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Columna destacada | conflicto | Rusia | Ucrania

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Conflicto Rusia Ucrania: El arte de la mediación

El reciente peregrinaje a Beijing de líderes de relevancia mundial puso de manifiesto que no hay ningún país en el mundo con los atributos, influencia y poderes del gigante asiático para desatar los nudos que atan el conflicto.

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El tan esperado y también reclamado contacto tuvo lugar la semana pasada. Finalmente después de 14 meses de desatado el conflicto, el presidente de la República Popular China conversó telefónicamente por más de una hora con su homólogo de la República de Ucrania, quien desde hace tiempo se había mostrado dispuesto a un contacto directo con Xi Jinping.

Cuando cualquier alternativa que no fuere la solución militar parece agotada y crecen los temores de una guerra nuclear, China asume la responsabilidad, en primerísima persona, para mediar en el conflicto bélico europeo más importante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y cuyas consecuencias han puesto una pesada hipoteca para el futuro de las relaciones políticas, económicas y diplomáticas a escala mundial.

El reciente peregrinaje a Beijing de líderes de relevancia mundial -primero fue Olaf Scholz, el primer ministro de Alemania, luego Pedro Sánchez de España, después Emmanuel Macron de Francia junto a la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen y por último el brasileño Lula da Silva- puso de manifiesto que no hay ningún país en el mundo con los atributos, influencia y poderes del gigante asiático para desatar los nudos que atan el conflicto. Todos los ilustres huéspedes de Xi Jinping, más allá de diferencias que aun hoy subsisten, le pidieron al presidente chino que se involucrara más activamente en las negociaciones entre Rusia y Ucrania.

Estos encuentros en el Gran Palacio del Pueblo de la plaza Tiananmen pusieron en evidencia la nueva arquitectura del Orden Mundial (Made in China) en la cual Beijing es un factor insustituible y un interlocutor imprescindible y, al mismo tiempo, significaron un golpe durísimo a la gran estrategia de Estados Unidos de contener y aislar a China por todas las vías e instrumentos a su alcance.

Las declaraciones de Macron en su vuelo de regreso a París luego de su misión de 4 días en China que aún se escuchan en todas las cancillerías del mundo y muy especialmente en Washington, son un síntoma evidente de los nuevos tiempos.

El presidente de Francia, en un lenguaje inusitadamente contundente, llamó a construir una “autonomía estratégica” de Europa y “un tercer polo entre Estados Unidos y China”, afirmó que, para su país, ser "aliado" de Estados Unidos no supone ser su "vasallo" y en relación a Taiwán -el buque insignia de las provocaciones de Washington a Beijing-, enfatizó que "lo peor sería pensar que los europeos debemos convertirnos en seguidores en este tema y seguir la agenda estadounidense y esperar una reacción exagerada de China”.

La Casa Blanca intentó bajarle el tono a los reproches de Macron, aunque el senador Marco Rubio, un halcón republicano que insta a su país a “estrechar vínculos” con Uruguay para contrarrestar la influencia China, sostuvo que si Europa no está del lado estadounidense respecto a Taiwán, entonces EEUU no apoyará a los europeos en Ucrania. Mientras que el expresidente Trump, con la diplomacia y sutileza que lo caracterizan, dijo que el francés había viajado a China para "chuparle el culo" a Xi.

Debemos reconocer que la posición de China ha sido sustancialmente la misma desde el inicio del conflicto y fue explicitada negro sobre blanco en los 12 puntos de su propuesta “para una solución política a la crisis en Ucrania”, el pasado 24 de febrero, cuando se cumplió un año de la “intervención militar especial” en Ucrania del Ejército ruso.

“El diálogo y las negociaciones son la única salida viable para resolver la crisis de Ucrania” subrayaba el Ministerio de Relaciones Exteriores al momento de presentar su propuesta, cuyos primeros dos puntos llaman a respetar “la soberanía de todos los países” y “su integridad territorial” (en referencia a Ucrania) y al mismo tiempo abandonar la “mentalidad de guerra fría” (por parte de Estados Unidos) y atender a las “legítimas preocupaciones de seguridad de los países”, que según Beijing ha sido amenazada por la expansión hacia el este de la OTAN.

Un documento desclasificado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania da cuenta que el 1° de marzo de 1991 -en la época de la desintegración de la Unión Sovietica-, el entonces canciller alemán Genscher informó a Washington que su gobierno se oponía a la expansión hacia el este de la OTAN ya que “durante las negociaciones 2+4 (las dos Alemanias + Estados Unidos, URSS, Francia y Gran Bretaña) se les dijo a los soviéticos que “no teníamos la intención de expandir la OTAN hacia el este”.

