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Cambios en la región

Boric, Petro y Lula: triángulo de esperanza

No podemos ignorar los cambios en América Latina. Ni EEUU lo hace. Ya nadie, menos la Cancillería uruguaya, lo ignora.

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El secretario de Estado Anthony Blinken terminó en Bogotá una gira por América Latina, que le llevó también a Chile y Perú. ¿Por qué estos tres presidentes? Dijo que los tres han sido electos recientemente. En rigor, preocupa a EEUU perder influencia ante el triunfo de fuerzas populares. Castillo (electo en 2021) fue para disimular… La no ida a Brasil, el país más importante de este Sur, es un modo de soltarle la mano a Bolsonaro, obsecuentemente proyanqui.

La obsecuencia no paga. Uruguay siempre previó, y dijo, que EEUU le incluiría en su itinerario. No lo hizo. Pero cuando le erran, no lo asumen. Aunque esto no sea Astesiano, deberían aprender la lección. No han visitado a Boric ni a Castillo. Fueron el presidente y Bustillo a Colombia con el entonces jefe de custodia (que ese le haría boca el hambre), después de elegido Petro. Pero no lo vieron. ¿A qué fueron? No Astesiano, ellos.

No podemos ignorar los cambios en América Latina. Ni EEUU lo hace. Ya nadie, menos la Cancillería uruguaya, lo ignora. A Blinken le preocupa pero no la ignora. Actúa sobre la realidad y no sobre lo que desearía que fuera. A diferencia de nuestro gobierno. Me imagino los textos que estará redactando el Departamento de “Cipayismo yanqui” de nuestra diplomacia. Blinken no vino. Ni acá, ni a Brasil. Pero fue a ver a Petro a quienes ellos desairaron cuando fueron a Bogotá.

Hay otros países progresistas en la región cuya importancia no desconocemos, como Bolivia. El Golpe de Jeanine Áñez, de noviembre de 2019, terminó por primera vez en la Historia de Bolivia con la golpista presa y elecciones en las que vuelven a ganar las fueras progresistas: Luis Arce, presidente por el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales. En menos de un año se restableció la democracia y la cabeza del golpismo enfrenta 15 años de prisión.

Por el contrario, en esta nueva de América del Sur, Bolivia juega un papel muy importante. Sus cambios comenzaron hace casi 17 años. Boric, Petro y próximamente Lula empiezan nuevos procesos. Evo reconoció el carácter plurinacional de su país, vieja demanda de los mayoritarios pueblos originarios. Cuando la derecha empezó a ponerle piedras, él mismo convocó un “referendo de revocación del mandato”, en 2008. Recuerdo aquel 10 de agosto en que tuve el honor de ser coordinador de la Misión de Observación Electoral.

Bolivia es, pues, el hermano mayor de este proceso de resurgimiento de las fuerzas populares en América del Sur. En ese triángulo que apunta al Norte: Chile, Brasil y Colombia, Bolivia es el corazón que late para que las venas de renovación resurjan con verdadera fuerza.

Incluyo a Lula, que ya ha sido dos veces presidente de Brasil, y su Partido ganó dos elecciones más. Dilma, destituida por juicio político, no fue citada por juez alguno, ni por una multa por mal estacionamiento de su auto. Su sucesor terminó preso. El juez Moro, que encarceló a Lula y lo tuvo 580 días preso, fue designado ministro de Justicia de Bolsonaro y luego procesado él mismo. Lula, en cambio, fue absuelto. Y será el primer brasileño en la historia en ocupar por 3a vez la Presidencia de su país.

Pero esta etapa que se inicia es nueva. Uruguay, tan severo en juzgar a los países que considera no democráticos, no explica cómo en un país donde la mayoría vota a Lula (va a superar el 55%) tendrá que gobernar con un parlamento adverso. En la Cámara de Diputados Bolsonaro sumará 355 contra 131 de Lula, y todo el resto junto tendrá sólo 22. En el Senado Bolsonaro tendrá 47. Lula solo 14 y el Centro quedará en 20. O sea, Bolsonaro 47 y 34 de todo el resto. En ese panorama tendrá que gobernar Lula.

Petro consolida su reciente mandato, con un discurso moderno, pero sin haber cambiado el tono de sus promesas electorales después de tomar el poder. Muy importante. No solo hay que tener legitimidad electoral, sino moral y política. Casualmente durante la vista de Blinken logró los acuerdos necesarios para su avanzado Proyecto de Reforma Agraria, tema que hace ya un tiempo es mala palabra en la región. Y lo anunció en su presencia.

Uruguay, donde a mitad de mandato ya naufraga el intento de restauración neoliberal (hay que hacer un esfuerzo entre todos para que el gobierno se mantenga), debe mirar a la región con optimismo. Nada será fácil, pero el Frente llegará al gobierno en una región distinta de la que hizo posible el triunfo y las ínfulas de Lacalle (h).

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