Por Valeria Bonomi* y Linng Cardozo
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¿Qué se puede agregar a todo lo que se ha dicho sobre Javier Milei? El resultado de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina puso al economista de extrema derecha bajo la lupa de periodistas, analistas y políticos que observan, temerosos, sus pasos y sus dichos, generando un efecto amplificador de su ya hiper presencia en medios y redes sociales.
Milei jugó al fútbol, tuvo una banda de rock, no se peina, se presenta como irreverente y desafiante. Conjuga la cultura pop argentina en la que a la espontaneidad le suma la interpretación del enojo o frustración del electorado ante un sistema político que no parece estar resolviendo sus problemas. Esta rebeldía, que Pablo Stefanoni describe en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? (2021) se contrapone al encorsetamiento de la corrección política que le quitó a la gente la posibilidad de quejarse. Contra esta corrección, las extremas derechas desatan una supuesta “batalla cultural” de la que Javier Milei es, en buena medida, abanderado y atrae tanto al votante joven como al hastiado.
El 30 % de votos que obtuvo La Libertad Avanza (en adelante LLA), el partido de Javier Milei, en las PASO, resultó en primer lugar. Sorpresivo, si bien se podría decir que también fue sintomático de un sistema político en crisis y desgastado, con candidatos que no parecen cautivar al grueso del electorado (igualmente obsérvese que el 70 % del electorado no votó a Milei). Una lectura podría ser, entonces, que los votos obtenidos por Milei no solamente se deben a Milei. Asimismo, tampoco corresponde subestimarlo: en los últimos días, pasadas las elecciones, llegó a tener cerca de 10 millones de menciones en medios y redes sociales, lo que da cuenta que la comunidad está detenida mirando sus movimientos, generando un efecto de “cámara de eco” en tanto aumentó exponencialmente la visibilidad del candidato. La “cámara de eco” (en inglés echo chamber), o “cámara de resonancia mediática”, es un fenómeno en medios de comunicación y redes sociales en el que los participantes tienden a encontrar ideas que amplifican y refuerzan sus propias creencias. Por otro lado, el candidato por LLA moderó en cierta medida su discurso y se acercó a “la casta”, además de presentarse con una novia, reforzando la atención de analistas y medios de comunicación en general. Vayamos por partes.
Las castas, que castas
Los partidos o líderes populistas han apelado al pueblo como sujeto político en contraposición de una élite, configurando así la política como la puja entre dos campos antagónicos, polarizados. Por lo tanto, el pueblo ha de enfrentarse a rivales políticos o a enemigos que deben eliminarse, en una lógica maniquea entre amigos y enemigos. Así configura Javier Milei su enfrentamiento con la “casta” política argentina a la que el pueblo debe enfrentar, a la que él está decidido a combatir.
La brecha pueblo-élite de los populismos deviene en este eje casta-anticasta bajo la mirada de Milei y sus seguidores, en un intento de sustitución efectista del derecha-izquierda, aunque se trate de conceptos diferenciados. Milei supo articular un poderoso discurso -que se hizo relato- en torno a lo que denomina “casta política”. Había campo fértil porque el clima político desde hace años en Argentina está “contaminado” de informaciones sobre los privilegios de los políticos de todos los partidos y los actos televisados de corrupción. Un campo fértil porque esa realidad privilegiada -los presidentes del 2001, que estuvieron unas horas como mandatarios y renunciaron e igual cobran jubilaciones de mandatarios- se contrasta con el 45 % de pobreza. (Cuando se desarrolló la guerrilla argentina, uno de los fundamentos era luchar contra la oligarquía y contra la pobreza: había un 4 % de pobres a finales de los 60). Con el paso de las horas, se fue consolidando el equipo de asesores de Milei y todos ellos estuvieron con Menem y la ola privatizadora y destructiva del aparato productivo argentino. Se suma a ello sus definiciones de política internacional: con EE. UU. e Israel y contra el BRICS, especialmente China y Brasil. “No dialogo con comunistas”. La lógica de los hechos lo lleva a un lugar en donde siempre estuvo: relacionado con la derecha más dura y, como se verá más adelante, más autoritaria. O sea: el eje casta-anticasta -un velo efectista que camuflaba el lado oculto de Milei- empieza a desdibujarse.