Durante la conversación, el líder chino señaló a su colega ucraniano que la "compleja evolución de la 'crisis' en Ucrania" ha tenido un "gran impacto" en todo el mundo y le aseguró que su gobierno "siempre ha estado del lado de la paz" y que "ha promovido conversaciones" para encontrar una formula que el enfrentamiento entre ambos países.

Como "miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU", no "observará el conflicto desde la lejanía esperando obtener beneficios" ni "echará más leña al fuego", y reiteró que "el diálogo y la negociación" son "la única salida”, enfatizó Xi Jinping. Y demostrando que el compromiso de la diplomacia china es irreversible, Xi comunicó a Zelenski que enviará a su representante especial para Asuntos Euroasiáticos, Li Hua, a Ucrania y otros países con el propósito de "llevar a cabo una comunicación profunda con todas las partes sobre una solución política a la crisis".

China no está sola y su postura es compartida por la gran mayoría de los países del ahora denominado “sur global” que, aún condenando la invasión rusa, se han opuesto a las sanciones económicas al Kremlin y propugnan por un cese de las hostilidades y una salida negociada. En su reciente misión a China, el presidente Lula dijo que Brasil propiciará la constitución de un “G20 por la paz” en Ucrania y volvió a acusar a Estados Unidos y la Unión Europa por estar “contribuyendo” para la continuidad de la guerra.

"Tuve una llamada telefónica larga y significativa con el presidente Xi Jinping. Creo que esta llamada, así como el nombramiento del embajador de Ucrania en China darán un poderoso impulso al desarrollo de nuestras relaciones bilaterales", dijo Zelenski en su cuenta de Twitter apenas culminada la conversación.

Zelenski indicó además que China "defiende los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales", al tiempo que reconoció su "gran influencia internacional”.

Por último el lider ucraniano afirmó que ve "con buenos ojos" el "importante papel" desempeñado por China en la búsqueda del restablecimiento de la paz.

El reconocimiento explícito de Zelenski a la capacidad mediadora china echan por tierra todas y cada una de las acusaciones a China de no condenar la invasión, mantener una neutralidad sesgada (a favor de Moscú), suministrar armas letales, hasta el exabrupto que Xi Jinping pidió a Putin postergar su acción militar hasta después de que finalizaran los Juegos Olímpicos de Invierno que se estaban celebrando en Beijing.

Estados Unidos reaccionó con escepticismo en cuanto a las consecuencias de la cumbre telefónica, aunque admitió que la misma había sido positiva.

"Es algo bueno, pero no creo que sepamos en este momento si conducirá a algún tipo de movimiento, plan o propuesta de paz significativo", indicó el portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby.

"No tuvimos conocimiento previo de que esa llamada iba a producirse ni tampoco hubiéramos esperado tenerlo necesariamente. Son dos líderes soberanos y nos alegramos de que hayan hablado", concluyó.

La línea directa Beijing-Kiev se produce en un contexto internacional que tiene a China como principal protagonista. A la exitosa y espectacular mediación entre los archirrivales Arabia Saudita e Irán se ha sumado la presidencia china de la conferencia en Samarcanda, Uzbekistán, por la pacificación de Afganistán, una probable mediación en el conflicto palestino-israelí, un sustancial reforzamiento y la ampliación de los Brics, la Organización de Cooperación de Shanghái, así como los últimos lanzamientos de sus iniciativas de Seguridad Global y Desarrollo Global.

El camino será largo y sinuoso, son grandes el escepticismo a vencer y los intereses a conciliar antes de saber si las acciones emprendidas por China supondrán un punto de inflexión. No obstante, hoy es la única alternativa posible para detener la guerra.

Hace más de 2.500 años, el general Sun Tzu escribió El arte de la guerra, el mejor libro de estrategia de todos los tiempos, que inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas.

Una de sus más celebres y recordadas máximas enseña que “la mejor victoria es vencer sin combatir”, “y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”. Xi, “el prudente mediador”, recoge el legado de su ilustre antepasado.

“China no está sola y su postura es compartida por la gran mayoría de los países del ahora denominado “sur global” que, aún condenando la invasión rusa, se han opuesto a las sanciones económicas al Kremlin y propugnan por un cese de las hostilidades y una salida negociada”.

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