y sindicales.
“Ambos sienten un marcado desprecio por las clases populares, y han operado para disminuir lo que consideran un costo ajustable; el salario. Todos los costos del sector empresarial debían reducirse, entre ellos, el salario de los trabajadores, dejándolos a la buena de Dios. Por eso, el crecimiento de la desigualdad en Brasil es tan violento”, aduce Bernardo, para quien “Bolsonaro es incluso un personaje más burdo que Macri, que debió moderar su mensaje debido a las respuestas de la sociedad”.
Sin embargo, antes de eso, el viernes previo a las elecciones del 11 de agosto, un conglomerado de medios y consultoras había incrementado las acciones y noticias positivas en apoyo a Mauricio Macri. Pero el lunes subsiguiente, se produjo una corrida cambiaria que llevó el dólar de 45 a 60 pesos, dejando un tendal de desahucio en las grandes mayorías. Macri, lejos de hacerse cargo de las consecuencias de sus políticas, culpó al resultado de las elecciones por la nueva ola devaluatoria.
Filipi resalta “el daño que el Ministerio de Hacienda le provoca a la población con la transferencia de la renta financiera a los sectores privados, privilegiándolos en detrimento del sector público al que le infringe recortes y ajustes de manera constante, comprometiendo fuertemente el futuro acceso a bienes y servicios ,y por otro lado, hay una gran desconfianza en la economía brasileña; las personas no invierten, las personas no gastan y ahí sería necesaria una reforma que el gobierno no está dispuesto a hacer: implementar un sistema de estímulos a la economía mediante reformas que reviertan esta situación para ahora y para el corto plazo”.
Justicia derecha
El sistema de lawfare que destituyó a Dilma Rousseff mediante el impeachment de abril y mayo de 2016 arroja como consecuencia el acaecimiento del bolsonarismo, con un temerismo de intermediario, que se suma a la ola de derecha del sur el 1º de enero de 2019.
La era del macrismo podría decirse que se inicia con el usufructo mediático del suicidio del fiscal Nisman, el 19 de enero de 2015, quien, cuando fue hallado muerto, registraba en su celular más de 40 llamados de la actual ministra de seguridad, Patricia Bullrich, y otras tantas de la titular de la “Oficina Anticorrupción macrista”, Laura Alonso. Nisman había intentado inventar un delito de traición a la patria por parte de CFK en la firma de un memorándum de entendimiento con Irán, para esclarecer los atentados contra la Asociación Mutual Israelí Argentina del 18 de julio de 1994. El lawfare en Argentina se inicia definitivamente con la persecución a CFK, quien pasa dos años sin fueros por no ejercer ningún cargo público.
Curiosamente, en el mismo momento en que el congreso brasileño destituye a Dilma, salen a la luz los Panama papers y los Paradise papers, documentos que arrojan como resultado decenas de cuevas fiscales offshore de Macri, mientras se buscaban cuentas de CFK; Macri ya era presidente hacía cuatro meses, habiendo sido electo con 214 causas en su contra, y procesado.
Para Carmona, “la justicia forma parte de un proceso regional fogoneado por EEUU. En el neoliberalismo manifestado por Bolsonaro, emerge sin tapujos un contenido prominentemente individualista en el desconocimiento de los derechos de las personas. Estigmatización y persecución de pueblos originarios y opositores, favorecimiento a la renta financiera del tarratenientismo, combate a las luchas por reivindicación de las minorías de género, son claras muestras de ello”, agrega.
“A su arribo, Bolsonaro corría con la ventaja de saber que Temer ya había iniciado parte del trabajo sucio, endeudando al Brasil. Había iniciado un proceso de destrucción del Programa Bolsa País y una reforma previsional. Pero Macri asume tras un gobierno popular que había reconstruido esos derechos y los mecanismos para que esos derechos pudiesen ser aplicados”, señala Bernardo.
Después de iniciar sus persecuciones contra decenas de opositores -como la diputada del Parlasur Milagro Sala, quien lleva más de 1.350 días privada de su libertad de manera ilegal, ilegítima y arbitraria, tal como lo determinaran la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión de Detenciones Arbitrarias de la ONU-, la Justicia argentina incrementó su embate contra CFK. Ataque que fue calcado a la persecución a Luiz Inácio Lula Da Silva.
Dice Bernardo: “En Brasil, la persecución y posterior encarcelamiento del líder del PT brasileño ha funcionado y puede mantenerse porque el actual contexto social en Brasil le permite al bolsonarismo reivindicar dictaduras militares abiertamente, o figuras como la de Pinochet, que fue precisamente la condensación de autoritarismo y neoliberalismo iniciada en la región en el 73”. Esto, sin importar el talante hostil e impertinente de sus dichos para con la expresidenta de Chile Michelle Bachelet.
El líder de la ultraderecha brasileña sostuvo durante gran parte de su campaña un discurso nacionalista e inmediatamente asumido, atacó a los trabajadores, campesinos y pueblos originarios.
Bolsonarismo, macrismo y medios
A este respecto, cabe destacar que en ambos casos, los medios hegemónicos y las fake news desempeñaron un papel preponderante, facilitando el advenimiento de los proyectos conservadores de derecha que parecían desarticulados apenas unos años atrás.
