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Yo no estaba, pero estoy

52 años del Frente Amplio

Cuando el FA cumple su primer año de vida, ya el Partido Nacional era el wilsonismo.

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Este domingo el Frente Amplio cumple 52 años. Yo militaba en el Partido Nacional. Se lanzaba el wilsonismo. Si la historia se volviera a repetir, volvería a hacerlo. Pero estábamos marchando, sin saberlo, para terminar juntos. Así es la historia, avanza, genera nuevos caminos. Síntesis.

Desde que adherí al Frente, nunca me hicieron sentir un recién llegado. Quizás porque no lo soy. A lo mejor, pienso, está en el ADN de su concepción de ser síntesis. Crecer, sumando fuerzas que, sin renegar de su pasado, suman una nueva mirada, otra trayectoria. Son caminos que convergen. Nadie renuncia a donde comenzó el suyo. Las demás rutas pasan a ser propias y la de uno, de los demás.

Por eso nos llamamos unos a otros compañeros.

Cuando se celebró el acto fundacional del Frente, yo fui. No a aplaudir, sino a mirar, escuchar. No era parte de aquello, pero no me sonaba ajeno. Era muy joven y votaba por primera vez. Lo hacía con orgullo porque debutaba como ciudadano votando a mi padre. Pero le votaba porque era mi compañero.

Tanto antes como después de las elecciones, bajo Pacheco y bajo Bordaberry, mi viejo me hacía acompañarlo en paradas difíciles. En el sangriento año 72, por ejemplo, a la liberación de Bardesio, la masacre de la Seccional 20, una reunión con Bordaberry que terminó mal. Saliendo de la misma la prensa publicó una foto que él me mandó casi cinco años después, cuando nos separamos en el exilio, dedicada. “No hay camino difícil con un buen compañero. Un abrazo de tu padre. Londres, 1976”.

Cuando el FA cumple su primer año de vida, ya el Partido Nacional era el wilsonismo. Es más, si el herrerismo hubiera tenido una votación medianamente digna, Wilson (que había sacado casi 100.000 votos más que Bordaberry) hubiera sido presidente.

Había, creo yo, un sabor amargo. La gente había votado. Y lo había hecho por un cambio, pero ganó el continuismo.

Ahí empezó el definitivo distanciamiento de Wilson de la minoría partidaria y su acercamiento al Frente. Claramente. Antes del cambio de gobierno, saliendo del Directorio, dijo a la prensa: “Hay blancos baratos, que se quieren vender”. Y así los llamó de ahí en adelante. Cuando quiso votar para que alguien opositor presidiera la cámara, en un país que necesitaba garantías contra la barbarie represiva, recurrió al Frente.

Así el Toba fue electo dos períodos como presidente de la misma. En febrero del 72, el Toba fue reelecto con los votos de Por la Patria, el Movimiento de Rocha y todo el FA. Y los votos de herreristas y un legislador de origen independiente en contra. Lo mismo pasó con el levantamiento de las Medidas Prontas de Seguridad.

Por más ediciones que le hagan al discurso del Grand Prix, esa noche empezó con una declaración del PN y el FA apoyando la huelga general de la CNT y condenando el golpe. La primera tarea que encomendó Wilson a sus militantes fue juntar víveres para apoyar la ocupación de lugares de trabajo.

Su exilio fue de la mano de Zelmar. Cuando los matan a él y al Toba, es como si le hubieran cortado la suya. Y no lo olvidó en todo el exilio. La Convergencia Democrática muestra inequívocamente el camino que quería recorrer. El exilio nos acercó mucho al Frente.

Desde allí, en mayo del 83 (en un acto de la CNT) manda decir que la construcción del Uruguay del futuro debe contar con la participación, además de los partidos, de las fuerzas sociales “y en nombre de los trabajadores la CNT”.

En ese mismo acto dijo: “Me siento acompañado por Liber Seregni (aún preso), mi amigo y adversario. Siempre seguirá siendo mi amigo, pero espero que no sigamos siendo adversarios”. Cuando estaba por embarcar hacia Montevideo, le manda un libro (original en la biblioteca del Palacio Legislativo): “A Liber Seregni, general del pueblo, por lo tanto mi general, con un abrazo afectuoso de Wilson Ferreira Aldunate”. La historia es clara.

El Frente es un movimiento, cada uno llega con su mochila y de ella aporta y se enriquece con la de los demás. Sin que nadie lo obligue. Es el fruto de la lucha, como la militancia, como la esperanza compartida.

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