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Columna destacada | Yamandú Orsi | Gaza | Nueva York

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Dura condena a la barbarie israelí

Yamandú Orsi calificó la agresión militar israelí como un acto de “barbarie” y de “exterminio”, que es un sinónimo de genocidio.

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El presidente de la República, Yamandú Orsi, dio un vuelco fundamental a la política exterior del Uruguay al condenar enérgicamente el genocidio perpetrado por Israel en la Franja de Gaza, durante su alocución en el marco de la 80ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas celebrada en Nueva York. Aunque no mencionó explícitamente al Estado judío ni pronunció la palabra genocidio, como reclamaba su fuerza política, sí calificó la agresión militar israelí como un acto de “barbarie” y de “exterminio”, que es un sinónimo de genocidio.

De este modo, el Gobierno modificó radicalmente la postura de nuestro país en torno a la guerra de Medio Oriente con respecto al Gobierno de Luis Lacalle Pou, que, por acción u omisión, se alineó siempre con la impronta imperialista de los Estados Unidos y, a contrapelo de la mayoría de los estados miembros de la ONU, se abstuvo dos veces de acompañar una moción que proponía una tregua humanitaria, lo cual constituyó un testimonio de intolerable complicidad con la masacre.

Felizmente, esta actitud deleznable, que colmó de vergüenza a Uruguay a nivel global, mutó en una firme condena a la violencia genocida, a lo cual se sumó una propuesta conciliadora y favorable a la resolución del conflicto mediante la negociación, acorde con las normas del derecho internacional.

El Estado uruguayo dejó de ser un mero lacayo de los halcones yanquis, que son los verdaderos responsables de la matanza, por su apoyo económico y militar a los crímenes de guerra de Israel, que han sido reiteradamente condenados por la Asamblea General de la ONU, aunque sus resoluciones fueron siempre vetadas por Estados Unidos en su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad. En tanto, sus otros cuatro miembros, China, Rusia, Gran Bretaña y Francia, sí reconocen al Estado palestino y repudian la matanza sin ambages.

En ese contexto, Orsi reafirmó la posición de Uruguay favorable a dos Estados: Israel y Palestina. No en vano, nuestro país reconoció la existencia de dicha nación en 2011, durante el gobierno del expresidente José Mujica y, desde 2015, ya bajo la presidencia de Tabaré Vázquez, estableció relaciones diplomáticas con ese flagelado país árabe. Como es notorio, ambos hitos se registraron durante sendos gobiernos del Frente Amplio, porque los blancos y colorados siempre mantuvieron una posición afín con la tesis del Estado judío, que se niega tajantemente a la existencia de una Palestina libre e independiente.

Esa postula intransigente, que se remonta a la propia creación de Israel, que data del 14 de mayo de 1948, fue ratificada en los últimos días por el criminal primer ministro judío Benjamin Netanyahu, quien anunció, tajantemente, que “nunca habrá un Estado palestino” y que su país se propone seguir instalando colonias en los territorios ilegalmente ocupados desde la Guerra de los Seis Días de 1967, en flagrante violación de las resoluciones de la ONU y del derecho internacional.

En efecto, jamás los partidos tradicionales repudiaron la expansión y anexión ilegal de Cisjordania, de las alturas del Golán en Siria y de Jerusalén Este, porque se alinearon firmemente a la tesis de la Casa Blanca y, obviamente, por el peso de la comunidad judía en la economía uruguaya.

En ese contexto, Yamandú Orsi proclamó que “toda nación tiene el derecho a un territorio y a un gobierno propio y tiene derecho a establecer un nivel de autodeterminación que le permita la convivencia con los demás pueblos. Eso es real”. En ese marco, acotó que “ningún Estado que se precie de democrático y de vivir bajo el mandato del derecho internacional puede, aún bajo el legítimo derecho de defenderse contra el terrorismo, ejercer la barbarie sobre ninguna población civil, menos aún contra personas especialmente vulnerables e indefensas”.

