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Semana complicada

El Humo: Triste Protagonista

Por suerte queda poco para que las cortinas de humo den paso a la expresión de la voluntad popular. Ya es tiempo...

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El humo ha sido el protagonista de la semana. Primero, desde las columnas de humo de edificios bombardeados en la cercanía de la Franja de Gaza, tragedia humana en la que sufren civiles inocentes.

Cuando se trata de repudiar crímenes lo hacemos sin peros. Siempre. Hoy, una vez más. Esta vez, no quedamos solos, el país entero expresó su solidaridad con las víctimas de este atentado terrorista.

Un día ahondaremos sobre el tema. Incluso, sobre la diferencia entre palestinos y Hamás; israelíes e israelitas; árabes y persas, a los que comunicados oficiales y declaraciones ministeriales confunden como sinónimos. Mientras tanto: ¡condena contundente al terrorismo! También al intento de dividir la voz de la comunidad nacional haciendo del tema debate electoral, como hizo el discurso, en un mitin sectorial, del candidato Delgado.

Volvamos a los temas de nuestra columna que son los de acá, pero no queríamos dejar pasar la oportunidad para condenar el horror que se vive en Israel. Volvamos a casa. Acá el humo es virtual. Sigue siendo la única herramienta que usa el gobierno para evitar dar explicaciones cuando no las hay.

Humo fue la respuesta de varias horas del ministro Bustillo a las acusaciones en la interpelación sobre Salto Grande. Una y otra vez lo señaló el miembro interpelante Nicolás Viera, cuya contundencia dejó perplejos a los presentes y a quienes lo veían por televisión. Por ejemplo: “Un familiar directo figura entre los contratados a dedo en Salto Grande”, ¿verdad o mentira? Una hora de lectura de los estatutos de la CTM: humo.

Imputan con prisión al senador Penadés. El presidente había dicho “creo en él. Le miré a los ojos cuando dijo ‘no miento’”. El día de la formalización se va a una kermesse en un CAIF en el interior. También estaba en un festival, en el interior, cuando imputaron a Astesiano, en quien también dijo confiar hasta que la Justicia demostrara lo contrario.

A esta altura, nos gustaría decir algo respecto de ese recurso de cargar sobre los hombros de la Justicia la responsabilidad de dictaminar en quién debo confiar y en quién no. Los fallos de la Justicia se acatan, aunque se pueden discutir. Pero un presidente no puede confiar en gente que no lo merece, no hay dos doctrinas. Es parte del arte de gobernar, de liderar, de conducir. Saber de quién me rodeo.

La Justicia puede no encontrar suficientes pruebas para condenar a alguien. Su deber ahí es no condenarlo. Eso no le hace confiable. La falta de ética, en cambio, no admite tolerancia alguna ni discusión posible. Hay también casos en los que se actúa sin ética, sin cometer delito. Son terrenos distintos.

Tenemos que aprender a separar las dos áreas como distintas. Evitaremos así la judicialización de la política. La línea que separa la llamada “lawfare” es débil, casi imperceptible. La Justicia puede declarar “no culpable” a alguien y yo tener motivos suficientes para no confiar en la persona. Un juez que investigó los hechos de corrupción del gobierno de otro Lacalle dijo que con la ley vigente, hoy, hubiera habido procesamientos que con la ley de entonces no pudieron dictaminarse.

Las denuncias sobre Salto Grande, son un buen ejemplo. El propio miembro interpelante dijo que no denunciaba delitos sino faltas a la ética. Pero, ahí también, el presidente expresó que confiaba en Albisu, presidente de la Delegación Uruguaya a la CTM. Enfatizó que lo apoyaba. Como señaló el diputado Viera, el apoyo le duró 48 horas. Pasado ese lapso le aceptó la renuncia. Y van…

Pero las cortinas de humo no las usa el gobierno solamente para depositar y quitar la confianza a sus colaboradores. Aunque este aspecto no es menor, ya que gobernar requiere saber armar equipos y, precisamente, para ello hay que saber en quién confiar y en quién no. Pero también para los fracasos que hay que disimular se recurre a las cortinas de humo.

¿Qué va a hacer a China el presidente? Desde la pandemia viene anunciando este gobierno un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante comercial de Oriente. Ha sido motivo de roces con Argentina, con el Mercosur, con Brasil, y hasta se deslizó la posibilidad de salirse del acuerdo regional. Pero para que haya un TLC se requiere la voluntad de por lo menos dos partes. China no ha dejado duda: NO LE INTERESA negociar un TLC solo con Uruguay por fuera de los acuerdos regionales.

Para darle más dramatismo (siempre en un tono individualista y personal), el presidente ha declarado que regresaría “muy decepcionado y personalmente dolorido si se le dijera que no”. ¡Qué difícil! Para hacerlo más creíble invitó a empresarios a viajar con él.

Recuerdo que el Cr. Enrique Iglesias solía decir que “los gobiernos (de los Estados) negocian las condiciones del comercio. Son pistas de aterrizaje que luego utiliza el sector privado, sin injerencia del gobierno”. Allí van todos, despegan y aterrizan en el mismo avión.

Por suerte queda poco para que las cortinas de humo den paso a la expresión de la voluntad popular. Ya es tiempo…

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