Hijo del rating
Un día, el conductor televisivo argentino Alejandro Fantino vio que le faltaba una persona para su tertulia-show. Le habían hablado de un economista inteligente y bastante irreverente: Javier Milei. Le dio el nombre a su productor y así apareció Milei en las tertulias de Fantino. Pronto se hizo efectivo entre los panelistas y los números de rating se sacudieron hacia arriba. Con ese dato, otras tertulias lo comenzaron a llamar a Milei. Era rating asegurado y el economista cada vez se sintió más suelto y dominando la escena de los canales. Así fue creciendo. Primero con un discurso libertario pero no con el foco en la casta. Hacia el año 2021, incluyó la casta en sus apariciones y ahí explotó. Logró miles de votos en las elecciones de medio término -fue elegido diputado- y le sumó una movida coherente con su discurso: comenzó a sortear su sueldo como diputado. Un magistral golpe propagandístico. “No necesito ese sueldo. Yo vivo con mis libros y mis charlas”, argumentó.
Los canales siguieron convocándolo y así armó una estrategia política junto con un asesor argentino experto en redes, Fernando Cerimedo, que ya había trabajado para la derecha chilena y la brasileña. Pero ninguna estrategia mediática triunfa si no hay campo fértil. Y había.
Las mujeres de Milei
Milei tiene un costado místico, extraño, disruptivo: su amor por sus perros (“mis hijitos”), además de su estrecha relación con su hermana. Todo muy raro, pero, a la vez, muy centennial. Pero hace pocos días hizo un movimiento espectacular que solucionó ese costado y lo “humanizó” o “normalizó”: presentó a su novia de “hace 45 días” y obviamente tenía que ser del espectáculo, la humorista argentina Fátima Florez.
Antes ya había hecho un movimiento también disruptivo para con su lógica intelectual: había elegido de pareja de fórmula a Victoria Villarruel. O sea: el sujeto que rechaza las políticas de igualdad de género, que promete eliminar el Ministerio de la Mujer, arma una lista paritaria. Interesante. Pero lo más interesante es saber quién es Villarruel. Se trata de la hija de un teniente coronel que peleó en Malvinas y que integró los grupos de tareas del Ejército que realizó ejecuciones y torturas en Tucumán durante el régimen militar.
El diario Página 12 informó que la “militancia negacionista (de Villarruel) comenzó hace poco más de una década cuando formaba parte de agrupaciones de retirados y de la ‘familia militar’, oponiéndose a los juicios por lesa humanidad que volvía a impulsar el gobierno de Néstor Kirchner. En 2003, tras la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final Villarruel fundó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), desde donde encaró una fuerte defensa de los militares acusados y señalados por delitos de lesa humanidad”. Se explica ahora su propuesta de estas horas de que el presupuesto en defensa pase del 0.8 % del PIB al 2 %.
O sea: Milei se rodea en el campo económico de los privatizadores de Menem y en materia de derechos humanos se recuesta a los militares genocidas. El combo de la derecha quedó expuesto con claridad y descarnadamente.
Volviendo al tema de la pareja con la que se mostró en días recientes, no se presenta como un detalle menor por dos motivos. En primer lugar, se trata de una persona de los medios de comunicación y la farándula porteña, asunto que lo mantiene en la luz pública y -¿por qué no?- atrae a algún nuevo segmento del electorado. Por otra parte, desmiente los rumores de cercanía con su hermana, al tiempo que refuerza los postulados de las extremas derechas en la defensa de la “familia tradicional”, reafirmando sus posiciones opuestas a la nueva agenda de derechos, los reclamos de los movimientos de mujeres y LGBTIQ+ colocados por las propias derechas bajo el paraguas de la “ideología de género”. Resultaba un poco contradictorio quizá que el candidato con valores más conservadores en esta línea de ideas permaneciera soltero. Magnífica jugada.
Coqueteando con el precipicio
Hay un clima contradictorio en el aire, casi dominado por el “que se vayan todos”. Milei parece ser un registro de “esperanza” que convive con el “riesgo”. Por otro lado, como lo ha escrito la politóloga Yanina Welp** las elecciones no arreglan lo que no arregla la política y, cuando la política no soluciona las crisis, la salida puede ser autoritaria o violenta.
*Licenciada en Comunicación Política, maestranda en Políticas Públicas.
**Investigadora senior en el Center for Democracy Studies (Aarau, Suiza) y codirectora del Centro Latinoamericano de Zúrich, Universidad de Zúrich.