Así de contundente fue el pronunciamiento del presidente de la República, que no deja dudas en torno a la postura de Uruguay respecto del conflicto que, en su opinión, debería dirimirse mediante la negociación y los métodos pacíficos, acorde con el mandato de la ONU, piedra angular del derecho internacional, que contempla también los problemas humanitarios derivados de las guerras. Estos preceptos están siendo groseramente violados en la Franja de Gaza, donde ya han muerto más de 60.000 personas, 20.000 de las cuales eran niños. Es una verdadera hecatombe, que nos remonta en el tiempo, salvando naturalmente las diferencias de escala, al genocidio judío, a la barbarie de las guerras del siglo pasado, al exterminio de los aborígenes americanos por parte de los conquistadores europeos y hasta a las Cruzadas, cruentos conflictos religiosos que enfrentaron a cristianos contra musulmanes en la Edad Media.

Yamandú Orsi culminó su mensaje con una convocatoria a desterrar el precepto de que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, aseverando que “toda guerra es criminal, sin importar el Dios que se invoque para justificarla. Venimos a esta asamblea a sumar esfuerzos para contribuir con la estabilidad y la paz”.

Empero, el conceptuoso discurso del presidente no se limitó a describir el convulsionado escenario internacional, sino que también se centró en otros tópicos no menos relevantes y pertinentes. “Cuán lejos estamos de nuestros propios principios y compromisos, cuando vemos que la distancia de quienes más tienen y quienes más sufren es cada vez mayor”. Al respecto, y en tono firme y elocuente, subrayó que “los principios de libertad y de igualdad están cada vez más divorciados. Se suele hablar mucho más de un supuesto individuo libre que de sociedades igualitarias, en términos de ingresos o goce de derechos. Cuán lejos estamos del sentido humano cuando olvidamos que nuestra principal preocupación debe ser estar del lado de las mayorías, poniendo oído ante cada problema o angustia de nuestros pueblos y entendiendo, incluso y fundamentalmente, al que piensa distinto”.

Estas reflexiones definen de cuerpo entero a un presidente de un gobierno de izquierda que, más allá de eventuales matices y de controversias por los acotados recursos previstos en el proyecto de ley de presupuesto que está a consideración de la Cámara de Representantes, promueve una sociedad igualitaria donde, como lo prometió el propio Orsi durante la campaña electoral, ningún ciudadano quede rezagado.

Fue un discurso sobrio, breve y ponderado, pero firme en sus definiciones acerca de los conflictos bélicos que están convulsionando al planeta, en particular el de Medio Oriente, que se remonta a 77 años atrás, concretamente a 1948.

Al respecto, es pertinente recordar que la ONU, a través de la Resolución 181 de 1947, propuso la partición del territorio del Mandato Británico de Palestina para crear dos Estados: uno judío y otro palestino, con Jerusalén bajo un régimen internacional. Sin embargo, solo se estableció el Estado de Israel en 1948, y la creación del Estado palestino quedó pendiente.

Por ende, si bien varios países ya han reconocido el status de Palestina como país soberano e independiente, la intransigencia de Israel y de Estados Unidos, que es su aliado estratégico militar y económico, ha impedido una solución pacífica y ecuánime a un conflicto que ha consumido a casi cuatro generaciones.

En tal sentido, la posición del Gobierno encabezado por Yamandú Orsi es consecuente con la causa de la paz, contrariamente a la obsecuente genuflexión de la derecha uruguaya con la Casa Blanca, que supone una suerte de complicidad con el genocidio que están perpetrando los israelíes en la Franja de Gaza.

Hace unos días, la comunidad hebrea uruguaya organizó una marcha en repudio a presuntas “manifestaciones antisemitas”. En ese contexto, expresaron: “No se puede vivir así”. ¿Estos judíos creen que los palestinos pueden vivir en medio de los criminales bombardeos israelíes y muriendo de inanición?

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