En primera vuelta, ninguno de los candidatos brasileños logró el 50% más uno del electorado a favor, razón por la cual habrá una segunda vuelta con todo lo que eso conlleva. En cualquier país, la segunda vuelta implica un sume y sume de los votos según la tendencia del electorado y los candidatos en juego, pero Brasil tiene la particularidad que quien llegó primero con amplia ventaja, Jair Bolsonaro, es un candidato sin margen de negociación; Fernando Haddad, en cambio, tiene amplias posibilidades de encontrar acuerdos entre sus contrincantes. ¿Por qué? Simple: Bolsonaro es categórico, se basó en un «estás conmigo o estás contra mí», mientras que Haddad bien puede hacer del diálogo su estrategia, porque su discurso así se lo permite.
Para una segunda etapa electoral de definiciones, la cintura política se hace imprescindible, y de eso Bolsonaro nada.
Y a las pruebas me remito: Haddad ya convocó a Ciro Gomes (PDT), Marina Silva (Redes) y Henrique Meirelles (MDB), tres candidatos que, si bien no son del PT, tienen propuestas que bien se puede conciliar con lo que representa Haddad y su proyecto de país.
Con el 97% de los votos escrutados, el candidato presidencial Jair Bolsonaro obtiene el 46,55%; Fernando Haddad el 28,58%. Ambos se verán las caras el próximo 28 de octubre. Hasta entonces sólo resta seguir sumando.
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