La incidencia de las fake news, fundamentalmente mediante la proliferación vía WhatsApp, franqueó las paredes comunicacionales que suponía el gigante O Globo, en tensión con parte del bolsonarismo, y generaron un territorio simbólico fértil, propicio para atacar primordialmente a Lula y a Fernando Haddad, líder y candidato del PT; en un solo día, se propalaban hasta 5.000 mensajes de WhatsApp con noticias falsas y agresiones contra ambos referentes.
En los casos de Eduardo Cunha, expresidente de la cámara de diputados, y el exvicepresidente/presidente Temer, había pruebas de sobra para que estén presos, mientras que con Lula, el otrora juez Sérgio Moro adujo no tener pruebas pero sí la creencia de la existencia de un accionar delictivo en el denominado Lava Jato por parte del referente del PT, y por eso está preso. Luego Moro fue nombrado ministro de Justicia y el apresamiento de Temer ofició como una puesta en escena de “transparencia”, al utilizarse para decir que el ataque fue “contra los corruptos y no contra el PT”.
Con Macri, toda la potencia hegemónica que suponen los más de 300 canales de televisión, los diarios de mayor tirada, las radios de más llegada, redes y portales que acaparan más de 80% de la generación de la información de todo el país se complotaron con la “ola de la posverdad” para horadar al kirchnerismo, que presentó como posible continuador a Daniel Scioli en 2015. Aun así, el macrismo ganó apenas por 1,5% del electorado, tras 12 años de gobierno kirchnerista.
Comunicacionalmente, Bolsonaro se recuesta más que Macri sobre una figura como Donald Trump, más parecido a Peña Nieto y, aunque son torpes, ninguno es tonto.
Al igual que lo que sucede en Argentina con Macri, para Filipi, “Bolsonaro ha demostrado ser un gobernante con dificultades para entender problemas complejos y formular un discurso consistente; buena parte de esos discursos se basan en una sustentación que son espejismos asociados con demonios de economía o dibujos de corrupción. Sin embargo, no diría que es fascista tal como está establecido en la literatura política; sí antidemocrático, pero la democracia brasileña va a sobrevivir a estos cuatro años de Bolsonaro, pues tiene una gran capacidad de resiliencia”, añadió.
No obstante, la imagen de Bolsonaro ha caído abruptamente, a menos de diez meses de haber asumido; el brasileño pareciera no cesar en sus pulsiones de que se hable de él y Macri ya ha dejado de aspirar a ello, máxime tras la aplastante derrota en las PASO; aunque lo niega, ha moderado su “humor” tras “semidisculparse” por el maltrato y desprecio para con el proceso democrático de las PASO, aduciendo que estaba sin dormir.
Relaciones internacionales y ceocracia
La firma del pacto Foradori-Duncan, exvicecanciller argentino y su homónimo inglés, en setiembre 2016, ha supuesto la negación de la soberanía respecto del territorio argentino ocupado por los británicos desde 1833 -reclamo que la última dictadura cívico militar argentina convirtió en conflicto bélico en 1982- y les habilita la exploración y usufructo de los recursos del mar territorial argentino. Incluso, en 2017, Argentina envió unas 11 toneladas de oro de sus reservas a Inglaterra. Algo así como 462 millones de dólares. Carmona ha criticado duramente aquel pacto.
Además de las extranjerizaciones y financiarizaciones de las economías, la firma de acuerdos con la Unión Europea puede perjudicar a los productores de Argentina y Brasil en su letra pequeña: “Una firma europea que produce equis elemento en el sudeste asiático podría importar su producción a Brasil o Argentina por el solo hecho de tener firmas con domicilios asentados en Europa, atentando contra la producción de empleo local”, dice Héctor Bernardo.
Por otra parte, tal como lo hizo con Bachelet, con Alberto Fernández o con Macron, Bolsonaro parece no tener pruritos en expeler sus opiniones impúdicamente, sin ningún tipo de cuidado protocolar. Antes de reivindicar a Pinochet, hizo alusión directa a la primera dama francesa, en un gesto vulgar y despreciativo en las redes, y amenazó con salir del Mercosur si Alberto Fernández es electo presidente y adopta medidas “de izquierda”.
“En materia de relaciones internacionales, Bolsonaro es una tragedia”, dice Filipi. “Porque su gobierno está echando por tierra más de un siglo de construcciones de interlocuciones con capacidad de diálogo con cualquier país; sea EEUU, Palestina, Israel, Turquía o Irán, Brasil siempre funcionó como catalizador de consensos, y hoy se está transformando en un paria, con eventos deplorables”.
En relación con este tema y la tragedia del Amazonas, Filipi concluye: “Respecto de la propia política ambiental brasileña, Bolsonaro está completamente distanciado de ella. Brasil es una potencia ambiental y busca la construcción de un proyecto sustentable; desde el punto de vista de las políticas externas, el gobierno no tiene objetivos claros al respecto”.
“Bolsonaro cedió la potestad de la base aeroespacial de Alcántara, en Maranhao, al Pentágono, a través de un convenio de cooperación del que poco se sabe, y además de alinearse con Washington, hizo lo propio con Tel Aviv (o Jerusalén), lo cual le trajo inconvenientes con varios países árabes”, completa Bernardo.
“Tanto Faurie como Araújo, ministros del Exterior de Argentina y Brasil, tienen una funcionalidad absoluta para con las grandes potencias y el tipo de matriz de corte neoliberal”, finaliza Carmona.
Como sea, el desenlace provisorio y de corto y mediano plazo en ambos países se percibe en abrumadores retrocesos, desigualdades y tragedias difíciles de revertir.